INFORME. El G-20 desde el sur, sur | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Sábado, 24 de Noviembre de 2018
Pablo Uribe Ruan
Por primera vez en la historia, los 20 líderes de las principales economías del mundo se reunirán desde el viernes en un país latinoamericano, Argentina, para abordar temas como el cambio climático, la robotización y el futuro alimentario. El mayor objetivo, por la crisis que enfrenta el multilateralismo, será lograr una declaración contra el proteccionismo. Frente a este, Trump y Xi se reunirán a solas

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POR PRIMERA vez en la historia, un país suramericano será el anfitrión de la cumbre más importante de líderes mundiales, el G-20, que tendrá lugar en Buenos Aires, Argentina, del 30 de noviembre al 1 de diciembre.

No es para menos. El embajador de Argentina en Colombia, Marcelo Strubin, en diálogo con este Diario, lo explicó de la siguiente manera: los problemas mundiales se enfocarán desde el sur, desde Latinoamérica.

Es así. El diseño del G-20 le da responsabilidad al país anfitrión de definir los ejes temáticos que se han discutido y se van a discutir a lo largo de dos días. Una cosa es definirlos desde Frankfurt, Mánchester o Pittsburgh. Otra, concebirlos desde la periferia, que, como bien supo explicar el filósofo Edward Said, tiene la ventaja de ver el centro y entender lo que hay a su alrededor.

La crisis de multilateralismo, tan real que se ha tomado hasta la Organización de Naciones Unidas (ONU), implica redefinir las instituciones liberales, como el G-20, y ponerlas en un contexto contemporáneo, más real.

En ese sentido, darle voz a Latinoamérica parece una alternativa que, al menos en el papel, genera más consensos que repetir la misma fórmula de las últimas décadas, con potencias occidentales que sirven de anfitriones de poderes como China o Rusia, abyectos de las organizaciones internacionales.

La poca credibilidad en estas parece venir de un rechazo al modelo establecido tras la Segunda Guerra Mundial, cuyo eje fue defendido, y de cierta manera diseñado por Estado Unidos. Paradójicamente, este país es hoy el mayor crítico del sistema que creó, al igual que sus rivales, Rusia y China, que poco han creído en la ONU y demás organizaciones por su interpretación variable de la democracia.

No parece, entonces, convincente que Europa o Japón sean capaces por sí mismos de ser los voceros del multilateralismo ante el poco apego de las potencias. La reinterpretación de este modelo de principios comunes debe venir, como se ha dicho, de otra parte.

El sur, un discurso argentino

A propósito de ello, el ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, Jorge Faurie, en entrevista con la AFP, dijo que, además de una serie de objetivos, su país intentará abarcar “todas las visiones para poder encontrar un piso común para todos”.

El caso de Argentina es paradigmático en la medida en que su economía siempre ha fluctuado desde su vuelta a la democracia, en 1984. De gobierno a gobierno ha variado su política económica con intentos de abrirse al mercado internacional de capitales, Raúl Alfonsín y Mauricio Macri, y la vuelta a modelos con alto gasto público, como los Kirchner.

En esos “ires y venires”, que han llevado a crisis económicas como la de los 80 y la del “corralito”, Argentina ha dependido de factores externos que han definido su política monetaria y han obligado a renunciar a presidentes como Fernando de la Rúa y Alfonsín.

En esta oportunidad, el presidente Mauricio Macri ha tomado la decisión de volver al mercado de capitales a cambio de cumplir sus obligaciones con los acreedores internacionales, logrando un préstamo histórico del FMI por 56.000 millones de dólares.

Para ejecutar su plan, Macri necesita la confianza de los inversores extranjeros y de sus países. Quiere, como le dijo hace poco un escritor a este Diario, “volver, si puede, a la Argentina de principios del Siglo XX, que abasteció al mundo de comida y llegó a ser el cuarto país del mundo”.

No hay mejor escenario para lograr este loable, aunque difícil reto, que el G-20, en donde necesita enviar un mensaje de estabilidad. “Es muy importante para nosotros tener algún tipo de estabilización del comercio, porque dependemos de esta posibilidad de comercio para tener más producción y tener más empleo", explicó el ministro Faurie.

Las condiciones de la economía internacional no le son favorables. Los precios de las materias primas, en particular, de los bienes agrícolas han caído mucho y las tasas de interés se mantienen bajas. El centro de pensamiento con sede en Washington, Brookings Institution, ha dicho, que “el acceso de Argentina a los mercados de capitales es muy incierto y depende de la efectividad de sus ajustes de política y del retorno a un crecimiento sostenible”.

Por ahora, los inversores no han visto las condiciones propensas para invertir, lo que significa para el gobierno Macri la obligación de recuperar la confianza.

El G-20 es el escenario predilecto para que, por un lado, llegue a, como llaman en la Casa Rosada (Palacio Presidencial), “la mesa chica del poder” o el G-7, conformado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Gran Bretaña. Por el otro, vean a su país con buenos ojos para ingresar a la Organización para el Comercio y el Desarrollo Económico (OCDE).

AFP

Donde, en teoría, se decide todo

El Grupo de los 20, o G-20, representa el 85% de la economía mundial, el 75% de la economía internacional y el 80% de las inversiones globales. Aunque parece un evento protocolario, donde los líderes mundiales se dan la mano, brindan y son fotografiados, en este se abordan los retos globales y darles respuesta a través de una serie de acuerdos comunes.

El mayor desafío es el proteccionismo, una afrenta impulsada por Donald Trump desde que llegó a la Casa Blanca. En septiembre de este año, en el marco de la Asamblea General de la ONU, habló del “patriotismo”, una doctrina que busca priorizar el discurso nacional por encima de los compromisos internacionales, que, dijo, van en la mayoría de los casos en detrimento de su país.

No solo el Presidente de Estados Unidos ha rechazado el multilateralismo. Haciendo un repaso de las posiciones de los líderes mundiales, se encuentra que Brasil, Rusia y China, miembros del selecto grupo, tampoco están a favor de algunas de las políticas del sistema internacional. Aunque no se han posesionado, Jair Bolsonaro y Andrés Manuel López Obrador han sido, de alguna manera, reproductores de la tesis “patriótica” de Trump, con discursos a favor de lo nacional que los llevaron al poder.

En particular, la atención del mundo estará en el encuentro bilateral entre Trump y el presidente chino, Xi Jinping. La “guerra comercial” entre Estados Unidos y China ha causado unos efectos negativos en la economía internacional.

Washington ha impuesto tres tipos de aranceles a lo largo del año por un valor de aproximadamente 250 mil millones de dólares, mientras que Pekín le ha respondido con aranceles por 50 mil millones de dólares y otras medidas por 60 mil millones de dólares.

De mantenerse y no llegar a un acuerdo, el Presidente norteamericano ha dicho que le impondrá a Pekín sanciones por hasta 267.000 millones de dólares, escribió The Financial Times. Trump, el martes por la noche, indicó que China había tomado “más acciones irracionales en los últimos meses”, con referencia a temas de propiedad intelectual.

Los últimos encuentros entre los mandatarios de estos dos países han tenido resultados desalentadores. Por primera vez en 30 años, la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico no pudo concluir con una declaración conjunta, dada las diferencias entre Xi y, en esa oportunidad, el vicepresidente Mike Pence.

Otra agenda

El proteccionismo es, sin duda, la prioridad del G-20, pero no será el único tema que se aborde. También se definirán puntos sobre “el futuro del trabajo, que implica pensar en una educación que brinde igualdad de oportunidades, infraestructura para el desarrollo y futuro alimentario sostenible”.

Es claro que los procesos de robotización vienen avanzando rápidamente y los países se están quedando atrás en regularlos. El Foro Económico Mundial, en su informe “Future of Jobs 2018”, ha estimado que en 2030 entre “400 y 800 millones de personas serán desplazadas de sus puestos de trabajo debido a la automatización”.

Mientras los robots vienen ganando terreno a nivel laboral, las cifras medio ambientales cada vez son más preocupantes. El Acuerdo de París, firmado en noviembre de 2015, no ha contribuido a la disminución de las emisiones de gases con efecto invernadero esperada por los firmantes, por el rechazo de Estados Unidos y otros países que se han salido del acuerdo o no han cumplido las metas fijadas.

El viernes, un informe gubernamental en Estados Unidos concluyó que “sin esfuerzos sostenidos y sustanciales de adaptación y mitigación a nivel global y regional, el cambio climático causará pérdidas de crecimiento a la infraestructura y propiedad estadounidense”. Sin embargo, Trump mantiene su posición de que no volverá al Acuerdo de París.

En consonancia con aunar esfuerzos para cumplir las climáticas, el G-20 también busca que se fije un “futuro alimentario”, sobre la base de que, según la FAO (entidad de la ONU para la alimentación), 821 millones de personas padecen hambre en el mundo, donde se bota casi la mitad de la comida producida.

Más de 50 mesas de trabajo han abordado todos los temas, a la espera de que los presidentes de las principales potencias del mundo firmen un acuerdo común, que no repita la historia de la cumbre de Hamburgo, en 2017, que terminó sin un documento final. Y las calles incendiadas.

 

 

La reconciliación: May en Argentina

Después de 36 años, un primer ministro inglés, Theresa May, volverá a Argentina. En 1982, Reino Unido se enfrentó a este país en la “guerra de las Malvinas”, que selló una enemistad que ha perdurado durante varias décadas.

Ubicadas en el Atlántico sur, las Malvinas se convirtieron en un hito nacionalista de lado y lado, pero el G-20, de momento, se ha vuelto la disculpa ideal para que se rompan las diferencias y empiece “la reconciliación”, como algunos la han llamado.