La casa de Bernarda Alba, ahora en versión colombiana | El Nuevo Siglo
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Martes, 10 de Abril de 2018

Estrenándose en el rol de director, el actor de origen español,  Carlos Aguilar llega al escenario de la Factoría L’Explose con un clásico de la dramaturgia universal: La Casa de Bernarda Alba” o “Un grito Mudo de libertad” de Federico García Lorca, en temporada de estreno desde mañana y hasta el 5 de mayo.

En esta ocasión, interpretada sin modificaciones y apegada a la versión original, donde la actriz Ana María Arango da vida a una tiránica e intransigente Bernarda Alba, Brunilda Zapata a Poncia, Rosario Jaramillo a Maria Josefa, Abí Bermúdez a Adela y Devora Roa, Isabel Olano, Natalia Montes, Mónica Chávez y Magda Niño a sus hermanas. Con la dirección musical de Natalia Bedoya  y la  música en vivo de la violonchelista Sandra Parra.

La Casa de Bernarda Alba es la última de las tragedias rurales  de García Lorca, fue concluida el 19 de junio de 1936, es decir poco antes de su muerte. Se afirma que la historia fue inspirada en un hecho real, “En Granada, en la casa vecina y colindante a la nuestra vivía, “Doña Bernarda” una viuda de muchos años, ejercía una inexorable y tiránica vigilancia sobre sus hijas solteras.  Prisioneras privadas de todo albedrío, jamás hable con ellas, pero las veía pasar como sombras, silenciosas, siempre vestidas de negro” le conto en alguna ocasión el autor a su amigo Carlos Morla Lynch. 

Pero, con tantas versiones, homenajes y aunque todo el mundo la conoce la historia, por lo menos de referencia, ¿Por qué traerla de nuevo a las tablas?  Por dos razones: “Esta Casa de Bernarda Alba encarna la metáfora de la estructura familiar en Colombia, permeada por la influencia del catolicismo, la guerra y el machismo. Es una obra que explora la opresión social sobre las mujeres y el cambio que actualmente se vive, reflejado en Adela, uno de los personajes”. “El encierro al que están sometidas las hijas de Bernarda es el encierro mental de la sociedad colombiana, heredera de una tradición de sometimiento y tremendamente conservadora y cerrada” afirma el director.

Además, el público se encontrará con una puesta en escena minimalista, donde las atmósferas y los lugares son recreados mediante una iluminación austera y simbólica. El lenguaje corporal de los personajes está inspirado en el flamenco, en su economía de gestos, en su contundencia con la emoción a través del cuerpo, en su tono trágico. Con una sonoridad de los textos limpia, clara, rítmica, golpeada y musical, al mejor estilo español.

 Es que ¿quién no recuerda la historia de Bernarda? Madre de cinco hijas, de pensamiento retrogrado, que se ha dedicado a cerrar un circulo de hierro en torno a ellas para proteger su buen nombre y virginidad.   Que tras la muerte de su último esposo las recluye bajo un luto riguroso de ocho años, donde no verán la luz del sol ni tendrán contacto con el exterior.  Solo una de sus hijas: Angustias, la mayor, tiene la oportunidad de casarse con Pepe el Romano, pero él se siente atraído por la más joven de todas, Adela. Mientras se acerca el día de la boda, las pasiones ocultas de todas las mujeres de la casa, se desatan, ocasionando un trágico final para la familia.