*Una crisis estructural que se ahonda
*Desfinanciamiento, lastre del sistema
La crisis en el sistema de salud es estructural.
Todo el país lo conoce. Como también es sabido que por más que se haya avanzado en materia normativa en la última reforma estatutaria, las problemáticas financieras que arrastra este sector no se van a solucionar de un día para otro, como tampoco las falencias de un modelo de afiliación y atención que presenta muchos vacíos pese a los continuos correctivos aplicados en la década reciente. Es, precisamente, en ese marco circunstancial en el que tienen que analizarse las dos grandes noticias de esta semana en torno a, de un lado, la liquidación de Saludcoop, la Empresa Promotora de Salud (EPS) más grande del país y que estaba intervenida desde 2011 y, de otro, el anuncio de que Caprecom sufrirá igual suerte e incluso el respectivo decreto saldría antes de que termine este año.
Se trata, sin duda, de decisiones de altas implicaciones, toda vez que la primera de estas entidades tiene más de 4 millones de usuarios, que ahora deberán ser absorbidos por Cafesalud, mientras que la segunda, que es la EPS pública más grande, arrastra deudas por más de $1,5 billones con la red hospitalaria pública y privada.
Aunque desde hace varios meses era evidente la inviabilidad de una y otra, lo cierto es que su liquidación marca un punto de crisis muy alto en un sistema que ya de por sí viene haciendo agua, como lo evidencia el último informe de la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas, según el cual las EPS les adeudaban más de $5,8 billones a junio pasado.
Semejante panorama dista mucho del que se describió a comienzos de este año cuando, por fin, entró en vigencia la reforma estatutaria que, se dijo, representa un avance sustancial en materia de la calidad y pertinencia del servicio de atención médica en todo el país, no sólo porque amplió el plan de beneficios y coberturas, abarcando nuevos medicamentos y tratamientos, sino porque se supone que acabó el llamado ‘paseo de la muerte’, aquella vergonzosa práctica en que un paciente tenía que ir de clínica en clínica rogando que lo atendieran. También fue a partir de esta reforma que se profundizó todo el plan de control al precio de los medicamentos, lo que ha permitido un ahorro millonario al sistema.
Paralelo a ello el Gobierno ha irrigado un monto presupuestal bastante significativo para solventar la crisis financiera del sistema, eliminando en algunos casos los canales de intermediación en el flujo de recursos y en otros lanzando salvavidas puntuales para evitar que algunas EPS, hospitales y clínicas dejen de funcionar.
Sin embargo es evidente que muchas de esas medidas son insuficientes frente a la gravedad de la crisis que, como dijimos, es estructural y para superarla se requiere no sólo de un nuevo modelo financiero y de administración de todo el sistema, sino también de una inyección de capital bastante significativa que es muy difícil hacer en estos momentos de estrecheces fiscales y desaceleración económica. En ese orden de ideas parecería que la única ruta realista es seguir sobreaguando día a día la crisis, priorizando siempre al usuario, esté o no afiliado. Para ello lo primordial es evitar que las clínicas y hospitales continúen restringiendo servicios o, en el peor de los casos, cerrando sus puertas al no tener cómo sufragar su funcionamiento y las respectivas nóminas.
En su momento en estas páginas se indicó que haber desistido de tramitar en el Congreso una gran reforma estructural a todo el sistema resultaba un riesgo, más aún porque varios actores del mismo advertían que las medidas que se estaban adoptando eran cortoplacistas y más temprano que tarde las sin salidas volverían a presentarse.
No es tiempo, siendo realistas, de imbuirse sobre lo que no se hizo, sino de enfocarse en lo que se puede hacer con las herramientas normativas y presupuestales a mano. En ello lo prioritario es evitar, como ya se rumora en algunas regiones, que se produzca un nuevo paro nacional de la salud. Incluso, como bien lo dijera un parlamentario de la Comisión VII, en donde se discuten los temas del sector, parece que llegó la hora de que así como en su momento la Nación en su conjunto hizo un esfuerzo para salvar el sistema financiero y ahora incluso lo hace, obligadamente, para evitar la quiebra de algunas termoeléctricas, también se haga lo propio con respecto al sistema de salud que atiende a todos los colombianos.