¿Guerra de “objetos voladores”? | El Nuevo Siglo
Lunes, 13 de Febrero de 2023

Crece tensión entre Occidente y China 

Cuatro incidentes no son casos aislados 

 

Las relaciones entre Estados Unidos y China siguen tensionándose en medio de un escenario geopolítico incierto, en donde no es posible vislumbrar cómo terminará este nuevo pulso entre las dos grandes potencias.

La detección a comienzos de febrero de un globo en el espacio aéreo norteamericano, que Pekín aceptó que era suyo pero que se desvió cuando cumplía una tarea estrictamente científica, versión que no creyó el gobierno Biden que, tras considerarlo una aeronave de espionaje, ordenó su derribo por aviones de combate frente a las costas de Carolina del Sur, tuvo este fin de semana un nuevo desarrollo.

El sábado tanto la Casa Blanca como el gobierno canadiense dijeron haber detectado sendos “objetos voladores” en su espacio aéreo, que fueron derribados por aviones militares estadounidenses. En el primer caso la acción se llevó a cabo el viernes al norte de Alaska y, en el segundo, en el área central de Yukón. A ello se suma que ayer en la tarde se informó, de nuevo, que aviones caza estadounidenses derribaron otro “objeto volador” sobre el lago Hurón, en la frontera entre Estados Unidos y Canadá.

Como era de esperarse, este fin de semana hubo múltiples especulaciones sobre qué tipo de “objetos” fueron los atacados, ya que las informaciones oficiales fueron muy cautelosas. En algunos medios periodísticos se dijo que serían, de nuevo, globos similares al primero, derribado el pasado 4 de febrero. Como se sabe, en este último caso China, que insistió en que era una aeronave de investigación meteorológica que quedó a la deriva, consideró que la reacción estadounidense fue desproporcionada e incluso se reservó el derecho a “utilizar los medios necesarios para hacer frente a situaciones similares”. A ello el Pentágono replicó, tras recuperar los restos del globo sobre un área marítima, que encontró una góndola del tamaño de tres autobuses, con peso superior a una tonelada, dotada de múltiples antenas y paneles solares grandes que podrían alimentar sensores para recopilación de información de inteligencia.

En cuanto al “objeto” en Alaska lo único que se sabe es que no tenía sistema de propulsión o control, en tanto que el derribado sobre Canadá por un avión F-22 estadounidense fue descrito por las autoridades de ese país como “cilíndrico y más pequeño que el primer globo”. Lo que sí trascendió es que volaban a una altitud superior a los 12 mil metros y representaban una potencial amenaza a la aviación civil.

Hasta ayer en la tarde ni la Casa Blanca como tampoco Canadá confirmaban si los “objetos” eran de origen chino. Pekín también guardó silencio. Lo que sí se informó es que las autoridades de ambos países norteamericanos adelantaban operaciones en altamar y zonas montañosas para recuperar los restos de estos nuevos “objetos”. Todo ello en medio de crecientes versiones periodísticas que sugerían una posible “ofensiva” de espionaje chino sobre todo el continente americano, trayendo a colación que otro globo fue visto hace dos semanas en el norte de Suramérica. Como se recuerda, la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) dijo haber detectado un globo pero no lo consideró una amenaza a la seguridad nacional ni a la aviación civil.

Tras lo ocurrido este fin de semana, ayer aumentaron las voces que urgen a la Organización de Naciones Unidas citar una reunión al respecto. También se planteó convocar al Consejo de Seguridad del organismo multilateral, en donde tienen asiento permanente, precisamente, Estados Unidos y China.

Varios expertos en temas geopolíticos advirtieron que es necesario encontrar una solución inmediata a los incidentes con los globos y demás “objetos voladores”, porque no se puede considerar “normal” ni mucho menos anecdótico que aviones de combate hayan actuado en operaciones de derribo de este tipo de aeronaves en cuatro ocasiones en menos de diez días, evidenciando que no se trata de casos aislados ni accidentales.

De igual manera, aunque China se pronunció frente al globo derribado el 4 de febrero pero el fin de semana no dijo nada sobre los otros tres “objetos” detectados y atacados, es necesario establecer el alcance de la advertencia de Pekín en torno a que se reservaba el derecho de actuar en caso de encontrarse ante “situaciones similares” en su espacio aéreo.

Por lo pronto, es claro que el escenario geopolítico está muy caldeado. Se requieren medidas rápidas de la comunidad internacional para distensionar las relaciones entre las dos potencias. Lo ocurrido el fin de semana, como se dijo, evidencia que no se está ante situaciones aisladas, sino frente a circunstancias con gravedad creciente, posiblemente intencionales y de resultado imprevisible.