Venezuela ha configurado su mapa literario de escritoras y escritores regados por todo el mundo a través de un inédito flujo migratorio que se dio hace algunos años. Sin embargo, hay que reconocer que a pesar de este episodio de nunca acabar sus autores han alcanzado premios internacionales. El último Premio Cervantes fue concedido a Rafael Cadenas. El barquisimetano, reconocido ahora como “el poeta nacional”, fue el primer venezolano en obtener tal reconocimiento.
La nueva literatura venezolana se escribe en Nueva York, México o Madrid. Y por estos días Venezuela se convierte en centro de la cultura con la Feria Internacional del Libro que comenzó en Caracas el pasado 9 de noviembre, donde Colombia es el país invitado con su lema “Elogio de la hospitalidad”, y también como muestra de hermandad entre las dos naciones.
La feria estará hasta el 19 de este mes, con una amplia oferta editorial y una programación conformada por 600 actividades literarias, académicas, profesionales, artísticas y culturales. De esta manera, el país busca rescatar la producción editorial, que con los años ha mermado.
Con cada edición de la Feria Internacional del Libro (Filven), el pueblo venezolano ha tomado consciencia de la importancia de esta cita literaria. Por ello, el Centro Nacional del Libro (Cenal) se propuso este año que la feria llegara a todos los estados del país, a diferencia de otras ediciones, que se hacían en algunas regiones.
“Este año logramos estar en todo el país. Para nosotros es un orgullo, porque la gente siente a la Filven como un derecho adquirido”, afirmó el viceministro de Fomento para la Economía Cultural y presidente del Centro Nacional del Libro, Raúl Cazal.
Novela
De acuerdo con el escritor Rafael Victorino Muñoz, la novela sigue dominando el pulso de la literatura, pero sin dejar de lado el cuento, cuya tradición en Venezuela ocupa uno de los primeros lugares.
“Se consumen sobre todo novelas de autores venezolanos que están fuera del país, historias orientadas un poco hacia la temática del exilio. Con voces literarias como Karina Sainz Borgo (1982), Rodrigo Blanco Calderón (1981), Juan Carlos Méndez Guédez (1967) y Alberto Barrera Tyszka (1960), entre otros autores”, destaca Victorino Muñoz.
La gente aún lee a Andrés Bello, Rómulo Gallegos, Arturo Uslar Pietri y Rafael Cadenas, los cuatro escritores venezolanos fundamentales que representan épocas especiales e inspiradoras de la literatura de su país. Esto reafirma que los lectores siguen la tradición novelesca que por años los ha caracterizado.
De acuerdo con el escritor, este último mes el libro más descargado en su país fue “Cuentos grotescos”, de José Rafael Pocaterra, también conocido por su obra “Memorias de un venezolano en decadencia”, editado por primera vez en 1922 por la Imprenta Bolívar, en Caracas.
“Los autores que también se están leyendo mucho son Igor Delgado Senior y Teresa de la Parra; estamos hablando de dos clásicos de autores que no son contemporáneos pero que siguen vigentes”, señala.
En el país vecino tres editoriales pertenecientes al Gobierno nacional son las que están más presentes en la edición y distribución, como lo son Fundarte, El Perro y la Rana y Monte Ávila.
“Son editoriales del Estado que tienen una amplia presencia, hacen convocatorias para concursos, hacen muchos ensayos políticos y otros temas que son distribuidos a través de la red de librerías del Estado. También se pueden descargar textos. Ahora bien, en la parte privada hay pocas editoriales, son muy pocas, salvo los clásicos escolares, pero la verdad es que la distribución y la lectura del libro de autor venezolano en el país son escasas. La gente también recurre a los libreros que tienen textos de segunda mano y que son bastante asequibles, hay libros que uno puede comprar a precio de librería”, manifestó el escritor de la página El Diente Roto, dedicada a difundir la literatura venezolana en todos sus géneros y de todos los tiempos.
El Gobierno venezolano está haciendo un buen papel para fomentar la lectura, aunque tenga sus detractores porque sin duda hay una orientación política en esas ediciones.
Voces literarias
Pese a la precariedad de las últimas décadas, hay voces de gran valor. Por ejemplo, Victoria de Stefano (1940-2023) fue una narradora sumamente singular que construyó una obra sobresaliente con estilo y calidad estética particularísimos, a cuyo encuentro lamentablemente la crítica ha tardado en llegar. Son notables obras como "Historias de la marcha a pie" (1997), "Lluvia" (2006) o "Vamos, venimos" (2019), novelas en las que prosa, profundidad y lenguaje articulan belleza y verdad. También es significativa la obra de Ana Teresa Torres (1945), en la que ha sido determinante su interés y gran manejo de lo histórico, la memoria, lo político, lo psicosociológico o lo distópico para convertirla en una referencia obligada en Venezuela. De su trabajo, resalto "El exilio del tiempo" (1990), "Doña Inés contra el olvido" (1992), "Nocturama" (2006), "Diorama" (2021) y "Cuentos completos" 1966-2001 (2002).
En un intento por destacar las letras del vecino país, el escritor Alirio Fernández Rodríguez diseñó un mapa interactivo que permite ubicar las voces de la literatura dentro y fuera del país, saber quiénes son, qué hacen y qué han publicado.
Este mapa interactivo quizá sea el primero en su tipo en Venezuela y se enmarca dentro de las narrativas interactivas para proponer otro modo de experiencia al lector y/o estudioso de la literatura venezolana.
Rodríguez señala que a comienzos del siglo XXI la literatura venezolana pareció dar un giro contra la tradición nativista y realista, pero además se vio obligada a interconectarse con otros países suramericanos. En este contexto apareció un fenómeno que aceleró la presencia significativa de escritoras y escritores venezolanos en el mundo, por lo menos desde 2010: la diáspora. Esto ha configurado un nuevo mapa en la literatura nacional, con autores en Laos, Israel, Hungría, Chile, Estados Unidos o Japón, por ejemplo, dando lugar a una literatura transterritorializada.