“Le dedico mi silencio” (Alfaguara), es quizás la última novela del escritor Mario Vargas Llosa, obra que mezcla ficción y ensayo para hablar de un tema que obsesiona al autor desde hace años: la utopía, aunque, en este caso, aborda una utopía cultural con la música peruana como núcleo y pretexto.
En una entrevista con la Editorial Penguin Random House, Vargas Llosa dio detalles de su último libro, enfocándose en la importancia que tiene la música criolla no solo en su obra, sino en su vida
EL NUEVO SIGLO: ¿Tal vez esta fue la novela que le faltaba por escribir, una en la que el tema central fuese la música criolla?
MARIO VARGAS LLOSA: La novela demuestra que es imposible que un peruano no tenga contacto con la música criolla, que se ha expandido y penetrado en todos los hogares, desde los más humildes hasta los más pudientes. No es posible que una familia peruana no tenga contactos con esa música. En mi caso, seguramente, hay muchos elementos profundos relacionados con ella, porque siempre he sentido una atracción grande por la música criolla, así que a la hora de escribir es inevitable que se cuele en mis personajes. Pero hasta este momento nunca había sido un asunto tan central de una novela mía. He tenido que esperar a mis ochenta y siete años para que lo sea.
ENS: La música criolla es sentimental, apasionada, a veces truculenta y patriótica, huachafa. ¿Cómo definiría el criollismo?
MVL: El criollismo es una exaltación de la música peruana, que tiene que ver con ciertos hechos históricos y sociales que en la imaginación popular cobran otra dimensión, se enriquecen, gracias a ella. Por ejemplo, es una música muy determinista de lo peruano que a veces se burla un poco de los extranjeros, de forma muy risueña, que presenta una caricatura del de fuera y así robustece eso que se llama el ‘alma nacional’.
ENS: ¿Escribir ficción no es un pretexto para vivir aventuras como las de sus personajes?
MVL: Hay algo de cierto en que me gusta vivir la aventura de mis propios personajes, aunque no necesariamente sea algo tan consciente. Yo había estado de chico en Puerto Eten y tenía un recuerdo vago, pero quería revivirlo, y, además, quería recorrer otra vez, como lo había hecho hacía mucho tiempo, los paisajes desérticos de la costa peruana, con las aguas del Pacífico tratando de tragarse las piedras de la Cordillera y los pueblecitos cercanos. Para mí era importante ver todo eso. Hay pocas cosas que se averiguan sobre el guitarrista en Puerto Eten en la novela, pero recuerdo que desde que pensé en el personaje del guitarrista, lo asocié con el muelle de Puerto Eten, que tenía en algún lugar de la memoria porque había ido de chico con mis abuelos.
ENS: Algunos de sus personajes han sido un gran huachafo, uno fabuloso e hilarante. Me refiero a ‘Pedro Camacho’, el escribidor de radionovelas de La Tía Julia y el escribidor. ¿Están emparentados Toño Azpilcueta y Pedro Camacho?
MVL: No lo había pensado, pero sin duda, ahora que lo mencionas, hay algo que emparenta a estos personajes y es la huachafería. Camacho no es peruano y la huachafería es sobre todo peruana, aunque hay algo de esto en otros países de América Latina, también. Sin embargo, Camacho, que es boliviano, vive en el Perú, y, además, Bolivia tiene tanta relación cultural con el Perú que no debe extrañar que ese personaje también sea huachafo. Pero la huachafería partió del Perú, es una invención peruana.
ENS: Siempre ha sentido mucho interés por la cultura popular latinoamericana, sobre todo por esos productos culturales, de truculencia, de romanticismo llevado al extremo. ¿Qué le seduce de estas formas de expresión?
MVL: Sin ninguna duda, me seducen, pero guardando una cierta distancia, por supuesto. Hay una ligazón con esos excesos que quizá esté en la raíz de mi vocación de novelista, pero al mismo tiempo tengo una mirada crítica sobre ellos a la hora de reflexionar, pensar, etcétera.
ENS: ¿Cómo fue la investigación que hizo para escribir esas referencias a la música peruana, a los compositores y cantantes, incluso al cajón peruano?
MVL: Como hago siempre, me documenté y leí mucho, tanto sobre el origen de la música peruana como sobre todo lo que la rodea, el aspecto artístico y el social, y también sobre el país, sobre la clase media peruana, sobre la huachafería. Eso se refleja, efectivamente, un poco de las partes del libro que son los artículos de Toño en distintas publicaciones y en el libro que está escribiendo (porque en algunas partes del libro hay ambigüedad sobre si se trata de artículos o de su libro). Y en el viaje al Norte en 2022 aproveché para hablar con algunas personas, vi a algunos músicos y fui a una peña criolla. Siempre necesito investigar bien los asuntos de los que escribo, aunque luego me tome todas las libertades de un novelista.
ENS: Comienzas hablando de los callejones de Lima, donde empezó a cultivarse el criollismo y de donde salieron los mejores cajoneadores y guitarristas. ¿Es, quizá, el primer momento en el que la creatividad popular atrae y seduce a las élites peruanas?
MVL: Las élites peruanas experimentan una transformación gracias a la huachafería en gran parte y la música criolla, que tiene un importante elemento huachafo. Tiene que ver con eso. Primero esa música seduce a la clase media más popular, en la que las señoritas se emocionan profundamente con los valses que cuentan las miserias de los hogares y familias, mientras los hombres beben cantando sus penas, pero luego eso va escalando y las élites sienten también una atracción por esa música, que va influyendo en su forma de hablar, de relacionarse. Es uno de los pocos dominios donde se produce este fenómeno, pero lo importante es que es la clase media la que lo hace posible y sirve de correa de transmisión.
ENS: ¿Qué ha significado para ti entregar tu vida a la literatura?
MVL: Es, para mí, una de las cosas más hermosas. La literatura me ha dado enormes satisfacciones y he conseguido dedicar mi vida a ella, algo que jamás pensé, cuando era joven, que sería posible. Es una actividad que ha ‘comido’ prácticamente toda mi existencia. He trabajado siempre en la literatura y cerca de la literatura. A menudo digo que yo no conozco discotecas porque cuando la gente iba a discotecas yo me dedicaba a la literatura, y aunque eso parezca una mera anécdota, en cierta forma lo dice todo. Ha sido una pasión, una entrega total, mi disciplina, mi dedicación, mi diversión, mi compromiso, todo.