A RIESGO de su propia vida, tal cual lo admitió en campaña, Daniel Noboa hizo de la seguridad el eje de su agenda política, lo que de suyo vaticinaba una retaliación del narco que creció ‘como espuma’ en los últimos años en Ecuador, consolidando tanto un millonario negocio como el control territorial a través de la corrupción y el terror.
Tanto cuando sorprendentemente se coló en la segunda vuelta electoral y contundentemente se impuso a la candidata izquierdista en el balotaje, el joven empresario ecuatoriano reafirmó que combatir la violencia del narcotráfico, que por ‘tibieza’ de sus antecesores creció y enraizó en el país (otrora llamado paraíso de paz) sería su prioridad, de modo que desde el día en que se trasteó al Palacio Carondelet empezó a implementar su política de seguridad.
Con cárceles transformadas en oficinas del crimen, llamadas extorsivas a comerciantes, terror de fusiles y granadas en disputas territoriales contra bandas rivales y hasta el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio, el más joven gobernante en la historia del país (37 años), proclamó en su discurso de posesión el ‘principio del fin’ de esta grave situación, proclamando que los tiempos en que los criminales “le dictaban al gobierno de turno qué hacer” no iban más.
Sus primeras medidas se encaminaron a “recuperar el control” de los centros penitenciarios. Así cambió directores, realizó operativos sorpresa, trasladó a los criminales ‘mandamases’ y redobló la presencia policial en zonas dominadas por bandas delincuenciales. Sus acciones lograron evitar sangrientos amotinamientos, como fue la constante en los ocurridos en los últimos años y frenar los delitos relacionados con las drogas, especialmente los homicidios, cuya tasa es de 40 por cada 100.000 habitantes, (en Guayaquil es de 114) convirtiéndolo en uno de los países más violentos del mundo.
Paralelamente y con el ojo puesto en las 22 estructuras vinculadas con el tráfico de drogas, lideradas por Los Choneros, Lobos y Tiguerones, develó el Plan Fénix, que cayó como baldazo de agua fría al narco, porque comprende, entre otras cosas, la instalación de dos buques prisión, la posible construcción de una mega-cárcel como la que el salvadoreño Bukele construyó en su país para los pandilleros, tecnología de punta para las fuerzas del orden y renovación del sistema de inteligencia.
Por las alianzas con carteles extranjeros y su alto poder corruptor, miembros de las bandas antes mencionadas se adueñaron de varios penales, especialmente en Guayaquil, donde por doce años reinó desde su celda Adolfo Macías o "Fito", líder de Los Choneros, hasta que se escapó sin un solo disparo el domingo pasado. Un día después, lo hizo el mando medio de Lobos, Fabricio Colón Pico, alias 'capitán Pico', que amenazó de muerte a la Fiscal Diana Salazar.
La concatenación de fugas, la posibilidad de motines, el secuestro de siete policías, decenas de guardias penitenciarios y, sobre todo, la temeraria acción de un grupo de encapuchados que irrumpieron en el canal TC Televisión, en el norte de Guayaquil, en plena emisión, llevaron a que el presidente Noboa declarara formalmente al país en un “conflicto armado interno”, con lo que se identifica a más de una veintena de organizaciones como "grupos terroristas y actores no estatales beligerantes" y emplaza a las Fuerzas Armadas a adoptar las medidas que sean necesarias para "neutralizarlos". Así mismo se estableció el toque de queda que opera desde las 11 de la noche y las 5 de la mañana.
La toma al canal televisivo concluyó con 13 arrestos, la mayoría de ellos jóvenes que enfrentarán cargos por terrorismo, mientras que en Quito y otras provincias, entre ellas Esmeraldas y Guayaquil se desataron disturbios que desafortunadamente segaron la vida de diez personas, entre ellas dos policías.
La mecha encendida por el narco se apagó al anochecer del martes ante la militarización de Quito y otras zonas tanto para garantizar la seguridad ciudadana y el respeto a la institucionalidad, así como en la operación rastrillo para ubicar a los fugados.
El jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, Jaime Vela, señaló en mensaje a la Nación, acompañado de los ministros de Gobierno y Defensa, que tras esa declaratoria “todo grupo terrorista mencionado en el decreto es un objetivo militar”. Agregó que unos 60.000 militares e igual número de uniformados cumplen las órdenes presidenciales.
“No vamos a ceder”
El alboroto citadino, normal en lugares como el centro de Quito, no se vio ayer ni en la capital ni en el resto del país. Con el comercio cerrado, las escuelas y universidades en clases telemáticas y las fuerzas armadas desplegadas en las calles, la sensación era de seguridad, aunque también de miedo.
El presidente Noboa aseguró que el país está en "estado de guerra" por la violencia narco, se comprometió a enfrentar sin tregua a "más de 20.000" miembros de organizaciones "terroristas" y enfatizó que “no podemos ceder ante estos grupos terroristas".
Bajo esta medida, que le otorga a las organizaciones criminales estatus beligerante, el mandatario ordenó a los militares "neutralizar" a las bandas vinculadas a carteles de México y Colombia, según reiteró en declaraciones a Radio Canela.
Admitió que "vivimos un momento muy duro (...) Estamos luchando por la paz nacional, estamos luchando también contra grupos terroristas que hoy en día son más de 20.000 personas las que los conforman y no se les había puesto nombre ni determinación".
"Este gobierno está tomando las acciones necesarias que en los últimos años nadie las quiso tomar. Y para eso se requiere huevos grandes de avestruz, no huevos de cartón", aseguró el joven mandatario ecuatoriano que hoy ajusta 50 días en el cargo y enfrenta una situación sin precedentes en el país andino.
Tras recibir el respaldo de su ‘enemigo político’, el prófugo exmandatario Rafael Correa, quien le pidió “no ceder” y apeló a la unidad nacional para superar este difícil momento, porque “el crimen organizado le declaró la guerra al Estado, y el Estado debe prevalecer y vencer”, el presidente Noboa recibió un contundente espaldarazo de la comunidad internacional.
La Unión Europea calificó como un "ataque directo a la democracia y al Estado de Derecho" en Ecuador la violencia de los grupos criminales y ratificó su apoyo al pueblo de Ecuador y a sus instituciones, mientras que la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) condenó de manera "enérgica" la escalada violenta y sostuvo que "las y los ecuatorianos siempre encontrarán en la OEI una entidad amiga y solidaria, especialmente, para hacer frente a esta situación extrema e indeseable y para trabajar por la convivencia y la paz".
Por su parte, Estados Unidos se dijo dispuesto a colaborar con Ecuador para "lidiar con la violencia". El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, descartó un apoyo militar pero señaló que “podemos tomar medidas concretas para mejorar nuestra cooperación con el gobierno de Noboa a medida que comienza a lidiar con la violencia", afirmó.
Más de treinta expresidentes iberoamericanos, entre ellos los españoles José María Aznar y Mariano Rajoy, expresaron también su respaldo al gobierno Noboa. La Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA) expresó su preocupación por el "despiadado ataque narcoterrorista" que enfrenta el Gobierno, que tendrá que "precautelar la vida de los ciudadanos", así como "enjuiciar y condenar a los culpables por los atroces delitos cometidos".
"Ante tamaño desafío, hacen un ferviente llamado a las fuerzas políticas representadas en la Asamblea nacional, a la sociedad civil, a los medios de comunicación, a las organizaciones sociales y al movimiento indígena, a que abandonen sus diferencias políticas y conformen una sólida unidad nacional", sostuvo en el comunicado que firmaron también cinco exmandatarios ecuatorianos.