A Petro no le gusta gobernar, pero adora el poder: Pizarro | El Nuevo Siglo
EDUARDO PIZARRO, profesor emérito de la Universidad Nacional de Colombia y analista político, cuestiona la forma de gobernar del presidente Gustavo Petro. /Foto - Universidad Pontificia Bolivariana
Lunes, 10 de Junio de 2024
Redacción Política

 

EL NUEVO SIGLO: El presidente Gustavo Petro sostiene que no está interesado en reelegirse, pero muchos sectores no le creen. ¿Cuál es su opinión?

EDUARDO PIZARRO: El presidente Gustavo Petro vive en una honda ambivalencia. No le gusta gobernar, de hecho, es un mediocre gobernante, pero adora el poder.

Por ello, les dedica más horas a sus mensajes en redes que le permiten copar el debate público, que a las reuniones con sus ministros y altos funcionarios del Estado.

Y no sé si en 2026 va a dominar el gobernante que le aburre el ejercicio del poder presidencial o el caudillo político fascinado con los aplausos de sus seguidores.

ENS: ¿Cómo ve los cuellos de botella en los procesos de negociación con disidencias (Estado Mayor Central), reincidencias (Nueva Marquetalia) y Eln?

EP: El principal cuello de botella es que el barniz político de una y otra organizaciones, en especial, de la disidencia de las Farc (Estado Mayor Central) y del grupo reincidente (Nueva Marquetalia) es cada día más y más débil, y el afán de controlar rentas ilegales y de ampliar el portafolio criminal de una y otra organización crecen día a día. Ojalá, se pudiera llegar a acuerdos al menos con las facciones de uno y otro grupo menos contaminados con la acumulación de rentas ilegales.

La ruptura en el seno de las disidencias de las Farc con los frentes liderados por Néstor Gregorio Vera, alias “Iván Mordisco” es una evidencia de esa difícil convivencia entre facciones que conservan algún nivel de politización y facciones pérdidas en la criminalidad.

En el caso del Eln debemos esperar los resultados de la VI Conferencia que se debe realizar en el segundo semestre de 2024. Ojalá que se aprobara, finalmente, su decisión de transitar de las armas a la política.

Hasta ese momento, no sabremos si van a continuar utilizando las negociaciones de paz como un recurso para ahondar la guerra, como vienen haciendo desde 1991.

ENS: Muchos gobernadores advierten que el Estado pierde control territorial en varias regiones a manos de los grupos armados ilegales. ¿Esto es consecuencia directa de un deficiente control y verificación del cese el fuego?

EP: Es la consecuencia de un modelo de paz mal diseñado. El modelo de ceses al fuego bilaterales −con mínimos requerimientos hacia los grupos armados ilegales−, no solo ha generado una parálisis de las Fuerzas Armadas, sino que les ha concedido una ventaja estratégica a esos grupos que continúan su expansión territorial y su control de rentas ilegales.

Cada día estos grupos no solamente amplían sus portafolios criminales (tráfico de drogas, microtráfico, minería ilegal y un largo etcétera), sino que agravan el fraccionamiento del territorio. El fenómeno de las “fronteras invisibles” de los combos en los barrios de Medellín, ya se expandieron a buena parte del país.

Corrupción

ENS: ¿Con lo ocurrido en la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres queda claro que la corrupción asoma en todos los gobiernos, sin importar su marca partidista o ideológica?

EP: En Colombia teníamos hasta hace pocas semanas 37 partidos políticos con personería jurídica concedida por el mediocre Consejo Nacional Electoral que nos rige. Si bien el Consejo de Estado ya les retiró la personería a cuatro partidos, En Marcha (Juan Fernando Cristo); Fuerza Ciudadana (Carlos Caicedo); Creemos (Federico Gutiérrez) y Todos Somos Colombia (Clara López), todavía el desproporcionado número de partidos hace inviable el ejercicio sano de la democracia. Antes los partidos arrastraban a sus candidatos, ahora cada candidato debe ver cómo logra ser elegido.

Y uno de los efectos de esta situación es el aumento desproporcionado de los costos de la acción política: por ejemplo, para llegar al Senado de la República en una circunscripción de orden nacional un político debe obtener votos en todo el país y no solo en su departamento. Y el costo puede ascender a 10.000 o 20.000 millones de pesos. Así, la corrupción está servida en bandeja de plata en gobiernos de cualquier signo ideológico.

ENS: ¿Cuáles son otras consecuencias de este fraccionamiento?

EP: Otra consecuencia del fraccionamiento extremo del sistema de partidos es el crecimiento sin diques de contención de los “clanes políticos familiares” en todas las regiones del país: clanes que no siempre utilizan la acción política a favor de los ciudadanos, sino para engrosar sus arcas a costa de los recursos públicos.