Caos afgano, el desastre político para Biden | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Domingo, 29 de Agosto de 2021
Redacción internacional

"Creo que cuando esto termine (el retiro de Afganistán), el pueblo estadounidense comprenderá claramente lo que hice" dijo el presidente Joe Biden a los periodistas al ser indagado a comienzos de esta semana sobre la caída de su popularidad. Sin embargo, eso es lo que precisamente hoy ese mismo pueblo y hasta el mundo que intenta comprender que fue lo que hizo.

El desconcierto global por el caos generado en el aeropuerto de Kabul con miles de afganos intentando huir del país tras la victoria talibán, así como de soldados estadounidenses recibiendo tras la vaya del terminal aéreo a bebés y niños que les entregaban desesperados ciudadanos para asegurarles un futuro mejor se ‘disparó’ a final de semana con el mortífero atentado de una rama yihadista que segó la vida de decenas, entre ellos 13 militares norteamericanos.

Y aunque precisamente el terrorismo tiene como ADN el factor sorpresa no se entiende por qué pese a que fue el mismo Estados Unidos el que alertó sobre la amenaza de ataques en ese terminal aéreo esa misma inteligencia no actuó con rapidez y diligencia para enfrentar la amenaza, la misma que persiste en medio de las operaciones de evacuación que tienen como plazo final este miércoles 31.

“Soy el cuarto presidente que gobierna con una presencia de tropas estadounidenses en Afganistán. Dos republicanos y dos demócratas. No pasaré esa responsabilidad a un quinto. Concluí que es tiempo de que las tropas estadounidenses vuelvan a casa, con seguridad, no podemos esperar continuar con este ciclo esperando crear condiciones ideales para la retirada”, sostuvo el presidente demócrata el 14 de abril al anunciar al mundo que saldría del país asiático y que comenzaría ese plan a comienzos de mayo.

En esa ocasión también aseguró cuatro cosas que, en el corto tiempo quedaron sin asidero: que la salida “se hará de manera responsable, deliberada y segura” minimizando cualquier riesgo; que las fuerzas afganas son totalmente capaces de defender al país y que no había recibido informe alguno de sus altos mandos en el sentido de que podría generarse un caos con el intempestivo retiro, al igual que era poco probable que Kabul cayera rápidamente.

En este último aspecto se conoció que el propio secretario de Defensa Lloyd Austin advirtió a Biden que la retirada total de Afganistán no proporcionaría estabilidad, mientras que el presidente del Estado Mayor de los jefes de Estado Mayor, el general Mark Milley le aconsejó mantener los 2.500 efectivos, así como no precipitar la entrega de la base de Bagram.

El presidente norteamericano ha dicho “no arrepentirse” de sus decisiones, “asumir la responsabilidad” como mandatario y jefe militar y “hacer pagar” a los autores del mortífero atentado, tal cual ha comenzado bombardeos con drones a objetivos del Estado Islámico en Afganistán y que ayer sábado cobró la vida de al menos uno de sus jefes.

Sin embargo, no ha ido más allá, en el sentido de señalar responsables directos por lo ocurrido en Kabul, que se convirtieron en un desastre político a tan solo siete meses de mandato y, de paso, minó la confianza de sus aliados militares que ven con asombro como con la intención de acabar una guerra lo que hizo fue abrir otra -y más grave-, la del terror del yihadismo.


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Sin duda, la muerte de los 13 militares estadounidenses en el atentado suicida del jueves es un golpe, hasta la médula de su presidencia, tal cual lo reflejó con voz quebrada y ojos cerrados en su mensaje a la nación tras el luctuoso hecho.

En enero, llegó a la Casa Blanca prometiendo calma a nivel nacional y respeto por Estados Unidos a nivel internacional luego de los años de su antecesor, el republicano Donald Trump. Pero ahora, con esta debacle, debe persuadir a la nación y a los aliados de Estados Unidos de que cualquiera de los dos objetivos sigue siendo alcanzable.

El demócrata de 78 años se estaba recuperando del caos en Afganistán, donde el gobierno afgano que Washington respaldaba y el ejército creado por Estados Unidos desaparecieron casi de la noche a la mañana, dejando a merced de los talibanes al puñado de tropas estadounidenses que quedaban, y a muchos miles de ciudadanos y aliados estadounidenses.

Trabajando día y noche durante los últimos días, su administración pensó que tal vez aún podría salir airosa del desastre.  Las evacuaciones por aire iban mucho mejor de lo previsto. El ejército de Estados Unidos estaba actuando a la perfección, y los talibanes más o menos cumplían su parte del acuerdo de salida firmado en febrero de 2020 para la retirada, por el cual se comprometieron a no llevar a cabo ataques contra las tropas estadounidenses o de la OTAN.

El jueves temprano en Washington, la Casa Blanca presentó con orgullo las últimas cifras: más de 95.000 personas sacadas de Afganistán en vuelos seguros desde la caída de Kabul ante los talibanes el 15 de agosto. Pero luego fue el mortífero atentado del suicida yihadista que cayó como una bomba sobre su mandato.

Ofensiva republicana

"Renuncia", "destitución": ante la crisis afgana y la muerte de 13 militares estadounidenses en Kabul, los republicanos atacan desde ese momento al presidente Biden en un país que suele unirse ante las tragedias nacionales, una muestra de las profundas divisiones en Washington y de los problemas políticos que se avecinan.

"Joe Biden tiene las manos manchadas de sangre", escribió en Twitter la número tres de los republicanos en la Cámara de Representantes, Elisa Stefano.


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El presidente demócrata, responsable del "abyecto fracaso en Afganistán", debe dimitir, añadió el senador republicano Josh Hawley, mientras que otra colega, Marsha Blackburn, pidió sin rodeos a todos los altos funcionarios de la administración Biden que dimitieran.

Si bien estas voces simpatizantes del expresidente republicano Donald Trump resuenan con fuerza, los grandes líderes del partido todavía evitan reclamar directamente la dimisión de Biden, de 78 años. Pero, sin embargo, todos critican unánimemente su gestión de la retirada de Afganistán.

Las acciones de Biden "transpiran debilidad, incompetencia", dijo el viernes el líder de la minoría republicana en la Cámara, Kevin McCarthy, en una conferencia de prensa en el Congreso.

"Débil" es la palabra que muchos republicanos martillean para designar al presidente septuagenario desde el mortal ataque en las afueras del aeropuerto de Kabul, reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico (EI).

"Para ser comandante en jefe, hay que tener la confianza" de los estadounidenses, pero Biden la perdió la víspera, afirmó McCarthy.

No fue tan lejos como para pedir su renuncia o el inicio de un proceso de juicio político, sino que instó primero a evacuar a todos los estadounidenses que aún se encuentran en Kabul antes de la fecha límite del 31 de agosto confirmada por el mandatario demócrata para la retirada militar total de Estados Unidos.

"Después de esta fecha, podremos hacer todo lo posible para asegurarnos de que se hagan los informes", insistió, sin embargo.

"La hora de la verdad llegará", sentenció.

Pero estas perspectivas o posibilidades de renuncia o de juicio político son absolutamente improbables hoy, con un Congreso controlado por demócratas que apoyan masivamente a Biden.

Sin embargo, estos llamamientos podrían movilizar a los votantes republicanos a medida que se acercan las cruciales elecciones parlamentarias de mitad de mandato, en noviembre de 2022, cuando la oposición espera recuperar la mayoría.

Entre tanto, los hechos de esta semana sin duda asestarán un nuevo golpe a la ya de por sí mermada popularidad de Biden que se ha visto afectada por el caos del retiro afgano y el aumento de casos de coronavirus debido a la variante Delta.

Como registramos en un artículo anterior en este diario, el apoyo ciudadano al mandatario demócrata cayó al 41% según la encuesta de la universidad de Suffolk para el USA Today. Y la más reciente, la del viernes pasado de Rasmussen ubica el mismo en 45%, cuatro puntos porcentuales menos que la semana anterior.

Pero más allá de la imagen presidencial, lo que se está evidenciando es el grave impacto que las decisiones de Biden han tenido en la credibilidad del país. Algo que será muy difícil de recuperar.