Cayetana Álvarez de Toledo, 50 años, diputada española, historiadora de la Universidad de Oxford y gran protagonista en la defensa de los valores de la democracia, es la invitada central a la Asamblea de Camacol, a llevarse a cabo en estos días.
Resulta interesante registrarlo. Con más veras cuando su visita coincide con la distorsión, mejor dicho, la pretendida o efectiva demolición de los fundamentos del sistema de libertades que asoma en no pocas partes de América Latina. Demolición, según se ha visto hasta la saciedad en estas calendas, que también se consolida en la entronización del fraude.
Es decir, no suficiente con hacer previamente del pueblo una miseria, además le usurpan su dignidad cuando, por medios legítimos, intenta salir de la esclavitud impuesta. Doble oprobio.
Decirlo de esta forma parecería ya un pleonasmo. Como efectivamente ocurre en Venezuela y Nicaragua y otros enclaves de sobra conocidos. Al fin y al cabo, al tenor de lo dicho por Giovanni Sartori, allí rigen sultanatos disfrazados de pretensiones democráticas ofensivas. Porque a nombre de la siniestra democracia que dicen practicar, hiper deformándola en su provecho y a sabiendas de que el pueblo no los sigue, lo único que buscan es perpetuarse a marcha martillo de las amenazas, la persecución y el fusil. Y con esto derivar la plétora de corruptelas para incrementar el acumulado codicioso del grupúsculo: ad eternum.
Parásitos. No hay de otra en hecho tan evidente.
Siendo así, que al menos no se digan demócratas tendría acaso un mínimo de decoro. Pero no ocurre de tal modo. Triple ignominia. Por lo cual siempre es bueno escuchar la oratoria lúcida y refrescante de Álvarez de Toledo que no se resiste a desfallecer ante el raponazo democrático. El mismo, como no, que también sufre su país entre las cobijas de la coyunda socialista; la usurpación del espíritu y contenido constitucionales; y la indigestión del poder por el poder. Ah… Y el tóxico venero dejado por los podemitas, repotenciado en la coalición sanchista-madurista. A la orden del día también.
Pero no es tan solo en esa trinchera que ella se destaca. Todavía más, si se quiere, en la demoledora denuncia contra el otro flanco del falseamiento democrático: el identitarismo. Será por eso que titula su libro análogo: Políticamente indeseable. Que es de rigor leer. Por su alcance inspirativo, factura literaria y derroche intelectual. Porque cuando se trata de democracia, Cayetana no calla, ni otorga.