EL MOMENTO que vive la Selección Colombia no es cuestión del azar, sino producto de un proceso evolutivo que inició hace muchos años y cuyos técnicos no han llegado a “construir sobre lo construido”.
A ello se suman una serie de factores que han permitido el crecimiento del fútbol colombiano, por lo menos a nivel de selección porque de clubes todavía se está en deuda.
En esa evolución han tenido que ver los directivos, quienes, aunque no han sido ajenos a errores, han corregido y trabajado para que los resultados se den.
Hoy la Selección Colombia es vista como la mejor de la Copa América, torneo al que llegó como una de las cuatro candidatas al título y, además está en zona de clasificación para el Mundial de 2026, a realizarse en México, Canadá y Estados Unidos.
Sus 28 fechas sin conocer la derrota, alto rendimiento línea por línea es la sumatoria de condiciones técnicas de los jugadores, su capacidad para sacrificarse y como ellos mismos dicen, “tirar todos para el mismo lado” y un trabajo planificado al detalle, con seguimiento a cada uno de los integrantes de la lista de elegibles y el saber del cuerpo técnico qué le puede aportar cada uno.
Del pasado se recuerda el trato que recibían hombres como el ‘Tino’ Asprilla y del presente lo hecho para recuperar física y anímicamente a James Rodríguez, hasta hoy la gran figura de la Selección por sus asistencias y especialmente por su liderazgo.
Sin embargo, el equipo no es solo James, no. Es un conjunto en el que todos tienen objetivos en común. El primero era llegar a la final de la Copa América y ya lo cumplieron. El segundo ganarla y están a 90 minutos de lograrlo. Y, el tercero, el Mundial de 2026. Una vez se consiga esa meta, la siguiente será superar lo hecho en Brasil 2014. Por ahora Colombia marcha tercera en la eliminatoria.
¿Cómo ha sido el camino recorrido para alcanzar el nivel en que está la Selección? EL NUEVO SIGLO hace un recuento de lo que ha sido este proceso evolutivo, no revolucionario ni de cambios extremos, sino de mejoramiento continuo y de ir corrigiendo cuando ha sido necesario.
- Proceso. A pesar de que Colombia fue subcampeona de la Copa América en 1975 y que unos años atrás estuvo en el Mundial de Chile en 1962, de cuyos recuerdos se vivió por muchos años por aquél 4-4 con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, no fue hasta 1985 cuando se empezó a dar un verdadero cambio en la actitud de los jugadores. No se puede olvidar que por muchos años la convocatoria a una Selección era vista no como un premio, sino como una especie de “castigo” y que a ese ‘desgano’ se suma el miedo escénico que representaba enfrentar a Brasil, Argentina o Uruguay.
Fue el técnico Luis Alfonso Marroquín quien inició ese proceso para cambiar la mentalidad del jugador colombiano con ese equipo Sub-19 que maravilló en el Suramericanos de Asunción y del que formaban parte René Higuita, Álvaro ‘Calidad’ Núñez, Jhon Edison Castaño y la ‘Turbina’ Tréllez. Esa labor que inició Marroquín la continuaron Francisco Matura y Hernán Darío ‘Bolillo’ Gómez, quienes se encargaron de potenciar a los jugadores y el resultado fue la clasificación consecutiva a tres mundiales y la conquista de la Copa América en 2001.
Luego vino un bache hasta que llegó José Pekerman, quien tenía como asistente principal al hoy técnico de la Selección, Néstor Lorenzo. Ese trabajar a partir de lo que había (una idea de que el fútbol colombiano era más técnico que físico), valió clasificar a dos mundiales y en uno de ellos, el de Brasil 2014, alcanzar los cuartos de final y, por ende, tener la mejor participación en este tipo de citas, sin olvidar que se mantiene vigente el sabor amargo de ese gol anulado a Yépez.
- Mentalidad. El futbolista colombiano ha cambiado sustancialmente en este aspecto. Representar a su país es un honor que no tiene precio. Además, ya no se siente inferior a sus rivales.
- Rendimiento físico. También se ha progresado es aspectos como el físico a punta de trabajo y en el biotipo. Hoy el jugador colombiano tiene lo que los técnicos de antes llamaban “lomo”, ya no son de esos que se pueden sacudir fácil o que se sentían inferiores por su estatura.
- Calidad. El jugador colombiano, por lo regular ha sido calidoso, pícaro y hábil, pero sus virtudes se quedaban para entre casa. A duras penas se exportaba uno que otro, como el ‘Caimán’ Sánchez, el médico Gabriel Ochoa o Ernesto Díaz, quienes tuvieron éxito, pero otros cruzaban la frontera y tenían que devolverse porque no se adaptaban a su nueva vida y a las exigencias del medio. De un tiempo para acá eso no ocurre porque el jugador se mentaliza para triunfar, ganar dinero, sacar a sus familias adelante y ganarse un puesto en la Selección. Por eso James triunfó en el Real Madrid y el Bayern Múnich, Juan Guillermo Cuadrado en la Juventus y Luis Díaz en el Liverpool.
- Ídolos. También ha sido fundamental que las nuevas generaciones hayan tenido referentes. Carlos Valderrama, Fredy Rincón, Leonel Álvarez, en el pasado; o Falcao García y James, como lo reconoció ‘Lucho’ Díaz, porque ellos son una invitación a emularlos y superarlos.
- Humildad. Es factor fundamental la humildad, tener los pies sobre la tierra y el jugador colombiano dejó en el pasado el ser agrandado y egoísta, y comenzó a ser humilde y a pesar en función del grupo. En la actual Selección Lorenzo ha logrado hacer del grupo una familia en la que todos ponen, en la que no existe el complejo de superioridad y mucho menos el de inferioridad, en el que todos son iguales y su aporte tiene el mismo valor.
Por eso, su esta Selección juega bien, nadie se queja, todos trabajan y tienen un objetivo común, el inmediato ganar la Copa América, pero no hay que olvidar que el rival es el actual campeón del torneo y campeón del Mundo. Y el siguiente, el Mundial de 2026. Todo lo hecho, lo que se haga y lo que se siga haciendo es producto de un proceso evolutivo no de llegar a destruir para arrancar de cero.