Un ejército por la paz | El Nuevo Siglo
Lunes, 24 de Febrero de 2014

El mensaje contundente de Lasprilla

Espionaje a Santos, gravedad extrema

 

 

No podían ser más claras y contundentes las palabras del nuevo comandante del Ejército, general Jaime Alfonso Lasprilla, quien en reveladora entrevista dominical con este Diario fue enfático en señalar que “hoy más que nunca se avizora la paz y el Ejército Nacional es garante de esa paz, que no sólo es la aspiración del pueblo colombiano sino la aspiración de nuestros soldados”. Se reafirma en esa declaración así como en las del resto de la cúpula castrense y policial que los intentos de los enemigos de la paz para dividir la Fuerza Pública o incluso politizarla no prosperan, aunque debe mantenerse la guardia en alto, pues los intereses oscuros en contra de una salida negociada al conflicto no descansarán de sus móviles desestabilizadores.

Y es que el país así como debe ser consciente de que alcanzar la paz es el principal propósito nacional, también tiene que advertir que hay enemigos de esa causa y muchos de ellos están agazapados, actuando desde las sombras, complotando contra todo aquello que enrute al sendero de la terminación definitiva del conflicto armado. Y cuando se habla de enemigos no nos referimos a quienes critican de forma abierta el mecanismo seleccionado para acabar con esta guerra, pues si hay algo evidente en Colombia es que el respeto por la democracia, la libertad de opinión y el derecho al disenso son las columnas vertebrales sobre las que se cimenta la institucionalidad. Hoy por hoy es claro que los enemigos de la paz no tienen límite alguno para alcanzar su macabro objetivo, a tal punto que sus maniobras no sólo son de la mayor índole criminal sino que rayan incluso en delitos de extrema gravedad como traición a la patria y vulneración grave de la seguridad nacional. La conjura parece ir en crescendo, pues de las denuncias periodísticas 25 días atrás en torno a que desde una casa de fachada de Inteligencia Militar se habría espiado a los integrantes del equipo negociador de paz del Gobierno (asunto que aún está en investigación) ahora se pasó a un hecho más grave y desestabilizador: correos electrónicos privados del Presidente de la República fueron interceptados.

El primer escándalo dio lugar a un sinnúmero de hipótesis sobre sectores castrenses que, presuntamente, estarían en desacuerdo con el proceso de paz e incluso podrían estar filtrando información sensible sobre el mismo a contradictores políticos del Gobierno. Sin embargo, las declaraciones contundentes del alto mando respaldando la búsqueda de una salida negociada al conflicto han permitido reafirmar que la Fuerza Pública no sólo respeta al cien por ciento el principio de subordinación al Jefe de Estado, comandante supremo del estamento militar y policial, sino que es consciente de que ha sido precisamente su eficacia en el combate a los ilegales lo que hoy tiene a la otrora guerrilla más peligrosa sentada en la mesa de negociación. Así pues, el Ejército, la Fuerza Aérea, la Armada y la Policía, son al mismo tiempo la génesis y los garantes de la esperanza de paz.

Y en lo que hace a las revelaciones en torno a que hasta las cuentas electrónicas del Presidente de la República fueron “chuzadas”, el comunicado de la Casa de Nariño no pudo ser más certero al advertir que se trata de una actividad criminal “grave, insólita e inaceptable”. Es claro que detrás de la filtración selectiva de informaciones privadas del Jefe de Estado hay oscuros móviles políticos y electorales que, al peor estilo de la guerra sucia proselitista, buscan dañar la imagen del Gobierno y su  perspectiva reeleccionista que, al tenor de las encuestas, concitará el apoyo de las mayorías en mayo próximo. Un apoyo que, por simple lógica, se matricula directamente con un aval al proceso de paz.

Dada la gravedad del espionaje al Jefe de Estado, debe crearse ya un bloque interinstitucional que investigue y señale rápidamente a los responsables de este atentado contra la seguridad nacional, pues así como se interceptaron correos electrónicos personales del Presidente también es posible que se hayan espiado otros relacionados con asuntos de Estado. Debe, igualmente, solicitarse apoyo inmediato de las principales agencias de Inteligencia del mundo. No puede haber en las pesquisas dilación alguna como tampoco flexibilidad a la hora de la denuncia pública, judicialización y condena a los autores materiales e intelectuales del espionaje. Si hay manzanas podridas enquistadas en las instituciones o al servicio de macabros intereses, la depuración debe ser ejemplarizante. Hay que descubrir a los enemigos de la paz, sean quienes sean, y ponerlos en evidencia para que el país conozca a esos elementos aislados que apuestan por más décadas de guerra, sangre y dolor.