TEMPRANERO, a puerta cerrada y con reglas inéditas. Aunque así será el primero de los dos cara a cara entre el candidato-presidente, el demócrata Joe Biden, y el republicano Donald Trump, este jueves en la sede de CNN en Atlanta, podría –como ha ocurrido en escasas ocasiones– definir la elección del 5 de noviembre.
Con una sola característica en común: ser adultos mayores maduros, Biden con 81 años y Trump con 78, evidenciarán una vez más en este debate sus abismales diferencias en todos los aspectos: desde su vitalidad, agilidad mental y su personalidad, hasta su visión político-económica nacional e internacional.
Si bien es una reedición del duelo de hace cuatro años por la Casa Blanca, en esta ocasión hay circunstancias que lo enmarcan en el terreno de lo ‘extraño’, a saber: los asesores de campaña no podrán acceder a los candidatos durante el debate, no se conocen los temas a tratar y, sobre todo, el interés estadounidense se centrará –como nunca antes– en la apariencia y actitud de los aspirantes a regir el destino de Estados Unidos por cuatro años.
Se presume así que, por primera vez en lo corrido de este siglo, el peso del debate recaerá, más que en las propuestas políticas, en cómo las presenten, expliquen y defiendan. La forma sobre el fondo centra el interés de los electores estadounidenses, ya que con dos adultos mayores maduros en contienda evaluarán tanto su vitalidad como su agudeza mental.
Tras el consabido desgaste de cuatro años de gobierno y su edad, sobre Biden recaen las mayores presiones para este cara a cara. Tras algunos ‘lapsus’ y equivocaciones en referencias internacionales, sus asesores se concentraron en ‘prepararlo’ para el tradicional discurso sobre el estado de la Unión, que tuvo lugar el pasado 7 de marzo.
Con ‘el corazón en la boca’ y cruzando los dedos estuvieron tanto ellos como los líderes demócratas durante esa intervención presidencial en el Congreso de Estados Unidos. El mandatario no se equivocó, tampoco titubeó y siguió al pie de la letra no solo el texto escrito, sino los énfasis que debía hacer.
El liderazgo, la experiencia, el conocimiento y compromiso de Biden son incuestionables, mas no así su gestión y capacidad tanto física como mental para enfrentar otro gobierno, según esgrime la oposición republicana. De allí que, para evidenciar lo contrario, el mandatario demócrata lleva días preparándose para este debate y este fin de semana cumple intensa agenda con sus asesores en Camp David, la residencia campestre presidencial.
En el ambiente tranquilo de esta lujosa vivienda, ubicada en el parque Catoctin Mountain Park en el condado de Frederick, Maryland, Biden y su equipo cercano repasaron uno a uno posibles flancos de ‘ataque’ de su rival republicano, como la inflación, los altos intereses, las guerras (Ucrania y Gaza), la crisis migratoria y los cuestionamientos reiterados tanto sobre su capacidad mental como física, visiblemente más envejecido pese a la corta diferencia de edad (tres años).
Para Eduardo Luce, analista político de “Financial Times”, “el objetivo de Biden será garantizar que su edad sea menos tema de conversación que el carácter de Trump... Sobre el papel su tarea es sencilla. En la práctica es todo lo contrario”.
Descontado está que el candidato demócrata trate de centrar el debate en que Trump es un hombre condenado por fraude fiscal, que tiene otros dos procesos judiciales pendientes y que, sobre todo, es “un peligro para la democracia” y en consecuencia “no es apto para ocupar el cargo”, como ha insistido desde el comienzo de esta tempranera campaña.
En contraste con el candidato-presidente, Trump no irá a ‘retiro’ político ni tendrá preparación alguna para este primer debate, por considerar que sus mítines, encuentros con electores, reuniones con parlamentarios y su clara visión de cómo “hacer a Estados Unidos grande de nuevo” han sido un constante repaso del tipo de puntos políticos sustanciales que se tratarán en el cara a cara.
De esta forma, según ha confirmado su equipo de campaña, Trump optó por una preparación más informal, pero con la solidez que exige un encuentro de este tipo.
¿Determinante?
Con el ojo puesto tanto en los indecisos como en grupos claves del electorado que son volátiles (hispanos, afros y mujeres), la polarización política y una elección que se definirá por unos miles de votos según vaticinan las encuestas, Biden y Trump buscarán su mejor desempeño para responder desde los atriles a los moderadores de CNN, Jake Tapper y Dana Bash.
Aunque los medios de comunicación han señalado que hay gran apatía ciudadana y que en esta época de verano los residentes en Estados Unidos están pensando más en las vacaciones que en las elecciones, el debate presidencial concita gran interés, por las razones anteriormente expuestas y porque desde que Trump salió de la Casa Blanca no ha tenido encuentro alguno con Biden.
También porque se podrán evaluar –con la transmisión en vivo y en directo– las actitudes y aptitudes de ambos candidatos, independientemente de su avanzada edad. Por ejemplo, se podrá apreciar la agilidad de respuesta de Biden y la capacidad de permanecer en silencio de Trump, quien está acostumbrado a interactuar con el auditorio, que en esta ocasión estará vacío.
"Será una prueba increíble de su competencia cognitiva... Es nuestra oportunidad de ver si han decaído y cuánto", dijo recientemente a CNN el profesor de ciencias políticas de la Universidad de Arkansas y autor de un libro sobre los debates presidenciales, Patrick Stewart.
El panorama electoral no sufrió modificaciones sustanciales luego del veredicto de ‘culpable’ emitido contra Donald Trump por un jurado de Nueva York, en el delito de fraude fiscal porque su otrora aliado y abogado registró en cuentas de la Organización Trump bajo el rubro de honorarios un pago que se hizo a la exactriz porno ‘Stormey Daniels’ años atrás.
La campaña demócrata confiaba en que el fallo en contra de Trump, que está a la espera de que el juez Merchán emita la condena, impactara negativamente la intención de voto por el republicano. Pero no ocurrió. Todas las encuestas realizadas desde el pasado 30 de mayo –cuando se conoció el veredicto– y hasta mediados de la semana que termina señalan que el candidato republicano sigue primero, al igual que en el voto nacional y en las apuestas sobre el ganador presidencial.
RealClear Politics, portal de referencia electoral y que promedia los sondeos, muestra que aunque Biden repuntó muy levemente, sigue en segundo lugar y que en los denominados estados bisagra (swing states), que finalmente son los que inclinan la balanza electoral, el expresidente Trump mantiene el liderato, aunque con la gran incógnita en Wisconsin y Michigan, donde la diferencia entre ambos es de apenas 0.3 %.
En Arizona, la intención de voto por Trump es de 48.2 %, frente a 43.6 % de Biden; en Nevada es de 48.5 % vs. 42.8 %, respectivamente; Pensilvania: 47.8 % vs. 45.5 %; Carolina del Norte: 47.8 % vs. 42. 5% y Georgia: 48.2 % vs. 43.2 %.
En Wisconsin son milésimas que los separan: 47.4 % vs. 47.1 % a favor de Trump, mientras que en Michigan el guarismo es 47.1 % vs. 46.9 %, respectivamente. El promedio del voto nacional da triunfador a Biden con 46 %, un 0,4 % más que Trump, mientras que el promedio de las casas de apuestas es 51.2 % que la presidencial la ganará el candidato republicano.
Independientemente de quien se imponga en las urnas el próximo 5 de noviembre, Biden o Trump se hacen a otro título: el mandatario más longevo en ocupar la Casa Blanca.
Este jueves, durante hora y media en las que solo habrá dos pausas publicitarias, los electores de Estados Unidos e interesados en la política internacional centrarán desde las 9 de la noche (hora local) su atención en este primer cara a cara entre Trump y Biden, a quienes se les desactivará el micrófono una vez cumplan el tiempo estipulado de intervención.
Tempranero, al punto de que ocurre dos semanas antes de que los republicanos reunidos en su convención en Milwaukee oficialicen la candidatura de Trump y dos meses antes de que hagan lo propio los demócratas en Chicago, este debate se vaticina determinante, es decir, que modifique el resultado electoral, tal como ocurrió con John F. Kennedy vs. Richard Nixon en 1960, Gerald Ford vs. Jimmy Carter (1976) y Hillary Clinton vs. Donald Trump (2016). Este debate será, sin duda, “la madre de todas las batallas”.