Libertad y democracia | El Nuevo Siglo
Jueves, 22 de Mayo de 2014

*Modalidad republicana nacional

*Es preciso remozar el sistema en la raíz

Los colombianos nos destacamos en nuestra región desde los orígenes de la fundación de la República, incluso antes, en los cabildos se deliberaba y decidía en libertad sobre los asuntos aldeanos, luego existía la vigencia de una forma de democracia en mayor o menor grado. Han sido raros los períodos aciagos de nuestra historia en los cuales la voluntad de un solo hombre se impone sobre  el resto de la Nación desde el poder. El Libertador, al que se le confieren poderes dictatoriales en tiempos de gravísima crisis en los que elementos ingratos y perversos atentan contra su vida, nombra un Consejo de Gobierno y él mismo limita sus poderes transitorios, con el propósito de convocar al poco tiempo el Congreso Admirable que  preside Sucre y restaurar la democracia, para  intentar salvar la Gran Colombia de la disolución por caudillismos y mezquindades endógenas y las presiones exógenas que desde la clandestinidad movilizan las potencias, opuestas a que surgiera en  Hispanoamérica un país  que las rivalizara  por su riqueza y poderío.  El Padre de la democracia colombiana es el Libertador, quien consagra con su espada la libertad de la Nueva Granada  y forja la Gran Colombia, que se consagra por el Congreso en Cúcuta.

La libertad y  la democracia son dos conceptos sobre los cuales existen las más variadas interpretaciones, como sobre lo que se denomina en política revolucionario, término  que es de factura reciente con no más  de doscientos y pico de años; digamos que,  inicialmente, por cuenta de lo que se conoce como revolución conservadora de los dirigentes que lograron la independencia de ese país y forjaron la primera gran democracia de Occidente. El término de revolucionario con el contenido político de  hoy día proviene de la Revolución Francesa que tiñó de sangre los nobles principios de igualdad, legalidad, libertad y democracia  que decía profesar, para instaurar la  brutal dictadura de los demagogos al estilo Robespierre. Los diccionarios de política difieren en cuanto a su  definición y sus definiciones son contradictorias.

Más compleja es la definición de libertad, que desde los tiempos antiguos se refiere a lo que se puede mover por sí mismo, no solamente en materia de locomoción, sino en cuanto a definir por sí mismo el camino a tomar y en política poyar libremente a quien encarna los ideales e intereses propios o de la Nación. No basta ser libre para decidir, es preciso tener la fuerza de voluntad para defender las ideas y principios que se profesan. Los pueblos, como los dirigentes, tienen tiempos de lucidez y,  en ocasiones se obnubilan, es cuando se elige a los peores en las justas electorales.  Mas como anotaba Winston Churchill, no se conoce otra forma mejor para gobernar que la democrática, en referencia a los países civilizados.

La democracia es preciso defenderla todos los días. La tentación de los demagogos y los temperamentos autoritarios, como de los grandes intereses económicos nacionales e  internacionales, tienden a debilitar la democracia y apuestan a  torcer la voluntad del Estado. Un sistema en el cual la magistratura carece de juez, puesto que la Comisión de Acusación del Congreso es inoperante, al engavetar las denuncias y convertirse un monumento a la nulidad parlamentaria y la nulidad del sistema, que deja en la impunidad los más sonados casos contra los funcionarios públicos. Es preciso defenderla cuando el Procurador interviene para aplicar con razón medidas disciplinarias, que critican los amigos de la impunidad que desean que los alcaldes y congresistas no tengan quien los frene en su proditorio asalto contra la finanzas públicas o el tráfico de influencias. La democracia debe ser renovada en sus raíces. Una República fundada en los principios democráticos en la cual el horrendo crimen de Álvaro Gómez sigue en la impunidad y las autoridades se niegan   a proseguir las investigaciones, muestra a las claras que la justicia periclita en las barbas de todos.