Con una espectacular remontada, la tenista japonesa Naomi Osaka derrotó este sábado a la bielorrusa Victoria Azarenka y alzó su segundo título del Abierto de Estados Unidos, donde ha emergido también como una poderosa voz del deporte contra el racismo.
Con este triunfo Osaka suma su segundo US Open, tras el de 2018, y la tercera corona de Grand Slam de su carrera mientras que Azarenka no pudo completar su inesperado renacimiento deportivo en la primera gran final que disputaba desde 2013.
Osaka, de 22 años, batió a Azarenka, de 31, por 1-6, 6-3 y 6-3 en una hora y 53 minutos de juego en la pista Arthur Ashe de Flushing Meadows (Nueva York), el mismo escenario donde irrumpió por sorpresa en la élite del tenis con su inesperada victoria ante Serena Williams en 2018.
El ambiente, sin embargo, era completamente distinto, con las gradas ahora vacías por culpa de la pandemia de coronavirus, que deslució la competitividad de este US Open provocando numerosas y notables ausencias dentro del circuito femenino.
Dos años después, Osaka también ha sufrido una gran transformación desde aquella extrema timidez que apenas le permitió pronunciar unas palabras frente a su ídolo Serena Williams, a la tenista campeona de tres Grand Slams y deportista mujer mejor pagada del mundo que es hoy, lo que le da la confianza para implicarse en las actuales reivindicaciones del deporte por la igualdad racial.
Después de negarse inicialmente a jugar las semifinales del torneo de Cincinnati en agosto, sumándose al boicot de la NBA por el ataque policial a Jacob Blake, Osaka llegó al US Open con siete mascarillas con nombres de afroestadounidenses víctimas de la violencia y cumplió su promesa de usarlas todas en su camino a la final.
Cuando se le preguntó en la ceremonia sobre qué mensaje quería enviar con este gesto, una Osaka segura de sí misma devolvió la pregunta. "Cuál es el mensaje que tuvisteis sería más bien la cuestión", respondió. "Siento que lo importante es conseguir que la gente comience a hablar".
"He estado en esta burbuja y no sé bien lo que ha estado pasando en el mundo real. Solo puedo decir qué pasa en las redes sociales y cuanto más 'retweets', más gente habrá hablando de esto", afirmó.
Con su imparable sinceridad, Osaka también replicó el deseo expresado por Azarenka de competir en más finales en el futuro.
"Quiero felicitarte Vika. De hecho no quiero jugar contra ti en más finales. Fue un partido muy duro para mí", afirmó Osaka. "Ha sido muy inspirador para mí porque te veía jugar aquí cuando era más joven y tener la oportunidad de jugar contra ti ha sido genial. Aprendí mucho".
"Quiero agradecer a todo el mundo que vino en una situación tan difícil", dijo en su turno Azarenka. "Es una bendición estar aquí. Ha sido un largo camino llegar aquí pero fue divertido. Espero veros a todos pronto".
Remontada de campeona
La final fue todo un duelo generacional entre las dos mejores jugadoras con diferencia en estas tres últimas semanas de tenis en Nueva York.
Osaka, número 9 de la WTA, y Azarenka (27) ya debieron enfrentarse en la final del torneo Premier de Cincinnati (jugado en Nueva York) el 27 de agosto, pero la japonesa abandonó previamente por molestias físicas.
El pronóstico de este sábado era incierto ya que si bien Osaka ha sido infalible en finales, Azarenka ha mostrado también un altísimo nivel en Nueva York y llegaba repleta de confianza tras su triunfo con remontada ante Serena Williams en semifinales.
Osaka, que tiene uno de los mejores servicios del circuito, comenzó a sentirse insegura sacando desde el primer juego, en el que la bielorrusa consiguió un 'break' que le dio confianza para subir a la red más que su rival.
Azarenka volvió a romperle el servicio logrando una ventaja de 4-1, con Osaka dejando caer la raqueta al suelo.
La joven jugadora hacía visibles esfuerzos por contener su frustración después de acumular 11 errores no forzados en ese punto del partido.
En la segunda manga la japonesa comenzó a sacudirse los nervios y a ser mucho más agresiva con su derecha y en las devoluciones del servicio de su rival.
"Pensé que sería muy vergonzoso perder en menos de una hora asi que traté de esforzarme al máximo y dejar de tener una mala actitud", explicó Osaka después.
La estrategia le dio frutos a la japonesa con puntos de una potencia desmoralizadora para Azarenka, consiguiendo dos 'breaks' para ponerse 4-3 y luego sellar el set 6-3.
La tercera y definitiva manga arrancó con la confianza instalada del lado de la japonesa, que no tardó en romperle el servicio a Azarenka y colocarse 3-1 en cabeza.
La bielorrusa se negaba a arrojar la toalla y le volvió a romper el servicio para acercarse 4-3, pero Osaka hizo lo mismo en el siguiente juego asegurando el título y su imbatibilidad en las grandes finales.