NICOLÁS MEJÍA artista plástico colombiano influenciado sobre todo por el pintor figurativo Carl Dobsky, con quien estudió y se interesó en los procesos y composición dentro de la pintura narrativa en Los Ángeles, con pinceladas enérgicas y expresivas crea una estética única, en la que los colores vibrantes y las formas orgánicas se entrelazan para revelar una realidad alterada, presenta su exposición “Tiempo de Otros”.
Esta exposición es un retrato de lo que para él es la sociedad contemporánea, y lleva a reflexionar sobre la falsedad y superficialidad en las emociones, en las relaciones y su fragilidad presentada en las redes sociales, sustituyendo imágenes superfluas por la realidad en sí misma.
“Mejía pone de manifiesto en su trabajo el poder de la imagen. Las imágenes manipulan nuestras experiencias, al punto que una imagen sustituye la realidad. Analiza el tiempo que invierten muchas personas en pensar en la edición y la publicación de fotos de actos cotidianos retocados que se transforman en una serie de imágenes que confirman lo que se hace, desde actos mínimos hasta escenas íntimas que se publican en las redes como nuevos hábitos de consumo. Mejía nos convoca a ralentizar la mirada y pensar sobre su pintura, que puede interpretarse como un retrato de la sociedad contemporánea. El artista deforma, agranda, trastoca y reflexiona sobre el mundo que se asfixia en la mentira e impide el contacto con la realidad”, comenta la curadora María Elvira Ardila.
“El mensaje que transmite con su obra es que tenemos que aprender a ser auténticos, a valorar lo que somos, lo que tenemos, nuestra forma de ser y nuestra personalidad. De lo que habla este trabajo es a que la distorsión no nos lleve a perdernos en lo que no somos y con la cual no nos identifiquemos. En que debemos ser lo que somos”, refiere.
Metamorfosis
La técnica pictórica y el cuerpo humano los conocen a fondo, y de esta manera logra pinturas figurativas, realistas, y un conjunto de imágenes distorsionadas que desafían la percepción convencional e invitan a cuestionar los límites de lo que se considera real. En sus lienzos, se encuentran rostros y figuras humanas que parecen someterse a una metamorfosis de emociones tanto sutiles como intensas que se manifiestan en expresiones faciales distorsionadas y cuerpos retorcidos.
Cada trazo transmite una sensación de turbulencia interna y una lucha profunda y compleja, y expone cómo las relaciones sociales están mediatizadas por las nuevas tecnologías de comunicación y la publicidad.
“Lo que quiero transmitir con mi trabajo son varias cosas que me generan inquietud: la primera es el afán que tenemos la mayoría de las personas en manipular o distorsionar nuestra personalidad o entorno debido a la gran presión que ejerce la sociedad. Mi obra a través de la distorsión de los personajes y el entorno es una forma simbólica y alegórica de mostrar cómo nos estamos dejando llevar por estas fuentes de manipulación, como son los medios, la sociedad, los entornos culturales que quieren que sigamos patrones y nosotros muchas veces lo hacemos…, por estar a la moda, por complacer a los demás o porque no nos sentimos a gusto con nosotros mismos, porque queremos mostrar simplemente una realidad que no nos pertenece, entonces queremos mostrar otra faceta de nuestra personalidad, con la cual no nos identificamos, pero creemos que al hacerlo vamos a ser más aceptados. Por eso quise trabajar mi obra desde lo alegre, un poco caricaturesca”, destaca Mejía.