Ciberdependencia, una enemiga silenciosa de la salud física y mental | El Nuevo Siglo
Personas entre los ocho y 18 años pasan en promedio 44,5 horas por semana frente a los computadores y dispositivos.
Foto AFP
Viernes, 25 de Febrero de 2022
Redacción Cultura

Concebir un solo instante del día sin su celular en la mano para revisar lo que pasaba en el mundo era imposible para Gustavo Villate, un profesional que a sus 53 años, al igual que un importante porcentaje de adultos, en especial niños y jóvenes, sufre de ciberdependencia, una enemiga silenciosa que puede desencadenar problemas a nivel mental y físico.

“Phubbing”, ignorar a una persona por estar mirando el celular; “axiedad”, tensión y confusión por creer que llegan mensajes o notificaciones sin que esto realmente suceda; “textofrenia”, percepción de que nos dejaron en visto, y “vamping”, romper el ciclo de sueño por revisar el celular entre las cobijas, son algunas de las manifestaciones de esta tendencia patológica.

“Cuando hablamos de ciberdependencia consiste en un comportamiento ligado con el tiempo, en el que un adolescente o un adulto interactúa excesivamente con aparatos electrónicos. Generalmente tiene el término de nomofobia, que es cuando están en situaciones sociales y en lugar de interactuar prefieren conectarse con el celular a ver redes sociales, entrar en YouTube u otras plataformas”, le explicó a EL NUEVO SIGLO Laura Santamaría, docente de la Facultad de Psicología de la Fundación Universitaria Sanitas.

Ese era el caso de Villate, quien trabajó hace más de 10 años como director de proyectos en una empresa en la que tenía que conectarse todo el día a su computador y al mismo tiempo era profesor universitario. Además de sus dos profesiones, su gusto por estar bien informado fue el detonante para que empezaran a aparecer algunos síntomas de esta patología.

Una de las más comunes era la negación a tener interacciones sociales. “Estaba en un almuerzo de trabajo o de familia y ya estaba conectado a internet. Evitaba ir a reuniones sociales y compromisos para estar conectado, informándome de muchas cosas”, cuenta Gustavo.

Pero esta adicción no solo se puede presentar en adultos; incluso, afecta aún más a la población infantil y juvenil. Las estadísticas de 2021 del Ministerio de Ciencias y Tecnologías de la Información (MinTic), señalan que “niños y jóvenes entre los ocho y 18 años pasan en promedio 44,5 horas por semana frente a los computadores y dispositivos, y casi el 23% de los jóvenes informan que se sienten adictos a los videojuegos”.

“No debemos olvidar que con el tiempo la ciberdependencia puede aumentar en la población infantil, ya que los niños han estado expuestos inevitablemente al uso de estos dispositivos como herramienta de distracción o de estudio a causa de la pandemia”, mencionó el terapeuta ocupacional Farid Andrés Patiño Cortés, de la Universidad Nacional de Colombia, especialista en Gestión Humana del Desarrollo, Bienestar Social y Empresarial.

Un ejemplo de ello es Juan Camilo González, un adolescente de 14 años, quien a pesar de ser un apasionado de la tecnología desde sus seis años, durante el inicio de la pandemia empezó a experimentar las consecuencias de conectarse la mayor parte de sus días a diferentes dispositivos tecnológicos, no solo para sus clases virtuales, sino para jugar en línea o revisar sus redes sociales.

“Prácticamente me la pasaba todo el día en el computador, no hacía nada más, ni siquiera miraba televisión. Y cuando se acababan las clases seguía en el computador jugando. De hecho, cuando volvimos a la presencialidad al colegio tuve algunos problemas porque a veces no me controlaba y no podía dejar el teléfono”, señaló Juan Camilo a este Diario.



Signos o síntomas

El especialista Patiño explica que “cuando la persona presenta ansiedad o intranquilidad, cambios en el estado de humor, ahogamiento o fatiga cuando no tiene cerca su dispositivo electrónico, es una señal de alarma de que está padeciendo una dependencia”.

“Dichos cambios se dan por un proceso bioquímico que se produce en el cerebro debido a la exposición continua a la luz, los movimientos y los sonidos que producen los dispositivos, los cuales le indican al cerebro que debe estar alerta o vigilante porque ‘viene algo más’. Esto hace que la persona entre en un estado de ansiedad porque necesita ser más estimulado, es decir, recibir más contenido o seguir jugando”.

La fatiga fue uno de los síntomas que presentó Juan Camilo, quien al regresar a clases presenciales no se podía desempeñar muy bien en los deportes. “El problema fue no hacer ejercicio por mucho tiempo porque empecé a notar la fatiga y por ejemplo no podía correr bien en el colegio porque me cansaba demasiado o no respiraba bien. El físico sí se me complicó mucho”, reconoció.

Por su parte, Gustavo además de tener problemas para interactuar con diferentes personas, la ciberdependencia lo llevó a tener inconvenientes en su relación sentimental, pues cerca de 10 a 12 horas estaba 100% conectado, incluso a altas horas de la noche.

“Deterioró muchísimo mi relación de pareja. De hecho, soy divorciado. Eso afectó bastante en cuanto a que podía darme las 3:00 de la mañana conectado a internet, investigando, consultando o leyendo. También afectó la relación con mis allegados porque uno se vuelve más introvertido y hace que uno deje de lado el relacionamiento con las personas”.

Uso controlado

Una de las recomendaciones que más aplica para los niños es controlar el uso de dispositivos móviles y la navegación por sitios web; para los jóvenes, establecer límites de uso de dichos dispositivos en contextos sociales, familiares u otro tipo de interacciones, y para el ciclo vital de adultos se sugiere “desconectar” dichos dispositivos en horarios no laborales, con el fin de mejorar las interacciones con su entorno.

“Es necesario revisar el tiempo que le gastamos a estar en una actividad como esta y empezar a organizar el tiempo en pro de actividades que no estén relacionadas con la tecnología”, recomendó Laura Santamaría.

Una estrategia que fue clave en el proceso de Juan Camilo: “Sabía que duraba mucho tiempo en el teléfono y al ver esto traté de asignarme ciertos tiempos para jugar y actualmente solamente uso el celular por cortos periodos de tiempo y a los que me he acostumbrado antes”.

En el caso de Gustavo, aunque no ha logrado erradicar esta adicción del todo, su mayor motivación para dejar a un lado esta necesidad de estar conectado, es su hija de dos años, así como también proponerse horarios para cada actividad. “Me ha tocado colocar horarios y eso ha sido un punto clave. Definir qué espacios son para la familia y cuáles para estar conectado. Por ejemplo, si voy a almorzar dejo el celular en mi casa y al no tenerlo puedo interactuar y evitarles incomodidad a las personas. El hecho también de tener una niña de dos años me ha ayudado mucho para desconectarme porque estoy muy pendiente de ella siempre”.

Otra de las recomendaciones de Santamaría es priorizar y ser selectivos en el contenido que se consume en redes sociales, ya que esto “puede hacer que se tenga un poco más de control sobre lo que se ve y el tiempo que le va a dedicar a las actividades a través de las redes sociales”.

Algunos tips que también pueden ayudar son: utilizar un teléfono para el trabajo y otro personal; por un día, no usar los dispositivos electrónicos; poner en una cajita los dispositivos móviles apagados mientras se almuerza o cena; e ir al parque a pasear al perro, pero sin dispositivo móvil.

“Si la persona presenta ciberdependencia, la familia debe buscar la intervención de un profesional con el fin de que sea diagnosticado y puesto en tratamiento”, destacó el especialista Farid Andrés Patiño.

Por último, señala que “el mundo va a sufrir de una epidemia social fuerte que será la salud mental, porque los seres humanos estamos siendo expuestos a disminuir nuestro relacionamiento social debido a la pérdida de comunicación verbal, no verbal y a la generación de vínculos afectivos a raíz de dichas tecnologías y formas impersonales de comunicación”.