Fue una tarde inolvidable. La última de la celebración de las bodas de titanio de la Feria y la última en que se anunció como matador de toros el fino diestro Enrique Ponce. El valenciano se despidió de los ruedos colombianos tras brindarle a Manizales 11 temporadas en las que actuó en 19 corridas y 5 festivales, lidió 37 toros y 6 novillos, indultó 2 toros, cortó 29 orejas, salió 6 veces por la puerta grande y obtuvo 5 réplicas de la Catedral y 6 veces el Voceador de Prensa a la mejor faena. Envidiable palmarés. Enrique Ponce le dijo adiós a Colombia como matador de toros y escogió a Manizales para su despedida.
Si algo se destacó en la corrida, fue el arte que derrocharon los tres alternantes. Cada uno en su estilo, pero arte de solera.
Tabacalero fue el encargado de abrir plaza. Enrique Ponce ejecutó una faena reposada, bella por la lentitud de sus muletazos y por la estética del conjunto toro-torero, que aquí cobró un importante valor. El toro se adaptó muy fácil a la propuesta de Ponce, que lo lidió sin despeinarse y con el mismo gusto con que siempre había conquistado los ruedos. Estocada traserita pero bien dirigida. Una oreja. Palmas al toro.
El segundo de su lote, cuarto de la corrida, de nombre Amadís, embestía con la cara alta. Al valenciano le tomó tiempo limar esa aspereza y decidió doblarse con él aunque a costa de restar un tanto de emoción a la faena. Valió la pena porque el toro acabó convencido de las bondades de someterse a la muleta mandona del maestro. Estocada un tanto desprendida en buen sitio. Dos orejas. La conmovedora ovación que le tributó la concurrencia se extendió por más tiempo que el que le tomó su faena, con la cual se despidió. Momento emotivo.
Sebastián Castella también llegó al coso de La Castellana con su espuerta llena de ilusiones. El primero en suerte brindó posibilidades por su movilidad y la manera de entregarse. Sebastián confeccionó la faena en su personal estilo y el público disfrutó con la variedad de los muletazos, particularmente los cambiados y los pases en redondo. Estocada trasera, desprendida y tendida por partida doble. Tres avisos. El público, cariñoso, lo hizo saludar desde el tercio. Aplausos al toro en el arrastre.
En la faena a Artesano, quinto toro del encierro, quien embistió fue Castella. A regañadientes pasaba el toro, sin acometividad, fuerza ni transmisión. Tuvo problemas el galo para pasaportar al descastado. Tres cuartos traseros de espada y descabello después de escuchar un recado. Silencio. Bronca al toro.
La cuota colombiana en el cartel fue Juan de Castilla, que hizo el paseíllo para refrendar el triunfo obtenido el pasado martes y a fe que cumplió con luijo de detalles. En primer lugar lidió a Célebre, al que le bordó una faena seriota, de mando. Supo estar con el toro para dibujar muletazos artísticos sobre los dos pitones. Al final, torera serie de naturales de hinojos rematados por el redondo a dos tiempos. Media tendida, estocada en todo lo alto algo tendida y descabello tras un aviso. Saludo desde el tercio. Palmas al toro.
Cerró su actuación con Narrador, número 240 de 456 kilos. Fue una faena importante; identificó desde temprano las buenas posibilidades que daba el toro, que anduvo aplicado y respondió a los toques del Antioqueño, para someterlo y mantenerlo en la línea de faena decorosa que había decidido instrumentar. Juan se atornilló en el centro del ruedo, desplegó su partitura y le regaló a la feria un concierto sensacional de arte, belleza y torería. Bendita la Providencia, que le permitió colofonar su obra de arte con un espadazo hasta los gavilanes, para poner su rúbrica y despejar el camino a su victoria como serio aspirante a la réplica de la Catedral de Manizales. Que así sea!!!
Ha terminado la Feria de Manizales con el apoteósico triunfo de Enrique Ponce en su adiós y de Juan de Castilla, ya en plan de figura, que se perfila como gran protagonista de las ferias más importantes del planeta taurino. La víspera también había protocolizado su retiro de los ruedos el también colombiano Luis Bolívar. Que esta nueva generación de toreros brille con luz propia en todos los ruedos del mundo, para engrandecimiento de la fiesta y gloria de este país que no se resigna a perder la libertad.
Dios guarde a Colombia