¡Ahorremos agua! | El Nuevo Siglo
Miércoles, 7 de Octubre de 2015

*Individuos y familia, primera responsabilidad

*43 por ciento del agua potable se desperdicia

El 43 por ciento del agua potable en Colombia se desperdicia. Así lo reveló días atrás un preocupante informe del Departamento Nacional de Planeación, que advirtió la urgencia de disminuir semejante boquete en uno de los servicios públicos esenciales para todo ser humano. Para evidenciar aún más la gravedad de este alto nivel de desperdicio del recurso hídrico, la misma entidad trajo a colación que las pérdidas de agua potable en países en vías de desarrollo como el nuestro deberían ser máximo de un 23 por ciento. Y si se necesita un dato más para poner de presente el panorama crítico que vive la nación en este campo, el departamento más afectado por la pérdida de agua es precisamente La Guajira, una región que en los últimos años no solo ha estado en el foco mediático por las intensas sequías a lo largo y ancho de su territorio y la baja cobertura de los servicios de acueducto y saneamiento básico, sino por ostentar uno de los índices más altos de muerte de niños y niñas por desnutrición, una mácula que recae sobre todo un país que se precia de estar entre las potencias económicas emergentes a nivel mundial.

El informe de Planeación Nacional se reveló en momentos en que Colombia atraviesa por una emergencia ambiental sin antecedentes por cuenta del fenómeno climático de El Niño que si bien empezó a incubarse a finales del año pasado ha venido desarrollándose en los últimos meses e incluso ya esta semana el Ideam advirtió que había pasado de la categoría de ”moderado” a “fuerte”. Eso implica, entonces, que la disminución en los volúmenes históricos de lluvia registrada en lo corrido de este año será más fuerte ahora, agravando la crisis en el suministro del agua potable que ya tiene a cerca de doscientos cincuenta municipios en estado de racionamiento y a centenares más en riesgo de sufrir la misma situación en pocas semanas o meses. Si bien desde hace algún tiempo las autoridades nacionales pusieron en práctica sanciones, vía recargo tarifario, para los hogares que consuman en exceso el vital líquido, en tres departamentos, ahora se anunció que dichas sanciones se extenderán a doce o trece más. De igual manera no se descarta que aunque los niveles de los embalses se mantienen en márgenes potables, la disminución del régimen de lluvias en esta segunda temporada invernal pueda superar el sesenta por ciento que ya se ha registrado en algunas zonas en lo corrido de este año, prendiendo así una alerta temprana sobre el nivel de generación del sistema hidroeléctrico. Si las cosas se llegan a complicar, entonces no solo hay que demandar más aporte de las termoeléctricas, sino pensar en esquemas para un mayor ahorro de energía de aquí a marzo.

Una vez más el llamado nacional es a que todos aportemos en el ahorro de agua y energía. De nuevo se ponen sobre el tapete las reiteradas pero siempre útiles recomendaciones sobre duchas rápidas, reciclaje del líquido para labores de aseo domésticas, revisión de redes para conjurar fugas, apagar luces innecesarias, utilizar bombillos ahorradores  cambio de hábitos diarios en hogares, oficinas y fábricas para aprovechar en lo más posible la luz natural… No faltan, tampoco, los que sugieren que se piense desde ya en una política de racionamiento preventiva y también en la posibilidad de decretar un estado de emergencia ambiental para perforar en tiempo récord centenares de pozos que ayuden a surtir acueductos que hoy, por cuenta del bajo nivel o la sequía de los cauces de ríos, quebradas y lagunas, no tienen de donde abastecerse del vital líquido para tratarlo y distribuirlo entre su sedienta población.

Todas las medidas que se adopten son plausibles, pero lo cierto es que si cada persona o familia no se concientiza de la gravedad de la situación climática que atravesamos será imposible que los márgenes de ahorro de agua y energía sean realmente sustanciales y se evite, por esa vía, que entremos en un racionamiento general. Solo cuando cada quien entienda, por ejemplo, que cerrar la llave del agua mientras se cepilla los dientes o se afeita ayuda a ahorrar alrededor de ochenta litros del líquido al día, en realidad podremos avanzar hacia una cultura vital del ahorro en este campo.