La unificación alemana | El Nuevo Siglo
Miércoles, 7 de Mayo de 2014

*Victoria de la voluntad

*El reto de desarrollar la periferia

La Universidad Libre de Berlín, entre las más prestigiosas de Alemania, ha venido trabajando en un interesante estudio de investigación en ocasión  del 25 aniversario de la caída del Muro de Berlín en el cual establece el monto que le costó a ese país invertir millones de marcos para fomentar el desarrollo de la Alemania del Este y favorecer un equilibrio nacional. Helmut Kohl, cancillerde Alemania, es el gran estadista que consiguió lo que parecía imposible después de la II Guerra Mundial, unificar Alemania. Al culminar la guerra y ser bombardeado por el ejército soviético el Tercer Reich, la muerte de Hitler coincide con el derrumbe del país en todos los frentes. Las potencias se reparten Alemania, Berlín en ruinas y sometida a la depredación de los vencedores y su parcelación, es el símbolo de la quiebra de la nación alemana.

El Este de Alemania se convierte en centro experimental del comunismo soviético. Al tiempo que la Alemania Occidental, gobernada por el sabio estadista Konrad Adenauer, ingresa a la democracia. Dos modelos de políticos se entronizan en la Alemania dividida y sometida a la dura ocupación de los ejércitos foráneos. La zona occidental reabre la Universidad pese a la destrucción de las ciudades todavía humeantes por los efectos de los implacables bombardeos. Una foto que dio la vuelta al planeta muestra al filósofo Martin Heidegger enseñando a un grupo de jóvenes a pensar en un paraje urbano desolador. Se trata de superar la derrota mediante la enseñanza, el estudio y la recuperación económica. Habían perdido la guerra pero sus neuronas conservaban preciosos conocimientos que les permitirán recuperarse de la catástrofe.

La fractura de Alemania produjo dos naciones, la Occidental, inicialmente, bajo principios de un capitalismo cristiano dirigido desde el gobierno por Adenauer, quien con su equipo logra el milagro alemán de la recuperación y acuerda con el general De Gaulle el Pacto del carbón y el acero, que se constituye en antecedente fundamental para crear la Unión Europea. La otra Alemania en las garras del comunismo retrograda y se debate entre el autoritarismo y la miseria. El comunismo levanta una muralla en Berlín, con alambradas, tropas y metralletas para impedir la fuga de la masa descontenta con el régimen de ocupación. Helmut Kohl en el  poder sueña lo imposible: la unificación de las dos Alemanias. Hoy sabemos que desde el primer momento Kohl y sus asesores oficiales, al percibir la crisis económica soviética, hacen el más sutil y colosal esfuerzo para adelantar en secreto negociaciones diplomáticas con Moscú, destinadas a procurar la unidad alemana. La opinión internacional se sorprende cuando el estadista anuncia la reintegración de la Alemania del Este a la Unidad Nacional. Previamente se establece que el país buscará el engrandecimiento por la vía del desarrollo económico, dejando atrás siglos de guerras atroces y desencuentros con los vecinos y el mundo. Hoy Alemania es una de las grandes potencias económicas y el motor de la Unión Europea.

En estos años escasamente se barruntaba a cuánto habría ascendido la suma invertida por Alemania Occidental para impulsar el desarrollo de los alemanes del Este. Teniendo en cuenta que no existen fórmulas para valorar el aporte a la cultura y al progreso de éstos por cuanto numerosos científicos y hasta políticos se formaron en la Alemania dominada por el comunismo. Entre otras la física y actual canciller Ángela Merkel, lo que demuestra que el capital humano es la mayor riqueza de un país. Es el estudio de la Universidad Libre el que establece lo que Alemania Occidental invirtió en la empresa de conjurar el desarrollo desigual. La suma que se ha invertido en ese campo estratégico asciende a 2 billones de euros.

El informe del investigador Klaus Schröder, que publica la prensa alemana, registra las transferencias financieras hacia el Este de Alemania, “los programas e incentivos económicos,proyectos y movimientos financieros para equilibrar el nivel de vida de los Estados federados, otros costos y el famoso Impuesto de Solidaridad, que desde 1990 equivale el 5,5% del Impuesto sobre la Renta que pagan los contribuyentes alemanes”.

El ejemplo alemán de superar el desarrollo desigual debe ser un modelo a seguir por nuestros gobernantes, dado que no es suficiente firmar la paz con los subversivos. Es preciso ir más lejos y reflexionar sobre cuánto nos costaría desarrollar la periferia del país, que está como el primer día de la creación en algunas zonas a la espera de redimirla, transformarla y explotar su riqueza.