Indígenas promueven innovación en tejidos | El Nuevo Siglo
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Viernes, 5 de Noviembre de 2021
Redacción Economía

Flor del Carmen Imbacuán Pantoja es una indígena de 36 años que nació en el municipio de Cuaspúd, en el resguardo Carlosama, cerca al paso fronterizo entre Ecuador y Colombia; esta mujer de mirada penetrante y negra cabellera es la precursora de Hajsu Etnomoda, un sueño que nació hace 10 años entre tejedoras y ovejas, y que lentamente se ha ido materializando.

A los nueve años, Imbacuán ya hacía vestidos para sus muñecas. Creció entre tejidos, lana de oveja, telares y tejedoras que de generación en generación se han dedicado a esta práctica.

Años más tarde logró profesionalizarse y hoy es una diseñadora de modas que dedica su vida entera a crear ideas que mezclan moda contemporánea y ancestral. “Ser artesano es un don y un gusto por lo propio”, asegura Flor, quien estuvo en el stand de la Agencia de Desarrollo Rural, en el marco de Agroexpo.

El paso por la universidad, la madurez y la experiencia, le permitieron a Flor consolidar la idea de traducir el tejido propio de sus orígenes, en colecciones globales contemporáneas. Así nació Hajsu, que en quichua, el segundo idioma más hablado de la familia de las lenguas quechuas, significa "vestuario indígena".

Las “guardianas del legado” son las tejedoras del cabildo indígena de Carlosama que se dedican día a día a tejer pañolones, abrigos, chalecos, ruanas, chumbes, entre otras prendas de vestir que están diseñadas 100% a mano con fibras naturales en lana de oveja, seda natural y algodón.

Hoy, gracias a la gestión de Flor y a la cooperación de las autoridades indígenas, las prendas que realizan estas mujeres han sido comercializadas a nivel nacional e internacional (Estados Unidos, Canadá, Europa y Australia) y además son beneficiarias de un proyecto de la Agencia de Desarrollo Rural que busca el fortalecimiento de la producción ovina, transformación y comercialización de tejidos artesanales ancestrales, en lana de oveja.

Esta iniciativa que cuenta con una cofinanciación por parte de la ADR de $900 millones, favorece a más de 90 productores rurales (72 mujeres rurales, cuatro jóvenes y 23 víctimas) de los cabildos de Carlosama, Iles e Inchuchala Miraflores.