Cantadoras: guardianas del conocimiento y la oralidad | El Nuevo Siglo
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Domingo, 9 de Junio de 2019

La tradición, el sabor del Pacífico y la palabra cantada de Leonor González Mina, conocida como “La negra grande de Colombia” han vuelto a poner en el ruedo el folclor colombiano y con él un oficio ancestral que hoy lucha por mantenerse vigente en la memoria de las nuevas generaciones: las cantadoras.

“Una cantadora es una mujer portadora de conocimiento de la oralidad del Pacífico, que guarda muchísima riqueza ancestral, es una guardiana de la tradición, es esa matrona, cuidadora, curandera”, le dijo a EL NUEVO SIGLO Paola Andrea Navia, directora de la fundación Canapavi y coordinadora de la Red de Cantadoras del Pacífico Sur.

Esta labor que nace de una tradición musical gestada hace décadas en África, es protagonizada en nuestro país por mujeres que cuentan con ritmo el día a día, sus tristezas, amores y disgustos por la guerra que permeó por años su región. Hoy el poder y el sabor de cada canto son exaltado en iniciativas sociales y producciones que reviven las tradiciones colombianas.

“Leonor”, la serie que se canta

Es por eso que con producciones como “Leonor”, una serie que presentó el canal Telepacífico esta semana, en la que narra la historia de una de las intérpretes de música tradicional más icónicas del país, se rinde tributo a aquella mujer que nació en una época en la que los prejuicios sociales no fueron impedimento para crear letras como “El pescador” o “Yo me llamo cumbia”. Una cantadora que dejó en alto, su oficio y el sabor colombiano.

“Es una serie que explora la primera edad de Leonor González Mina, justo el momento en el que ella está creciendo, en el que se fue convirtiendo en una mujer adulta y en el que ella decide que se va a dedicar a la música. El concepto está en contraste con una época de muchos prejuicios donde una mujer afrodescendiente que proviene de un pueblo muy pequeño del Valle del Cauca, era muy difícil surgir en este deseo, en este sueño”, le expresó a este Diario Óscar Ruiz Navia, director de la producción.

Así mismo, la serie ambientada en los años 50, época en la que Leonor creció y cantó por las calles de Robles, corregimiento de Jamundí Valle, exalta el oficio de esta tradición musical, en la que cientos de mujeres se refugian en sus melodías para construir un territorio y memoria en su descendencia.

Para Óscar el oficio de las cantadoras “es un patrimonio que tenemos en Colombia, que debemos proteger muchísimo más, patrocinar más y conocer más porque toda esta música del litoral Pacífico, proviene de mucho tiempo atrás. Hay gente que canta letras que ni si quiera saben quién las hizo porque son temas que se están transmitiendo de generación en generación a través de una tradición oral”.

Un oficio ancestral

Mujeres como Martha Balanta del Grupo Recatón, Mercedes Satizábal de Futalpasur, María Juana Cuéllar de Olas del Pacífico, hacen parte de una tradición en la que entonan sus vivencias y cantos en la partería, la cocina tradicional, la docencia y en muchos más campos que enriquecen a las diferentes comunidades del Pacífico Sur.

Estas portadoras del folclor colombiano interpretan ritmos como el “alabao”, un canto a capela que va dirigido a los santos en fechas como Semana Santa o cuando un adulto muere; el Chigualo o los arrullos que hacen parte del “bunde”, donde el bombo es el que retumba en el velorio de los niños, acompañado de algunos juegos para despedir a los más pequeños de la familia.

También está la “juga”, un ritmo más alegre que lo compone el conjunto de marimba, interpretado por el “gordonero” y el “tiplero”, el bombo macho, que replica y el bombo hembra, que apaga, el cucuno y el guasá, un instrumento que generalmente lo usan las mujeres. Además de otras melodías que se desprenden del famoso bambuco viejo como el “patacoré” o el “arrullo bambuquiao”.

Por generaciones las letras de estos cantos han sido compuestas sobre diferentes vivencias como “cuando las mujeres tenían algún tipo de pleito o cuando iban en canoas a sus faenas a los manglares a pinagua, a pescar o cuando van a sus fincas, entonces empiezan a interpretar los cantos de boga”, comentó Paola Navia.

Pero hay quienes le cantan a la paz para sanar los conflictos que dejó la guerra en las comunidades. Así como lo afirmó Paola: “Muchas se sientan a cantarle versos a la paz, o a la mujer, otras le cantan a la guerra, a la resiliencia y a la resistencia. Nosotras creamos lenguajes de paz, esa palabra cantada que convoca”.

Voces que siguen la tradición

A pesar de la era digital y la inmersión de ritmos modernos en el mundo musical, que muchas veces condena al olvido la tradición, las cantadoras siguen alzando su voz para que las letras y las costumbres ancestrales viajen de generación en generación construyendo memoria.

Por eso, grupos como las Cantadoras del Río, encabezado por Roberto Camargo, reviven las tradiciones integrando no a mujeres mayores de edad, sino a jóvenes entre 20 y 28 años que hacen un homenaje al legado que les dejaron sus abuelos o bisabuelos, cantando los ritmos más ignorados por muchos colombianos para que este oficio siga vigente en la lista de reproducción de los colombianos.

“No debe desaparecer nuestra música ancestral, la música que es de nuestros abuelos o bisabuelos. Precisamente por esos nuevos ritmos que nos invaden a diario, la música que viene de otras partes, que nos llenan de música todos los días la juventud se olvida de la tradición.  Tenemos que mantener viva nuestra tradición para reconocer de dónde venimos”.