La nueva Constitución Apostólica | El Nuevo Siglo
Sábado, 14 de Marzo de 2020
  • Siete años de pontificado de Francisco
  • La solidaridad mundial por la salud

 

Se cumplen siete años del pontificado del papa Francisco, quien durante su misión evangélica le ha dado un vuelco al desempeño de su cargo rector de la Iglesia Católica, en procura de que esta priorice asistir a los más desvalidos, a quienes sufren, a los que se alejaron de la doctrina y en pedir perdón a los agredidos por personal eclesiástico. El titular del Vaticano recibió una Iglesia en honda crisis, con enormes desafíos y numerosas problemas y presiones de toda índole, sobre todo por los escándalos de pederastia. No menos duros han sido los ataques de los sectores anticlericales en todo el mundo, como de los materialistas más recalcitrantes. Este cardenal nativo de Argentina y de ancestros italianos, debió llenar el vacío que dejó su antecesor, Benedicto XVI, un brillante y notable pensador que se retiró por motivos de salud, algo poco usual en la Iglesia desde sus los tiempos de San Pedro.

Ese marzo de 2013 el cónclave de cardenales conocía la trayectoria social del cardenal Bergoglio y su notable esfuerzo por apoyar a los sectores menos favorecidos y en peores condiciones materiales y espirituales en su país. Su compromiso con las masas de fervorosos y humildes católicos fue lo que más impactó a sus colegas, sabedores de que la Iglesia necesitaba con urgencia un ajuste de rumbo.

Francisco, alérgico a la pompa y las vanidades, se ha ganado el respeto de la opinión mundial y de muchos gobiernos, con los que mantiene una activa diplomacia. Lidera una cruzada en pos de movilizar el clero en todas sus instancias así como para exigir, de paso, la defensa de los derechos y valores humanos de los cristianos, blanco de agresiones en muchas latitudes.

Al iniciar su pontificado convocó a los cardenales y altos prelados en Roma con la misión específica de elaborar una nueva Constitución Apostólica, como lo demanda la multiplicidad de nuevos desafíos que confronta hoy por hoy el catolicismo. Ha sido un proceso muy complejo que bajo el título de “Predicad el Evangelio” ya está en su fase final. En estos momentos, el proyecto está en una etapa de revisión final en el Pontificio Consejo de Textos Legislativos y la Congregación para la Doctrina de la Fe. Una vez reciba allí visto bueno pasaría a consideración y firma del Papa. De allí que se espera que en los próximos meses sea promulgada en reemplazo de “Pastor Bonus”, el texto constitucional promulgado por Juan Pablo II en 1988.

De este nuevo texto se sabe que insiste en la depuración de algunos sectores de la Iglesia y en el esfuerzo por fomentar nuevas vocaciones sacerdotales, con renovado espíritu de solidaridad y amor. El borrador de esta nueva Carta Magna del Vaticano ha sido analizado de forma profunda por los cardenales, altos prelados y expertos. El propio papa Francisco presidió algunas de sus reuniones con miras a efectuar una sabia reforma de la Curia, que la haga más eficaz para enfrentar los problemas de nuestro tiempo y responder a las crisis internas dentro de la misma Iglesia. Una reforma enfocada en reaccionar ante las necesidades espirituales de los 1.200 millones de creyentes en todo el planeta. También se sabe que entre los puntos centrales está la descentralización de la Curia Romana y una estructuración de la misma mucha más dinámica y cercana a la feligresía y sus necesidades de amor, solidaridad y guía doctrinal.

Por ejemplo, entre las ideas que más ha promovido el Pontífice está aquella según la cual la misericordia tiene rostro joven. Ello en el entendido de que le duele encontrar que los jóvenes han envejecido prematuramente, que se sienten vencidos y sin ánimo de enfrentar el mundo materialista que les tocó en suerte vivir. Es a esos jóvenes que se dirige en su predica obsesiva, afirmando: “Dios espera algo de ti, Dios quiere algo de ti, Dios te quiere a ti”. Por ello, quienes  han profundizado en los postulados de Francisco, lo catalogan como el Papa de los Jóvenes.

En momentos en que la humanidad se encuentra en máxima alerta por cuenta de la pandemia del coronavirus, la voz de Francisco se ha vuelto a escuchar en todo el planeta, llamando a la solidaridad con quienes sufren y están desamparados. También a que cada persona se movilice para ayudar. Igual llamó a todos los sacerdotes y pertenecientes a la Iglesia a estar prestos a acudir en auxilio espiritual de las poblaciones, sobre todo ahora en la antesala de la Semana Mayor. Una Iglesia en movimiento por los más desvalidos es la premisa del Pontífice argentino.