El potencial conservador | El Nuevo Siglo
Viernes, 16 de Mayo de 2014

*La razón histórica

*Seremos decisivos en la segunda vuelta

 

Faltan pocos días para las elecciones presidenciales, y  se hace evidente que lo conservador  toma fuerza decisiva en la opinión. Lo conservador representa la tendencia nacional por el orden, por preservar la bondad y vigencia de las instituciones, lo mismo que la obsesión por alcanzar la paz. Lo conservador surge en nuestro país como  respuesta al caos y la anarquía que amenazaban hundir la República en los albores de la independencia. El Libertador Simón Bolívar encarna el talante conservador en ese momento, por la defensa ardorosa por la que arriesga su propia vida de la Gran Colombia. Los contrarios se emboscan y están por el atentado personal, la funesta noche septembrina, de tan ingrata recordación para los colombianos de bien. Lo conservador se consagra en la Constitución de Cúcuta que recoge algunos de los postulados del Libertador, que quería un Ejecutivo más fuerte, pero que preserva en general sus postulados constitucionales. La lucha partidista se da por cuanto Bolívar, como visionario comprende que se debe fortificar el Estado para resistir los embates de los caudillos bárbaros y de las fuerzas disolventes de su tiempo, a quienes le siguen los denominan godos o conservadores.

Adversan al Libertador los enemigos del orden que no aceptan la doctrina bolivariana y pretenden sumir la República en el caos y el divisionismo regional. Lo conservador reconoce el cesarismo democrático de sus postulados, que siguen vigentes hasta nuestros días. Conciliar el orden con la libertad, dotarnos de instituciones democráticas estables cuya vigencia garantice la civilidad entre nuestros pueblos es la obsesión del gran hombre. Cuando resigna las facultades dictatoriales en Angostura había acumulado más poder que los monarcas europeos de entonces, que el mismo emperador Napoleón, como le reconoce en carta a un amigo. Lo hace por cuanto su obsesión es establecer la democracia en los países libertados por su espada. Su mayor afán, dotar a la magistratura de la respetabilidad y de los instrumentos para hacer justicia, función esencial del Estado. Sus contrarios de la época, con representación en tan augusta Asamblea, tuvieron las garantías y la oportunidad de contradecir sus postulados y alterar parte de sus proyectos, con la anuencia de los seguidores de Santander y varios diputados venezolanos. No quiso el Libertador, que tanto se ocupó en el curso de su carrera militar y política de los problemas del Estado, quedarse en Cúcuta a defender sus iniciativas, dejó que otros como el mismo don Antonio Nariño, le representaran o lo combatieran. Consideraba que su presencia allí habría intimidado a los legisladores, prefería que actuaran en perfecta libertad, incluso de combatir sus ideas. Lo mismo hizo repetidas veces cuando impulsó cambios constitucionales, instalaba la Asamblea o el Congreso, para luego dejar en libertad a sus miembros de legislar. Así lo hizo después del atentado septembrino en el Congreso Admirable que presidió el mariscal Antonio José de Sucre, que prefirió intentar mantener la unidad con Venezuela, que quedarse en Bogotá para suceder al Libertador, como se lo pedían sus adeptos.

Esos hechos consagrados por la historia y mal relatados por sus falsificadores, son esenciales para entender el talante conservador de que hablara Álvaro Gómez. Los mismos nos sirven para comprender que lo conservador se identifica con los más nobles ideales y tiene una enorme capacidad de sacrificio, de la que ha dado muestras a lo largo de nuestra historia. Lo conservador se asemeja a los ríos tormentosos cuando en vano se intenta obstaculizar su curso, se llevan por delante los obstáculos. Por lo mismo en los momentos de  peligro para la democracia lo conservador suele apoyar las instituciones. Sin el aporte de lo conservador a lo largo de la historia con tantas guerras civiles y la violencia que aún nos golpea con saña, el país habría caído en las peores satrapías, que empañaron la historia de la región y que aún hoy en pleno siglo XXI, amenazan reinstaurarse en nombre del socialismo populista.

Lo conservador en Colombia está por la paz, está por reformar el Estado, restablecer el orden y favorecer el cambio social al facilitar las posibilidades educativas de la población y elevar sus condiciones de vida.