El Gobierno de Estados Unidos ha pedido a Rusia e Irán que pongan fin a sus actividades desestabilizadoras en Siria y ha instado a la desescalada para proteger a los civiles en el marco de la ofensiva encabezada por el grupo yihadista Hayat Tahrir al Sham (HTS) sobre la provincia siria de Alepo, en el norte del país.
El portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, ha detallado que Washington no se opone a las relaciones diplomáticas entre países, sino a la influencia que países como Irán o Rusia ejercen en todo el país "desde hace más de una década".
En este sentido, ha instado a los países con influencia a que presionen a las partes a fin de lograr una reducción en las tensiones. "No queremos que ningún país intente aprovecharse de la situación en Siria, de la inestabilidad", ha recalcado.
Por otro lado, ha indicado que el objetivo es "poner fin" a la guerra civil "con un acuerdo político coherente con la resolución 2254 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas". "Es importante que ese camino esté liderado por Siria y que sea un proceso que, en última instancia, conduzca a elecciones", ha agregado.
"Con respecto a las sanciones que hemos impuesto al régimen de Assad, siguen en plena vigencia. No han cambiado. El régimen sirio no ha mostrado ningún cambio en su comportamiento que indique que nuestras sanciones deberían cambiar", ha resaltado, tildando al presidente sirio de "dictador".
Miller ha subrayado además que HTS, responsable de lanzar la ofensiva durante el fin de semana, es una "organización terrorista" designada como tal por Estados Unidos. "No apoyamos a esa organización de ninguna manera o forma", ha argüido.
La ofensiva de rebeldes y yihadistas, encabezada por HTS, ha derivado en combates principalmente en Alepo, epicentro de una nueva escalada que ha vuelto a poner en jaque al país. Damasco ha respondido apoyándose también en sus países aliados y, de hecho, el Ministerio de Defensa sirio ha confirmado la implicación de fuerzas rusas en los ataques.
El presidente sirio Bashar al Asad, denunció un intento de "redibujar" el mapa de Oriente Medio, tras la ofensiva relámpago de grupos rebeldes que consiguieron arrebatar amplias zonas del norte del país a las fuerzas gubernamentales.
El régimen de Asad, aliado de Irán y de Rusia, perdió por primera vez el control total de Alepo desde el inicio de la guerra civil en 2011. La segunda ciudad de Siria fue arrebatada por una coalición dominada por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Cham (HTS) y facciones rebeldes sirias, algunas respaldadas por Turquía. Aviones sirios y rusos bombardearon en respuesta sectores controlados por estos grupos en la provincia de Idlib, en el noroeste.
Ante esta ofensiva sorpresa, que comenzó el 27 de noviembre, Asad buscó el respaldo de sus aliados.
Los ataques, en los que la alianza de milicias rebeldes se arrebataron de una decena de localidades en la provincia de Idlib, ya dejaron más de 457 muertos, incluidos al menos 72 civiles, indicó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
En una conversación telefónica con su homólogo iraní, Masud Pezeshkian, el presidente sirio declaró que esta "escalada terrorista" busca "fragmentar la región, desmoronar sus Estados y redibujar el mapa" de Oriente Medio "de acuerdo con los intereses y objetivos de Estados Unidos y Occidente".
Tanto Turquía, frontera con Siria, como Irán, Rusia y Estados Unidos mantienen una presencia militar en el país, escenario de una guerra civil que estalló tras la violenta represión de protestas pacíficas en 2011./Resumen agencias