Jorge Franco es uno de los autores más leídos en los últimos años, no solo en Colombia, sino en el mundo entero, muestra de ello ha sido el rotundo éxito que ha logrado con Rosario Tijeras, publicada hace 25 años, pero que sigue vigente y muy en la memoria de sus lectores.
Por ello, el sello editorial de Penguin Random House este año publicó una edición conmemorativa de esta historia, galardonada en Gijón (España) con el Premio Internacional de Novela Dashiell Hammett 2000. Además, ha sido traducida a más de quince idiomas y fue llevada exitosamente al cine y a la televisión.
En diálogo con EL NUEVO SIGLO, Franco, Premio Alfaguara de Novela, habló de sus expectativas, desafíos y las glorias de una de las novelas más crudas y exitosas del escritor paisa.
EL NUEVO SIGLO: Han pasado 25 años y Rosario Tijeras sigue vigente, incluso, la historia fue llevada al cine, ganó premios, ha sido traducida a varios idiomas y ahora sale una edición conmemorativa. ¿Cuál es su perspectiva de todo esto?
JORGE FRANCO: Estoy sorprendido de la vigencia de la novela, sobre todo, porque hoy en día hay muchísimos lectores que no habían nacido cuando se publicó, que no vivieron y no padecieron la violencia de Medellín de esa época, pero que de todas maneras al leer el libro siguen encontrando espejos donde mirarse, ya sea en la historia o en el personaje. Durante todos estos años nunca dejé de hacer ese ejercicio de memoria, de recuerdo inmediatamente, de cómo comienzan a aparecer esas imágenes que me motivaron a contar un fragmento de esa historia dolorosa, trágica y violenta.
ENS: ¿Cómo logró nutrir esta historia muy a la realidad colombiana y llevarla a la ficción?, ¿cuáles fueron esas bases?
JF: Precisamente, la tomo de la realidad, sobre todo, la participación de la mujer en las pandillas del narcotráfico, hace un poco más de 25 años, cuando comencé a escribirla, me pasaron un estudio muy interesante sobre ese vínculo absurdo que existía entre lo religioso y lo criminal, es decir, como estos muchachos de las pandillas habían adoptado elementos de la tradición religiosa, paisa y colombiana a su nueva vida criminal y ahí yo me encontré unos testimonios de unas niñas privadas de la libertad en una correccional, en ellas había rabia, deseo de venganza, mujeres que primero fueron víctimas antes de ser victimarias y yo sentí que había una historia para contar, porque además ese fragmento de historia de Medellín si se estaba contando, pero desde el punto de vista masculino entonces para mí fue un descubrimiento entender el rol que estas niñas ejercían en la en la vida diaria de Medellín, a través de la violencia.
ENS: ¿Fue un desafío presentar a una mujer como protagonista en una época donde el país había mucho machismo?
JF: Por supuesto y que eso no ha cambiado mucho, pues de todas maneras hoy en día hay que tener más cuidado por las exigencias de aquellas personas que quieren que todo sea como políticamente correcto, entonces si uno plantea roles femeninos y donde la mujer está haciendo un uso de su belleza, de su cuerpo y de su sexualidad para salir adelante como lo hice yo con Rosario Tijeras en ese momento, eso causaba ciertos comentarios de todo tipo, de reacciones. Yo simplemente creo que estaba reflejando una realidad de lo que veía, percibía y encontraba también en los estudios donde se había creado, incluso, un prototipo de belleza relacionado con lo narco y que fue un referente que marcó la conducta de muchas mujeres en esa época.
ENS: ¿Es necesario seguir escribiendo sobre estas historias para sentar una reflexión?
JF: Todo país desde sus inicios lo que ha hecho es contarse a sí mismo y casi todas las culturas lo han hecho contando los errores, las fisuras, donde fallamos como condición humana cada una aferrada a una realidad, ya sean las dictaduras militares, el aislamiento político, la violencia psicológica, las invasiones, las guerras. En el caso de Colombia creo que los creadores de historias tenemos el deber y el derecho de contarnos como sociedad, a través de nuestros libros para reflexionar y conocer más la realidad.
ENS: Rosario Tijeras, El encierro a tiros, y en otras de sus novelas se narra la dura realidad colombiana, ¿cree que se ha podido superar de alguna forma esas vivencias?
JF: Ha habido cambios muy positivos en Medellín, como lo digo yo en el prólogo del libro, la Medellín de hoy es muy diferente a la de la novela, creo que esos cambios tuvieron una política muy acertada porque se hicieron desde la cultura, la educación, pero de todas maneras yo siento que hay tareas pendientes y que hay una parte de la herencia de narcotráfico que tal vez, creo que el legado más nefasto todavía sigue muy enquistado en la sociedad.
ENS: Su pluma se ha caracterizado por tener una tinta de novela negra, ¿cuál es su relación con el género?
JF: Yo caí por accidente en el género de la novela negra. Cuando Rosario Tijeras fue premiada con el Dashiell Hammett en Gijón, España, fui el primer sorprendido y cuando supe que la novela estaba nominada al premio tuvieron que darme una lección sobre cómo el género negro había evolucionado, había cambiado, se había vuelto un poco más amplio, no se limitaba. Entonces, Rosario Tijeras encajó en esa categoría. Me gusta leerlo, verlo en el cine, pero no siento que cuando escribo estoy incurriendo en un género en particular, trato siempre de sacar adelante una historia, de contarla de la manera más honesta posible, de cuidarla en su escritura y dejo que la lectura y la crítica la hagan otros.
ENS: Después de tantos, ¿qué le ha dejado Rosario Tijera?
JF: Muchísimas cosas. En primer lugar, un cambio drástico de vida, incluso estaba estudiando literatura cuando se publicó el libro y lo primero que tuve que hacer fue dejar la carrera a mitad de camino porque me tuve que ir acompañar el libro por el mundo, era una oportunidad única que yo no podía desperdiciar y eso me permitió conocer todos los recovecos del mundo editorial, literario, pero sobre todo, lo que siento con la novela y con el personaje es gratitud, porque me permitió ser una persona y un escritor diferente.
ENS: ¿Escribiría otro libro similar?
JF: Muchas de mis historias están vinculadas a la realidad del país, de hecho, yo escribí en el 2018 El cielo a tiros; ese libro es como una secuela de Rosario Tijeras, si bien ella no está ninguno de los personajes y es una temática diferente siento que es como la resaca de lo que yo conté en Rosario Tijeras, es la mirada de algo que pasó 20 años después de esa publicación.