Economía con freno de mano | El Nuevo Siglo
Viernes, 29 de Marzo de 2024

* Gobierno genera más incertidumbre

* Emisor mantiene a flote el trimestre

 

Complicado. Así puede catalogarse el arranque de la economía en este 2024. Aunque los pronósticos señalaban desde el comienzo del año que había poco lugar para el optimismo, sobre todo después de un crecimiento apenas del 0,6% en 2023, lo cierto es que el panorama al cierre del primer trimestre tiene más preocupaciones que buenas noticias.

Dentro de las primeras hay que señalar que los reportes del DANE sobre la evolución de los sectores de industria, comercio, vivienda y consumo de hogares siguen en terreno negativo, sin mayor repunte. A ello debe sumarse que el desempleo aumentó en febrero y los analistas relacionan ese cambio de tendencia en la baja de la desocupación laboral con una evidencia de que el enfriamiento del aparato productivo continúa.

Las firmas calificadoras de riesgo han advertido, a su turno, que la profundización de la estrechez fiscal, reiterada a cada tanto por el titular de la cartera de finanzas, pone de presente no solo, como ya lo alertó el comité respectivo, que la regla fiscal no se cumplirá este año, sino que hay un peligroso desfinanciamiento presupuestal. De hecho, el proyecto de ley que presentó el Ministerio de Hacienda al Congreso pidiendo aumentar el techo de la deuda (impensable a finales de 2022, cuando el Parlamento le aprobó a la Casa de Nariño la reforma tributaria por 80 billones de pesos) vino a comprobar que las proyecciones de recaudo se han quedado cortas, consecuencia natural de una economía en descolgada. De hecho, las proyecciones de instancias privadas y públicas sobre cuánto podría estar creciendo el producto interno bruto (PIB) en 2024 ya se empezaron a replantear a la baja, con guarismos que a duras penas llegan al 1% o unas décimas más. No se ve cercano un abismo recesivo, pero sí se podría estar hablando de un estancamiento económico en la franja crítica.

Por otra parte, los gremios y principales hacendistas han recalcado que el ‘zarpazo’ que el Gobierno quiere darles a los presupuestos de vigencias futuras, que son claves para financiar y darles seguridad jurídica a los principales proyectos de alto calado, también son un síntoma, no de una nueva estrategia para evitar sobrecostos y demoras en las obras de mayor envergadura, sino del afán del Ejecutivo por encontrar de dónde sacar recursos para acelerar su accidentada y poco productiva gestión.

Paradójicamente, hay analistas que consideran que el hueco fiscal no ha sido mayor debido a la baja ejecución presupuestal de la mayoría de los ministerios, que el año pasado marcó récord y en este parece ir por la misma ruta. Si las carteras estuvieran al día en la inversión y sus metas, las afugias de la administración Petro en el campo de la financiación serían aún más críticas.

Por otro lado, es innegable que el Gobierno no solo evita lanzar un plan de choque efectivo y audaz que lleve a un rebote de la economía a corto plazo, sino que las pocas buenas noticias en este campo tienen que ver más con los resultados de la política del Banco de la República en materia de medidas contracíclicas para contener la inflación. La tendencia a la baja de este indicador, que permite pensar en que a finales de este año el costo de vida podría ubicarse en la franja del 5 a 6%, es el resultado de la ortodoxia del Emisor. De hecho, la decisión de empezar a bajar sus tasas de interés de referencia debe llevar a que la liquidez del aparato productivo aumente a corto plazo, lo que podría reanimar la inversión, el dinamismo productivo y el clima de negocios.

Sin embargo, mientras desde las altas esferas gubernamentales no se genere un clima de confianza y estabilidad en la política económica, será muy difícil que el sector privado vuelva a hundir el acelerador. Por el contrario, las noticias más recientes hablan de un creciente número de compañías que está cerrando, aplazando o restringiendo operaciones, así como de otro tanto que busca mejores horizontes en otros países, sobre todo de Centroamérica. 

En ese marco, el efecto de los accidentados proyectos de reformas laboral, pensional y de salud que impulsa el Ejecutivo, atizado por las amenazas presidenciales de convocar desde una gaseosa asamblea constituyente hasta movilizaciones populares de alto espectro para forzar la aplicación de su plan de gobierno, hace las veces de freno de mano para el sector privado.

Cuando se conoció el pobrísimo crecimiento en 2023, advertimos en estas páginas que se requería un timonazo en la política económica y que el Gobierno era el llamado a darlo, con un único fin: fijar un norte creíble y viable que convenciera al sector privado y diera terreno firme a los negocios, la inversión y el dinamismo empresarial. Al cierre del primer trimestre, de eso no hay nada…