Libertad y represión | El Nuevo Siglo
Martes, 13 de Mayo de 2014

*Venezuela y la concertación

*Modelos anacrónicos de socialismo

Se multiplican las noticias sobre el estado de descomposición que sufre la sociedad venezolana, tras tres meses continuos de protestas en las calles de los estudiantes y algunos sectores populares, confrontados, a su vez, con las milicias locales que dependen del oficialismo. Las marchas contra el Gobierno surgieron a raíz de la detención arbitraria de varios dirigentes estudiantiles en el Táchira, se pensó que serían unas de las tantas protestas tan frecuentes en el vecino país, que se diluyen luego de unos cuantos gritos y momentánea confrontación con los agentes del régimen. No fue así, las protestas siguen. Los agentes oficiales persiguen a los que  manifiestan que están  contra el  estado de cosas, principalmente de la inseguridad, la falta de alimentos en los abastos y la crisis  deplorable de la economía. Los jóvenes se preguntan qué pasó con los recursos petroleros y no entienden que por el momento no tengan futuro, puesto que la fractura de la economía y la quiebra de los negocios y las industrias, no permiten una pronta recuperación y anuncian nuevos males, más miseria y decadencia.

El Gobierno de Nicolás Maduro, con la ayuda de los cancilleres de varios países de la región, incluso con la presencia del representante del Papa Francisco, consiguió reunirse con la oposición y su antiguo contendor por la Presidencia, lo que significó un reconocimiento de hecho de su gobierno. Se esperaba que de esas conversaciones salieran medidas que permitieran la libertad de los dirigentes de los estudiantes del Táchira, de Leopoldo López, jefe de la oposición, como de otras personalidades que se encuentran bajo detención política. Nada de eso ocurrió. Los  entendidos consideran que el presidente Maduro estaba por la liberación de los estudiantes y de los dirigentes de la oposición, puesto que eso es lo que más le conviene a su Gobierno para ganar tiempo e intentar dividir a los sectores que se le oponen, incluso atraer a algunos de éstos que están dispuestos a colaborar. Ellos especulan que elementos ultras con alto poder en el Gobierno están por el uso de la fuerza contra los manifestantes. Son los que han promovido que se condene en masa a los estudiantes detenidos y poco les importa que se violen sus derechos humanos y siga la tortura. Puesto que estarían por un régimen aún más  radical que el actual. Por esa vía, los restos de la democracia venezolana parecen avanzar a un naufragio que hundiría al país y lo llevaría a una situación económica similar a la de algunos países petroleros árabes, en donde el desarrollo y lo social, tras los conflictos intestinos, involucionan  negativamente y cunde la pobreza en medio del oro negro.

Carlos Marx, en sus análisis sobre la sociedad y la posibilidad de establecer el comunismo por la vía democrática, descartó la posibilidad de hacer la revolución por la vía electoral, dado que la burguesía no votaría para que la aniquilaran, la juzgaran, la despojaran de sus propiedades, de sus derechos y se estableciera un gobierno del proletariado. Por tal razón, junto con sus compañeros de la Internacional Socialista llegaron a la conclusión de que para hacer la revolución era preciso tomarse el poder por medio de las armas. Eso fue lo que ocurrió en Rusia con Lenin. El comandante Fidel Castro llegó al poder por medio de la insurgencia y de las armas, puesto que la corrupción había minado el poder de la dictadura ominosa de Batista. Los esfuerzos de La Habana en el resto de Hispanoamérica para convertirla en un nuevo Vietnam le costaron la vida al comandante Che Guevara, que un su diario dejó consignada la indiferencia de los montañeros labriegos bolivianos a sus mensajes revolucionarios. El socialismo del siglo XXI vino a establecer que se tomarían el poder en la región por la vía electoral, pero han seguido con el sistema vigente propiciando el enriquecimiento y la corrupción, no en todos los casos, es preciso reconocerlo.

Lo que se plantea entonces en Venezuela es que frente a la crisis actual, tiene dos salidas el Gobierno: ahondar la revolución por la fuerza o intentar una salida política, mediante un esfuerzo de concertación con la oposición. Resulta contradictorio y absurdo que cuando Cuba, en donde fracasó estruendosamente el socialismo, anuncia medidas para instaurar gradualmente la propiedad privada y los negocios del satanizado capitalismo, como China, en Venezuela algunos propongan seguir el modelo cubano que hundió a la isla en la miseria.