Si queremos avanzar en la construcción de una sociedad saludable, con mayores probabilidades y expectativas de vida y en la que los adultos sean productivos y parte activa de las familias y las comunidades, es necesario comenzar a controlar y vigilar el peso en nuestros niños.
Ellos deben ser monitoreados en peso y talla, para lo cual existen indicadores de peso corporal en las curvas de crecimiento y desarrollo que están avaladas por el Ministerio de Salud. "Para saber si el niño está en condición de obesidad, es necesario que sea evaluado por un profesional de la salud”, expresó el nutricionista Gustavo Díaz, docente de la Facultad de Medicina e investigador del grupo de Nutrición y Genética de la Universidad El Bosque.
Para Luz Helena Buitrago León, directora de la especialización en Psicología Clínica y Desarrollo Infantil de la Universidad El Bosque, es importante evitar que los padres hagan comentarios que generen confort en el peso de los niños, como: “así somos todos en la familia… gorditos”, y también desmitificar que la obesidad en niños es sinónimo de ternura.
Recomendaciones
De acuerdo con el nutricionista Gustavo Díaz, investigador del grupo de Nutrición y Genética de la Universidad El Bosque, se deben tener en cuenta los siguientes consejos:
Porciones adecuadas: Los niños están en proceso de crecimiento, por lo que no es aconsejable restringirles el consumo de alimentos que les están proporcionando nutrientes. Lo importante es darles las porciones adecuadas de estos alimentos para su edad.
Consumo de alimentos saludables: En la dieta de los menores se deben incluir frutas, verduras, papa, yuca, arroz, pasta, entre otros, que son de importancia en todos los niños. Al mismo tiempo, se debe evitar el consumo excesivo y/o habitual de dulces, gaseosas, alimentos de paquete y fritos.
Actividad física: Buscar actividades de movimiento y recreación para los niños con el fin de que eviten el sedentarismo. Se aconseja limitar el tiempo frente a los dispositivos electrónicos y disminuir el tiempo que permanecen acostados o sentados.
Monitoreo de hábitos: Los responsables de los menores deben estar al tanto de las rutinas de los niños y de su comportamiento, ya que la obesidad se puede generar por diferentes factores como el bullying, maltrato, abuso infantil o trastornos hormonales.
Chequeos médicos: Es importante monitorear la salud de los niños para descartar un posible problema hormonal que también puede manifestarse con exceso de peso en la infancia, como el hipotiroidismo u otros trastornos que podrían verse relacionados.
Permitir elecciones: En algunas oportunidades, y si es posible, permita que el niño escoja sus alimentos, esto le hará sentir que es capaz de decidir. Procure que las alternativas todas sean sanas, para que cualquiera que elija dentro de sus preferencias asegure una sana alimentación.
El ejemplo empieza en casa: Sea usted un buen ejemplo y modelo en hábitos saludables de alimentación. Déjele ver que disfruta la comida sana y explore junto con él nuevos sabores, texturas y colores de alimentos
La obesidad es un factor de riesgo a largo plazo para el cáncer, hipertensión y diabetes. A corto y mediano plazo puede afectar la parte psicológica, generando alteraciones de la autoestima y la autopercepción de la imagen corporal.
“No es aconsejable que los padres comprometan los alimentos como forma de expresar afecto por sus hijos, para que estos evadan sus emociones, o como recompensa para que realicen ciertas actividades”, comenta Buitrago
Es importante que los padres estén atentos a los comportamientos de los niños, al tener obesidad pueden ser víctimas de bullying. Algunas señales que pueden indicar esto son: inconformidad de los niños con su cuerpo, conductas que busquen ayudarle a bajar o subir de peso rápidamente pero que pueden hacerle daño.
“Al comprometer el alimento con las emociones, los niños pueden empezar a utilizarlo como mecanismo para afrontar el estrés u otras emociones negativas. Es tan importante una alimentación afectiva sana, como una alimentación nutricional sana. Recordemos que en muchos contextos podemos encontrar más tasas de desnutrición afectiva que alimentaria”, menciona Buitrago.