Ecuador enfrenta una crisis de seguridad anclada en el Pacífico | El Nuevo Siglo
Sábado, 15 de Abril de 2023
Pablo Uribe Ruan

De ser uno de los países más seguros de América Latina, Ecuador se ha convertido en uno de los más inseguros de la región, e inclusive del mundo.

Con focos en ciudades como Guayaquil y Esmeraldas, el responsable de este auge de la inseguridad es el crimen organizado, que en el caso de Ecuador se constituye por una mezcla entre la mafia de Albania, grupos colombianos y pandillas ecuatorianas que sirven a la gran criminalidad. Todos giran alrededor de la cocaína colombiana.

En el marco de esta extraña combinación -no por los grupos colombianos sino por los albaneses- el país hoy tiene una tasa de 22 homicidios por cada 100,000 habitantes, una cifra mayor a la de países tradicionalmente violentos como México o Brasil, y muy cercana a la de Colombia.

Enclave estratégico, Guayaquil (25 más peligrosa del mundo) preocupa especialmente a las autoridades. Ideal para la comercialización de narcóticos, por tener uno de los principales puertos del Pacífico, la ciudad del presidente Guillermo Lasso llegó a los 47 homicidios por cada 100,000 habitantes, por encima de Cali, Colombia, o San Pedro Sula, Honduras. 

El mismo origen

Por su cercanía con Nariño, Colombia, el departamento donde se cultiva el 50% de la coca colombiana, el rápido aumento de las muertes violentas y la criminalidad en Ecuador se debe a la cercanía geográfica con la frontera colombiana.

Fundamental para entender la dinámica criminal, esta razón no es la única que explica el alza del crimen y los homicidios. Otras posibles explicaciones se encuentran en la presencia de grupos criminales de Albania, las condiciones legales y de seguridad del país -no hay extradición-, y los fenómenos criminales ecuatorianos, con el surgimiento de bandas criminales medias y grupos de sicarios.

Los albaneses

Lejos y metido entre los Balcanes, una región liderada por Serbia y Bosnia, Albania se ha caracterizado por tener en Europa una de las estructuras criminales más fuertes del continente, que, además, tienen conexiones con grupos criminales en Italia, Ndraghetta.

La mafia albanesa llegó a Ecuador en la década de los 90, se originó tiempo atrás, pero logró su proceso de expansión al tiempo en que la antigua Yugoslavia erosionaba (1995). Poco a poco, fue consolidando su presencia en ocho de los puertos marítimos ecuatorianos hasta dominar parte importante de las cadenas de distribución de cocaína que salen de Ecuador hacia Europa.

“Los clanes criminales albaneses están en América Latina por una razón: para comprar cocaína a bajo precio”, dijo a la BBC un investigador de Insight Crime, Alessandro Ford.

Según Robert Muggah, Marc Margolis y Carolina Andrade, en Americas Quarterly, aproximadamente el 33% de la cocaína incautada en Ecuador en 2021 estaba destinada a Europa, “en comparación con solo el 9% en 2019”. Detrás de Colombia y Perú, Ecuador ocupa el tercer lugar en interdicción de cocaína.

Orquestadamente, los criminales albaneses han aprovechado las condiciones que ofrece Ecuador. Por muchos años, pudieron migrar sin visa (hasta 2020) y encontraron un país donde -previo a la pandemia- las condiciones de seguridad y actividades ilícitas no tenían un actor criminal claro que monopolizara la comercialización y distribución de estupefacientes.

En “Ecuador’s Crime Wave and Its Albanian Connection”, los investigadores explican que la mafia albanesa lleva años construyendo su empresa criminal en Ecuador. “La Operación Balcanes de 2014”, escriben, demuestra que en el país existían dos cabezas criminales, Azemi y Rexhepi, que han dominado las operaciones portuarias para enviar cargamentos del alcaloide a Europa.

Capturado en 2014, Rexhepi escapó a Europa y hoy está detenido en Alemania. De Azemi poco se sabe.

Con pocos hombres, la mafia albanesa actúa, según un reporte de El Universo de Guayaquil, a través de empresas fachada que logran tener contenedores legales para exportar y compran sellos de la aduana para pasar desapercibidos.



Local y nacional

Con la participación de distribuidores internacionales y toneladas de cocaína colombiana, los habitantes de los barrios marginales de Guayaquil han visto el crecimiento de pandillas que se enfrentan en diferentes zonas de la ciudad y han causado una disparada en los homicidios y otros delitos como el hurto y la extorsión, según autoridades locales.

“Se han convertido en un búnker para los grupos delincuenciales”, dice Aquiles Álvarez, alcalde electo de Guayaquil.

La proliferación de pandillas, como “los Choneros” y “los Lobos” es un fenómeno que ya se ha visto recientemente en ciudades del mismo tamaño como Medellín, Recife, Brasil, o Rosario, Argentina.

Décadas de experiencia muestran que en América Latina la mezcla de marginalidad, pandillas y crimen organizado deriva en un alza de las muertes, sin tener claro cuál de esos actores tiene mayor responsabilidad.

Tanto en Guayaquil como en Esmeraldas existe una combinación de actores, que va desde la mafia albanesa y sus conexiones con el crimen organizado de Colombia, hasta pandillas de barrio que usan la violencia extrema para controlar territorios.}

Dinámicas criminales

Pero el centro de la discusión radica en las dinámicas criminales. Por sus ventajas geográficas y la cantidad de actores que operan en Colombia, el crimen organizado colombiano ha visto en el Pacífico ecuatoriano un lugar ideal para exportar cocaína.

Previendo el aumento de la producción de coca, que hoy llega en Colombia a las casi 300,000 hectáreas, los colombianos han buscado puertos alternativos para distribuir el alcaloide, que por su superproducción necesita ser exportado por múltiples vías.

Anclado en un lugar estratégico, con Esmeralda y Guayaquil, Ecuador se ha convertido en parte esencial para el crimen organizado colombiano, la mafia albanesa y grupos peruanos, que, entre todos, se asocian con las estructuras criminales ecuatorianas.

Lejos, muy lejos, ha quedado esa idea de que el crimen organizado es local.

Con Guayaquil en sus índices más altos de homicidio, como Rosario, Argentina, queda claro que el crimen organizado viaja de país en país, en búsqueda ventajas competitivas.

Entretanto, las autoridades de los países involucrados poco o nada saben de estas dinámicas transnacionales.

Mientras, Ecuador, poco acostumbrado a las crisis de seguridad interna, enfrenta una emergencia nacional.

Permitir que los civiles se puedan armar (Lasso acabó de aprobar una ley sobre ello), no parece el camino indicado para solucionar esta crisis.  

*MPhill en Estudios Latinoamericanos, Oxford University. Consultor en seguridad, tecnología y riesgo país.