Vida real vs. Vida on line | El Nuevo Siglo
Domingo, 26 de Julio de 2015

¿Si el tiempo se divide entre el trabajo, estudio, tareas, ocupaciones, trajines diarios, si acaso el gimnasio o el deporte, comer, seguir trabajando, las compras, las deudas, los trancones (que bien sirven para revisar y/o actualizar Whatsapp, Facebook, Twitter o Instagram), qué tiempo nos queda para soñar?

Si no se lo había preguntado hasta hoy, piénselo. Si bien la tecnología y la inmediatez que esta proporciona ha acortado las distancias, ha hecho (y seguirá haciendo) una brecha enorme en las relaciones interpersonales. Y si no está seguro de que así sea, tómese unos minutos para mirar a su alrededor donde quiera que se encuentre ahora: personas muy diferentes, cabezas gachas, audífonos, pulgares ocupados deslizando una pantalla táctil, dando ‘likes’ o creando ‘hashtags’, o los más ‘tradicionales’ estarán frente al computador.

Que la esclavitud era un asunto de hace siglos, cuando los indígenas eran sometidos por los colonizadores españoles, es algo que entra en discusión fácilmente hoy en día. Si bien es cierto que ya no hay grilletes de cobre que obliguen a las personas a permanecer cautivas y bajo las órdenes de un capataz, las cadenas han evolucionado hasta ser casi imperceptibles y pasar por inofensivas.

Sin asomarse si quiera el revolucionario invento de la internet, ya el teórico de la comunicación Marshall McLuhan, filósofo canadiense (1911-1980) vislumbraba una sociedad de la información. En las décadas de los 60 y 70, McLuhan utilizó por primera vez el término aldea global para referirse a la interconexión humana a escala global generada por los medios de comunicación electrónicos, famoso también por la sentencia: el medio es el mensaje. Y eso que este erudito no vivió en la época de la mensajería instantánea.

Para ampliar el tema, el doctor Edgar León, psicólogo clínico experto en relaciones afectivas, compartió sus apreciaciones acerca del tema.

EL NUEVO SIGLO:Teniendo en cuenta la era globalizada y mediática en la que vivimos, desde su experiencia, ¿cómo cree que afecta el auge de las nuevas tecnologías a la comunicación real y directa?

EDGAR LEÓN:Primero que todo, es una realidad, y ante la realidad lo más prudente es adaptarse. Es una realidad que nos impone la tarea de ajustarnos gradualmente al cambio. Un ejemplo es que si hace 20 años no existían avances en la parte tecnológica y hoy sí, gradualmente nos vamos a dar cuanta que quien no las use o no las aprenda a usar, al menos en la parte mínima, se está quedando atrás porque se empieza a generar una competencia, en todos los campos. Si yo no me adapto, si no me ajusto al cambio, voy quedándome atrás, voy involucionando. Todo campo del desarrollo del ser humano está siendo impregnado por la tecnología, por lo tanto el principio de adaptación debe darse.

ENS:¿Por qué considera usted que la necesidad de estar hiperconectado 24/7 es algo a lo que no pueden escapar las personas hoy en día, sobre todos los jóvenes?

EL:Esa es una palabra clave, la idea es estar conectados. Hoy en día, a diferencia de años atrás, lo indispensable no es la tecnología como industrialización sino como información. Entonces, la persona que esté mejor informada es la que coge ventaja, eso es básicamente lo que induce al consumo de la tecnología. Pero esta palabra es clave: hiperconexión. Cada vez que hablamos de hipo o hiper estamos refiriéndonos a extremos, y cualquier extremo como decían las abuelas  es vicioso. Qué quiere decir eso, cuando exageras el uso de la tecnología y estás conectado permanentemente, 24 horas al día los 365 días del año, se crea una adicción.

 

Adicción

 

ENS:El primer paso para reconocer un problema es aceptar que se tiene. ¿Qué deberían tener en cuenta los amantes de la tecnología y las redes para no caer en adicciones?

EL:Lo mismo que pacientes con otro tipo de problemáticas, de otro tipo de adicciones le preguntan al terapeuta: ¿cómo hago para bajar de peso, doctor?, y yo les digo: tu problema no es el peso, el peso es el resultado de tu problema. El problema entonces se divide: deja de centrarse en la consecuencia y se empieza a centrar en el origen. En otras palabras, si ya la persona es adicta a la tecnología, en vez de decirle: usted anda pegado en esto, es como seguir hablándole a la persona obesa de su gordura. Y así no va a ocurrir ningún cambio en la persona. Uno le puede citar ejemplos para que la persona caiga en cuenta e identifique si es su caso: tengo unos papás ausentes, me queda mucho tiempo, qué hago, no tengo amigos. El problema no es que se meta en las redes sociales sino que trate de llenar esos vacíos de esa manera. Hay que bajarle un poco el tono de gravedad a las redes, internet y la tecnología y concentrarse más en lo que origina el apego a estas.

ENS:Como profesional, ¿qué les recomienda a los padres de familia con respecto al tema de la conexión de sus hijos?

EL:Primero, ser congruentes. La tecnología no es algo que tengamos que sacar a patadas, es algo que el niño necesita para aprender a madurar porque en la medida en que aprenda a manejarla, va a ser más adaptativo al sistema de hoy día. Dónde está la clave, en los excesos. Y está la pauta de crianza fundamental, la primera misión de un padre es enseñar a fijar límites.