Por Hernán Alejandro Olano García / Especial para EL NUEVO SIGLO
El papa Francisco, con la colaboración del periodista Carlos Musso, ha preparado durante los últimos seis años su autobiografía titulada “Esperanza”. En este libro de 400 páginas, el papa reflexiona sobre temas fundamentales para la Iglesia y la humanidad, aborda anécdotas personales y comparte su visión sobre diversos desafíos globales.
Uno de los puntos más destacados de “Esperanza” es su llamado a una Iglesia inclusiva y acogedora. Francisco recalca que la homosexualidad no es un delito, sino una realidad del ser humano. Además, enfatiza que ninguna ley canónica prohíbe a las personas transexuales recibir el bautismo. También asegura que estas personas pueden ser padrinos en los sacramentos. En una autocrítica sincera, reconoce haber negado la absolución a un patrono que violó a su empleada, contradiciendo su declaración previa de que nunca había negado el perdón a nadie. Además, critica la hipocresía de negar los sacramentos a los divorciados que han vuelto a casarse mientras se bendicen parejas homosexuales.
Francisco, también revela tres renuncias simbólicas que marcó desde el inicio de su pontificado. En primer lugar, decidió no vivir en los apartamentos pontificios. En segundo lugar, optó por utilizar zapatos ortopédicos debido a sus juanetes, dejando de lado los tradicionales zapatos rojos. Por último, eligió no usar pantalón blanco debajo de la sotana, explicando que no desea parecer un vendedor de helados. Estas decisiones reflejan su preferencia por la sencillez, que también se manifiesta en su crítica al tradicionalismo y al clericalismo en la Iglesia. Denuncia que, tras prendas costosas y ornamentadas, a menudo se esconden desequilibrios emocionales y comportamientos sectarios.
El libro también narra cómo se evitaron dos atentados en su contra antes de su viaje a Irak en 2021, un hecho que marcó profundamente su mensaje sobre la paz y la reconciliación, pilares fundamentales de su pontificado. Francisco comparte, además, su pasión por el fútbol, siendo seguidor del equipo San Lorenzo de Almagro de Buenos Aires. Este interés por el deporte conecta directamente con su mensaje de humildad y cercanía a las personas comunes, reflejando cómo pequeños gustos y pasiones pueden tender puentes de empatía y comprensión. Sin embargo, confiesa que nunca practicó este deporte debido a sus limitaciones, lo que le valió el apodo de “patadura” entre sus amigos.
Vida académica
En el ámbito cultural, Francisco cuenta anécdotas de su vida académica, como su encuentro con el escritor Jorge Luis Borges. A los 23 años, mientras era profesor de literatura en Santa Fe, apodado ‘Carucha’ por sus estudiantes, invitó a Borges a una de sus clases. A pesar de ser agnóstico, Borges rezaba cada noche el Padre Nuestro, cumpliendo una promesa hecha a su madre. Francisco recuerda incluso haberle afeitado en una ocasión, destacando su relación cálida con el escritor.
En “Esperanza”, Francisco también reflexiona sobre la mediación en conflictos internacionales. Critica la incapacidad de la comunidad internacional para detener masacres y hace un llamado a abordar las causas profundas de las guerras, condenando especialmente la violencia en Gaza y el terrorismo contra civiles. También comparte sus esfuerzos por promover la paz en Ucrania.
Infancia y juventud
Las memorias del papa incluyen también episodios personales de su infancia y juventud. Recuerda su casa en la calle Membrillar 531, donde vivió con su familia en medio de penurias económicas, pero siempre con la fortaleza de una sonrisa. Relata cómo, siendo obispo auxiliar de Buenos Aires, una exvecina, la ‘Porota’, dedicada al trabajo sexual junto a la Ciche, le visitó para contarle que había cambiado de vida y ahora cuidaba ancianos. Otro episodio conmovedor es su amistad con un compañero de la escuela técnica que, tras cometer un asesinato y cumplir condena, se suicidó. Francisco fue de los pocos que lo visitó en la cárcel, lo que consolidó su carácter empático y recto.
Francisco aborda, asimismo, la protección de las víctimas de abuso al interior de la Iglesia. Recuerda haber protegido a un joven parapléjico de un posible abuso por parte de un diácono, lo que le llevó a reflexionar sobre la dignidad y el respeto que merecen todos los hijos de Dios. En un ejercicio de autocrítica, reconoce sus errores y destaca la importancia de la humildad y la autenticidad en su camino espiritual.
El humor también es un componente esencial en la autobiografía. Francisco afirma que la ironía sana es una medicina contra el narcisismo y comparte varios chistes. Entre ellos, relata cómo, al llegar a Estados Unidos, pidió al chofer de una limusina que le dejara conducir. Al ser detenido por un oficial de tránsito, este informó a su superior que había detenido a alguien muy importante, ya que “el papa era quien conducía”.
Finalmente, Francisco señala que su autobiografía fue publicada en vida para mantener su actualidad, un acto que no solo asegura su relevancia contemporánea, sino que también invita a reflexionar sobre cómo estas memorias podrían influir en la percepción de su legado. “Esperanza” ofrece una mirada profunda y personal a la vida del papa, compartiendo experiencias que han moldeado su visión pastoral y su compromiso con la justicia social. El libro resalta la vulnerabilidad y la humanidad de una figura que, desde su sencillez, busca inspirar a millones alrededor del mundo.