La apuesta petrolera | El Nuevo Siglo
Jueves, 30 de Enero de 2020
  • Revertir retroceso en exploración y explotación
  • Estado debe asegurar clima de negocios potable

 

Una de las grandes apuestas para este año es, a no dudarlo, el impulso a la industria de los hidrocarburos. Las expectativas en materia de ingreso de divisas, aporte tributario e impacto  de esta industria en el sector real de la economía para 2020 son muy altas. Es más, bien se puede afirmar que la posibilidad de que el PIB crezca alrededor del 3,5 por ciento tiene cifradas parte de sus esperanzas en el buen comportamiento del sector petrolero y gasífero. Sin ello alcanzar la meta sería muy complicado.

Sin embargo, como es sabido, este sector productivo es tan sensible a las circunstancias propias de la actividad como a asuntos exógenos. Unas y otros impactan la evolución diaria de los precios del crudo en los mercados internacionales. Este primer mes del año, por ejemplo, la cotización se ha movido por cuenta de las expectativas sobre las reservas de Estados Unidos así como la cada vez más alta posibilidad de que la OPEP extienda la limitación de su oferta. Y, de igual manera, el valor del crudo sufrió altibajos en las últimas semanas por cuenta de tensiones geopolíticas y hasta sanitarias, que van desde los picos de crisis entre Irán y Estados Unidos, la firma de la primera fase del acuerdo que pone fin a la ‘guerra comercial’ entre Washington y Pekín, así como la epidemia por el coronavirus surgida en la potencia asiática y que tiene a todo el mundo en alerta. Si bien el valor del barril se mantiene dentro de la franja de los 50 a 60 dólares, hay analistas que advierten que a corto plazo es imposible predecir un horizonte de mediana estabilidad.

Para el caso colombiano, aunque en el Marco Fiscal de Mediano Plazo y el Presupuesto General para este año se tiene proyectado un precio por encima de los 60 dólares, la actual cotización continúa siendo manejable. Sin embargo, si el valor se pone por debajo de ese piso de los 50 dólares el panorama empezará a tornarse preocupante.

Visto todo lo anterior, es evidente que el país requiere aumentar su producción petrolera, sobre todo si el horizonte de autosuficiencia es cada vez es más restringido, incluso no mayor a seis años en el mejor de los casos.

¿Cómo pinta el panorama este 2020? Días atrás la Asociación Colombiana del Petróleo reveló sus perspectivas al respecto. Se trata de un pronóstico clave si se tiene en cuenta que ese gremio recoge la información de 26 empresas que representan el 94 por ciento de la producción en Colombia y el 81 por ciento de la exploración. Así las cosas, resulta a todas luces alentador que se esté esperando que la inversión en exploración y explotación sea cercana a los 5.000 millones de dólares, un 23 por ciento más que la registrada durante 2019.

La Asociación también destacó el aumento en las posibilidades de inversión exploratoria en proyectos con potencial en gas, así como los recursos destinados para desarrollar la producción de gas natural.

Estas previsiones son positivas sobre todo si se tiene en cuenta que, según el gremio, la inversión en exploración y producción de petróleo y gas en Colombia disminuyó 7 por ciento en 2019 frente al año inmediatamente anterior, revirtiéndose una tendencia favorable que venía desde 2018. Ese bajonazo, afortunadamente, se pudo compensar con una mayor eficiencia operacional del sector.

Ahora bien, para cumplir las perspectivas este año, con una producción promedio de crudo alrededor de los 890 mil barriles por día y la producción comercializada de gas en cerca de 1.090 millones de pies cúbicos diarios, es necesario que desde las instancias oficiales se redoblen los esfuerzos para mantener un clima de negocios apropiado. Y ello pasa necesariamente por la urgencia de asegurar la estabilidad política, contractual, jurídica y fiscal para esta industria. También se requiere avanzar en otros aspectos como tiempos más eficientes de transporte y una disminución de los ataques terroristas a la infraestructura. El país, igualmente, debe decidir de una vez por todas si le apuesta al fracking y para ello la clave no solo está en las pruebas piloto que están por reglamentarse sino también en un fallo definitivo del Consejo de Estado. Todo ello en medio de un año en el que empezará a aplicarse la reforma al Sistema Nacional de Regalías, que tiene como principal fuente de recursos el petróleo y el gas.

Como se ve, el panorama petrolero para este año es muy ambicioso pero requiere de un clima de negocios que el Estado, en su conjunto, debe asegurar lo más posible. No hacerlo haría saltar de inmediato las alarmas fiscales y de desarrollo económico.