Con un trabajo impecable, la Argentina de Lionel Messi puso fin a 28 años de sequía, tras derrotar 1-0 a Brasil en la final de la Copa América, en lo que bien se podría catalogar como el ‘Maracanzo’ de este siglo.
Ángel Di María convirtió el solitario gol de la Albiceleste, en un partido que por momentos resultó muy cortado, con mucha fricción y pocas emociones en los arcos, pero bien planteado por el técnico Lionel Scaloni.
Brasil, que ya se había visto mal en el primer tiempo frente a Colombia y ante Ecuador, se olvidó del ‘jogo bonito’ y terminó como cualquier equipo de planeta, apelando a la montonera de atacantes para intentar derribar el cerco defensivo montado por el rival, primero con cuatro hombres en el fondo y luego con un cinco, cuatro uno que le permitió cortarle todos los circuitos.
Fue tan colectivo el trabajo de Argentina que esta vez ‘La Pulga’ se preocupó menos por brillar y se dedicó a trabajar al igual que sus compañeros. Por ello se le vio corriendo, estorbando, intentando recuperar balones, sin olvidar su función principal que no es otra que la de genera fútbol ofensivo y marcar goles.
Y, estuvo a punto de hacerlo, solo que al enganchar el golero brasileño le sacó el balón. Por eso se va de la Copa América como uno de los goleadores con cuatro tantos. El otro es el colombiano Luis Díaz.
Argentina llevaba 28 años sin ganar la Copa América, la última fue en Ecuador en 1993 y a Messi siempre que se le calificaba como el mejor jugador del mundo se le reprochaba cómo podía hacerlo si nunca había ganado nada con su selección.
Pues bien, ya lo hizo y ahora le queda tiempo para intentar lleva a la Albiceleste a conquistar un mundial. La oportunidad será en Catar el próximo año, con un técnico que generaba dudas pero ayer le ganó la partida al experimentado Tite y con un plantel que se ha ido renovando y en el que uno de los grandes estandartes es el portero Emiliano Martínez, a quien se le puede criticar por bocón, pero que es seguro.
Los dirigidos por Scaloni en la primera fase de la Copa no convencieron. Su afición siempre le reprochó ese juego poco ortodoxo, aunque efectivo en el que el único que aportaba talento era Messi y los demás puro físico.
Pero se vio un equipo compacto, con una defensa solvente, sólida y con mucho oficio, así como con un sector medular que no solo se dedicó a destruir el juego del rival, sino a construir para ir en busca del pórtico rival.
Es ahí en donde emergió Rodrigo De Paul, quien ayer fue el artífice del pase que terminó en el gol de Di María (con complicidad de su marcador) y en el pelotazo para Messi tuviera la oportunidad de marcar, solo que en el amague la perdió.
Con el triunfo ante un puñado de centenares de asistentes, Argentina igualó a Uruguay, con quince títulos, en la punta de las selecciones más ganadoras de la competición suramericana.
La alegría de La Pulga fue, sin embargo, la tristeza de su amigo ‘Ney’, ausente por lesión de la competición de 2019, en la que Brasil ganó su novena copa.
- Le puede interesar: Tour de Francia: Higuita tercero y Chaves en top 10 en etapa 14
Pronóstico acertado
En la antesala de un partido que, dijo, sabía cómo paralizar al mundo, el zaguero brasileño Marquinhos se atrevió a pronosticar que la esperada final sería una pelea de boxeo.
Lo afirmó, claro, en sentido figurado, porque aunque hubo golpes y la tensión se podía cortar con un cuchillo, no sucedió nada fuera del reglamento.
En la grama del Maracaná, la misma donde Uruguay protagonizó el inolvidable ‘Maracanazo’ en 1950, hubo muchas mariposas flotando, las de Muhammad Alí, y pocas abejas picando. Pero cuando lo hicieron, fueron pinchazos letales.
“Flota como una mariposa, pica como una abeja”. Argentina aplicó el mantra del mejor boxeador de todos los tiempos para herir a un Brasil pasmado, superado en el mediocampo y con problemas para alinear su circuito ofensivo.
El duelo entre los principales ‘púgiles’, Messi y Neymar, fue de observación, aunque el argentino tuvo más movilidad, empeño, frente a un brasileño que buscó el choque y padeció la desconexión de su equipo.
La Albiceleste, en el primer tiempo, hizo lucir incómoda a la zaga local, que suele aceitar a la ‘Canarinha’ cuando tiene espacio para salir jugando.
En su esquina, el novel Lionel Scaloni,de 43 años, le ganaba la mano al experimentado Tite, de 60.
Superado en la parte inicial, el sexagenario removió el tablero pronto.
El mediocampista Fred no regresó de los camerinos para dar paso al delantero Roberto Firmino.
En una jugada arriesgada, quizás previendo que a lo largo del torneo Argentina aflojó en los segundos tiempos, dejó solo a Casemiro en la contención.
Brasil regresó a sus raíces de equipo dominante y retomó el control de la pelota. En pocas palabras, volvió flotar y por poco pica.
Richarlison aprovechó un despiste en la marca de Marcos Acuña para ingresar solitario por la banda derecha y soltar un latigazo que exigió a Emiliano Martínez.
Además del derechazo de Richarlison, el ‘scratch’, cuyo ataque ya venía a menos, pudo emparejar la cuenta en un remate fuerte de ‘Gabigol’ que Martínez despejó a falta de cinco minutos para el final.
Argentina mantuvo cualquier peligro lejos del arco y amagó con ampliar su ventaja en contraataques o recuperando la pelota en salidas brasileñas.
Sin fútbol y con mucha disputa, la Albiceleste resistió. Rompió una sequía de casi tres décadas y le dio una alegría con sabor a alivio al que muchos consideran el mejor jugador de la historia.
Brasil, en cambio, confirmó la sensación que se tenía: no es un equipo del otro mundo sino de este y que cuando se encuentra con un rival que le corta los circuitos y no deja pensar a Neymar, no tiene soluciones.
Tite optó por enviar delanteros a la cancha, olvidó el talento y buscó en el pelotazo la solución a sus problemas.
Su desespero fue tal que
Fue un partido muy cortado, sí, con cerca de 40 faltas y 7 tarjetas amarillas pero pudieron ser más, y al final ganó el que mejor planteó las acciones y el que cobró por ventanilla uno de los errores de la defensa local.
No quedaron dudas. Ganó el que mejor hizo las cosas y Brasil se quedó con la ilusión de ser bicampeón porque le faltó algo que siempre le ha sobrado: fútbol, ideas y gol.
Ahora, no es que a Argentina le haya sobrado fútbol, sí un gran planteamiento táctico, mucha actitud, entrega y decisión.
Para Messi, que solo había celebrado con Argentina en 2005 con la Sub-20 y en los Juegos Olímpicos Pekín-2008 con la Sub-23, por fin se cumplió su sueño. Quería algo distinta incluso a sus 35 títulos con el Barcelona. Quería festejar con el país que había visto su último título hace 28 años, con la camiseta que nunca se va a cambiar. Y lo logró.