La agresión sandinista | El Nuevo Siglo
Lunes, 19 de Agosto de 2013

* Talento diplomático nicaragüense

* Política parroquial anacrónica

 

Es preciso distinguir en cuanto a la agresión por parte del sandinismo de Nicaragua de la que son víctimas varios países de Centroamérica, junto con Colombia, del pueblo de ese país que es fraternal amigo nuestro. Esa tendencia a obtener ganancias violando tratados, desconociendo fronteras, distingue a los sandinistas en numerosas ocasiones. En su momento ese país le ganó un sonado pleito a los Estados Unidos en el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya.

Ellos han descubierto varias de las debilidades de las doctrinas internacionales, los tribunales y los procedimientos, por lo que  contratan a los mejores juristas internacionales para que los asistan en sus reclamaciones, fuera de tener expertos en casa que estudian los problemas a fondo y cuya única misión es sacar partido en esos sonados pleitos a favor de Nicaragua. Son notables por esforzarse en conseguir la amistad de los diplomáticos y los gobiernos, mantienen por largos años a sus expertos en las sedes diplomáticas clave. En Washington, en tiempos de los Somoza, el decano del cuerpo diplomático era Guillermo Sevilla Sacasa, un ilustrado, astuto y fino diplomático que estuvo por más de 30 años al frente de la misión cosechando con discreción éxitos. Por el contrario, con pocas excepciones, algunos de nuestros inexpertos embajadores en La Haya no habrían sido ni terceros secretarios del Gobierno de Nicaragua. Y los gobiernos asumen las responsabilidades, son los primeros que deben emplearse a fondo en la defensa de sus políticas, así como los partidos políticos de distinto signo mantienen la unidad en cuanto a los pleitos con terceros. Nicaragua es un país que practica el expansionismo, que se negó a obedecer un fallo de la Corte de La Haya, para entregar una isla a Costa Rica, país con el que crece la hostilidad, en tanto San José  mantiene una estrecha amistad y solidaridad con Colombia.

Los sandinistas mantienen al pueblo informado de su política internacional que, en el caso de los pleitos que incuban con Colombia, se ha convertido en tema electoral. Es preciso reconocer la prudencia nuestra de no trasladar la política internacional a la política local, así sea evidente que las izquierdas, por la contracultura, se muestren insolidarias  en cuanto a la defensa de nuestra soberanía nacional. Pareciera que, en algunos casos, como en los medios pesa más la contracultura y la solidaridad política internacional que el compromiso con Colombia, lo que se ha visto mil veces en la actitud con el comandante Fidel Castro, lo mismo que con Chávez y otros gobiernos del socialismo del siglo XXI en la región. No se puede olvidar que el socialismo de Marx, Lenin y Trotsky, como de Castro y el sandinismo, sigue  lineamientos conceptuales internacionales que traspasan las fronteras. Gran parte de las armas que portan los subversivos provienen de Nicaragua y terceros países gobernados por la  izquierda, incluso tuvimos el caso de Montesinos, el Rasputín peruano, involucrado en contrabando de armas desde el Medio Oriente a Colombia, con intermediarios de Brasil, durante el gobierno de Andrés Pastrana. Dado que Colombia es un antiguo objetivo internacional de las izquierdas por su situación geopolítica, situada en gran parte del 70 por ciento del territorio periférico con inmensa riqueza, pocos habitantes, regular administración, pésima o ninguna infraestructura  y enjuta presencia del Estado. ¿A dónde se dirigía el barco coreano con armas azucaradas?

Los asesores del Gobierno de Nicaragua con criterio geopolítico  conciertan objetivos a corto, mediano y  largo plazos, que los  partidos políticos y las fuerzas representativas defienden en concierto para favorecer su expansionismo. En Colombia, la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores se convoca a posteriori, cuando los males están consumados. Y, paulatinamente, en la medida que dejan de asistir personalidades como Andrés Pastrana y Álvaro Uribe o se sustituye a la delegada conservadora por un prestigioso diplomático de otra corriente, se desdibuja el carácter de representatividad nacional de ese organismo. Antes del fallo inicuo de La Haya unos pocos se adueñaron del tema, hoy por desconocimiento de la geopolítica prevalece el desconcierto y buscan con desespero asirse como los rábulas a algún inciso para justificar sus errores, cuando se trata de acudir a la geopolítica. Algo así, como sí después de un incendio, que los bomberos no apagaron a tiempo, se convoque al cuerpo de oficiales bomberos a filosofar sobre lo ocurrido. Una asesoría en política exterior, con mayor razón si cuenta con expresidentes,  tiende  a mirar más el espejo retrovisor, cuando debiera ser el punto de equilibrio de un enfoque geopolítico a futuro. En el ajedrez  internacional lo político es esencial, después vienen los eruditos argumentos históricos, las interpretaciones, las argucias jurídicas y consabidos besamanos e hipocresía a la antigua de la diplomacia.

La mísera noción  geopolítica colombiana obedece a que  vivimos por décadas sumidos en el conflicto interno que desgarra el país por la violencia, lo que determina que nuestra política carente de verdadera voluntad de poder tienda a lo parroquial, al verbalismo, la exageración, el populismo barato o el  insulto menor. Incapaces de restablecer el orden en todo el territorio ni desarrollar la periferia, ni tener una demografía clara de la violencia, menos del hambre que mueve a los desplazados a acrecentar los cordones de miseria en las ciudades, en donde en barriadas como Agua Blanca en Cali se entrenan los sicarios desde los 12 años a dar en el blanco. Estamos décadas atrás de las naciones desarrolladas que consagraron el orden o de los países de nuestra región que dominan su territorio, incluso Brasil, cuyo gigantesco tamaño y diversidad contrastan de sur a norte. Abrimos nuestras fronteras a los diversos TLC, sin conseguir modernizar la industria, que en raros casos es altamente competitiva, por lo que comienza a sentirse el derrumbe empresarial en algunos sectores, que trae el desempleo. Corremos el riesgo de las quiebras masivas como la que sufrió Venezuela en el último gobierno de Carlos Andrés Pérez, las  políticas del ministro Cavallo en Argentina, de desmantelar el Estado, vender sus activos, que dieron al traste con multitud de empresas, lo mismo que otros países hispanoamericanos que no resistieron la competencia externa desigual, socavando el sistema;  por la ley del péndulo rotaron a la izquierda. En Chile no pasó eso en años, por cuanto la economía se resintió por los excesos de la política de la escuela de Chicago, el general Pinochet tomó medidas de control de capitales y otras que le permitieron solventar la crisis. El petróleo, que es nuestro principal rubro de exportación, genera reducido empleo, rezagados en el verdadero negocio del valor agregado. La minería casera que da trabajo es sustituida por grúas gigantescas que requieren mínima mano de obra. Los  paros espasmódicos indican que   se incuba una creciente y contagiosa corriente de descontento que es preciso atender, lo mismo que tomar medidas para que de firmar la paz, que según dicen está de un cacho en La Habana, no se agiganten la violencia minera y agraria.

 

Estamos décadas atrás de las naciones desarrolladas que consagraron el orden o de los países de nuestra región que dominan su territorio, incluso Brasil, cuyo gigantesco tamaño y diversidad contrastan de sur a norte