Metro de Bogotá no se detiene | El Nuevo Siglo
Martes, 19 de Marzo de 2024

*Imposible modificar obra con avance del 31%

*Caprichosa y antitécnica postura presidencial

 

El gobierno Petro se apresta a cumplir veinte meses de mandato y prácticamente no hay semana en la que deje de insistir en cambiar el trazado de la primera línea del metro de Bogotá. Esto pese a que, tras un largo y complejo proceso, que comenzó en la Administración Peñalosa, prosiguió con la de López y ahora toma un ritmo sustancial en la de Carlos Fernando Galán, no solo se aprobaron los diseños, se perfeccionó la licitación y se firmó el respectivo contrato, sino que arrancaron las obras preliminares y ya hoy el avance del proyecto es superior al 31%. Las inversiones ya superan los tres billones de pesos.

Sin embargo, la Casa de Nariño, en una actitud que raya en el capricho político y administrativo, se mantiene, contra toda evidencia y lógica, en su postura de oponerse a que esta primera línea del sistema de transporte masivo sea elevada en su totalidad, tal como fue contratada y está en proceso de construcción.

No hay que olvidar, incluso, que al comienzo del mandato presidencial se llegó al extremo, inédito y abiertamente ilegal, de amenazar con suspender el aporte de la Nación (70%) al costo del Metro a menos que se cumplieran sus exigencias en cuanto a soterrar una parte de la infraestructura. Hasta a China terminó viajando el jefe de Estado para concretar sus pretensiones, pero el resultado de su gestión no fue el esperado. Incluso se llegó a ofrecer, como si se pudiera disponer discrecionalmente del presupuesto público, financiar el 100% de los 14 billones de pesos que vale esta primera línea si el Distrito atendía las directrices de la Casa de Nariño.

Vendrían, entonces, las elecciones de octubre pasado para definir la sucesión en el Palacio Liévano y fue claro que la masiva votación lograda por el hoy alcalde contra el aspirante avalado por el petrismo envió un mensaje contundente de la ciudadanía al Gobierno: el proyecto del Metro continúa tal y como fue contratado.

No obstante, como ocurre en otros tópicos políticos, legislativos, sociales e institucionales del orden nacional, el Ejecutivo no escucha razones, sigue empeñado en desconocer ese mandato popular e insiste en ‘meterle mano’ a la primera línea del Metro. Aunque ya, por fin, dejó de lado la propuesta de un trazado totalmente subterráneo (cuya inviabilidad quedó demostrada en los tiempos en que Petro fue alcalde de la capital del país), ahora plantea, con base en una interpretación subjetiva de un estudio contratado con la Sociedad Colombiana de Ingenieros, un diseño “mixto”, es decir un tramo elevado y otro por debajo de la tierra.

El problema, como se dijo, es que ya la obra está avanzada en un tercio. Se cumplió el cronograma de traslado de redes de servicios públicos, así como el de la compra de predios, además de los respectivos licenciamientos y adecuaciones complementarias. También se comenzó la construcción del patio-taller, se eligieron los vagones, van a buen ritmo otras obras estructurales primarias e incluso se comenzará en poco tiempo con el cierre de vías y de estaciones de Transmilenio para iniciar la construcción de la parte gruesa del proyecto.

A ello se suma, tal y como lo ratificó Galán el lunes pasado, que hay un contrato firmado y en plena ejecución, por lo que plantear su modificación a estas alturas no solo es un imposible jurídico, sino que técnicamente es inviable. Además de correr el riesgo de demandas billonarias al erario nacional y capitalino, un cambio de diseños acarrearía perder buena parte de los recursos ya invertidos y, más grave aún, demoraría la entrada en funcionamiento del sistema, prevista para 2028, entre tres y cuatro años, en el mejor de los casos. No hay que olvidar, tampoco que en la estructuración y financiamiento de toda esta obra participaron entes financieros multilaterales que han insistido en que no se puede afectar la seguridad jurídica contractual.

Igualmente, varios expertos en infraestructura de sistemas de transporte masivo han advertido que el Gobierno se equivoca al aplicar una metodología teórica y general a un proyecto específico y ya en construcción. Hasta un grupo de treinta concejales de la capital del país le mandó una misiva a la Casa de Nariño insistiéndole en que no se siga atravesando en una obra que ha sido prometida a los bogotanos hace muchas décadas y que solo ahora está en vías de volverse una realidad a corto plazo. Incluso se le recordó al Ejecutivo que la segunda línea del Metro será totalmente subterránea y el proceso preliminar de diseño y licitación va muy avanzado.

Visto todo lo anterior, la ruta a seguir es una sola: la primera línea del sistema no se puede modificar y, por el contrario, la prioridad es acelerar las obras, ya que hay un leve retraso en algunos flancos. Galán fue claro: la ciudad “no cambiará certezas por el riesgo de la incertidumbre”. El Metro no se detiene.