Un vicio de efectos letales | El Nuevo Siglo
Domingo, 18 de Mayo de 2014

Es  sabido hace tiempo el efecto dañino en el organismo humano del alcohol. Preocupa la tendencia a beber de los jóvenes que, generalmente complementan con el cigarrillo, otro producto perjudicial causante de cáncer, enfisema pulmonar y otros males.

Respecto del alcohol, pareciera una cuestión atávica, salvo en culturas como en la India, ciertos países árabes, donde está vetado el alcohol y en algunas confesiones religiosas, la costumbre de ingerir bebidas alcohólicas. Cualquier acontecimiento social, matrimonio, bautizo, cumpleaños, un triunfo en deporte, es oportunidad para brindar con trago. Incluso en los funerales puede ocurrir que se brinde a la memoria del fallecido.

Cuando se inicia a edad temprana el consumo de alcohol, pronto se llega a la adicción. Puede ocurrir también en los ‘bebedores sociales’, que no pueden evitarlo en cocteles y reuniones, en las cuales es infaltable el licor y se familiarizan con éste.

Las consecuencias nocivas del alcohol son bien conocidas. Ahora esto se vuelve a reiterar en el más reciente estudio de la Organización Mundial de la Salud. Este vicio es responsable de mayor número de decesos en el mundo que todas las guerras juntas. La persona en el nivel de alcoholizado es inevitable que lo consuma la cirrosis, complicaciones cardiovasculares, mayor riesgo de contraer Sida, porque se olvida la necesidad de protegerse, es posible que algunos bebedores, que experimentan el delirius tremens, deriven en estados de demencia. En ciertas partes del mundo, en la estación invernal, los vencidos por el alcohol, en su borrachera por las noches si caen en la nieve perecen congelados.   

El alcohol es factor determinante de la violencia intrafamiliar. Maridos borrachos llegan a la casa en las noches y la emprenden a golpes contra la esposa, muchas han sido asesinadas y aun los hijos sufren las palizas o puntapiés de padre beodos. Algunas familias afrontan escasez de lo necesario en la comida. El jefe del hogar se bebe el sueldo y cuando le piden para el mercado se enfurece. La economía doméstica se quiebra, El bebedor consuetudinario se arruina y los suyos sufren las secuelas de la desnutrición y la falta de educación.

Es tal la incidencia en la sociedad que en algunos países el alcoholismo es un asunto de salud pública, que le representa al Estado inmensas erogaciones para tratamientos de desintoxicación y problemas que genera la adicción a las bebidas alcohólicas.

No obstante la evidencia de los daños que produce el alcohol, una costumbre tan arraigada en las diversas regiones del mundo no es fácil combatir. Tan complejo que los alcohólicos que se someten a tratamiento en las instituciones especializadas, deben ser bien vigilados para que no reincidan.

El alcohol también es protagonista principal de accidentes de vehículos en los que va al volante el conductor ebrio. En definitiva son multitud de situaciones trágicas, dramáticas y fatales conexas al vicio del alcohol que, a pesar de que son una realidad innegable, van a continuar porque no se va a prescindir de beber. Quizá sería factible para morigerar tan perjudicial tradición alcohólica, optar por mínimo consumo, desde luego sin alcanzar a la embriaguez. Claro que para el caso de manejar vehículo, ni una sola gota de licor o cerveza. De todas maneras en las instituciones educativas se debe insistir a los jóvenes y prevenirlos sobre los riesgos que implica dejarse dominar por el alcohol. Y las entidades de salud reiterar lo que toca con las enfermedades ocasionadas por este vicio de efectos letales. No es nada sencillo convencer pero en el mundo hay muchas campañas encaminadas a alertar sobre lo que deja la manía de beber sin medida, hasta perder la conciencia.