NO es la primera y, de seguro, no será la última. Pero la actual guerra entre Israel y los terroristas palestinos de Hamás y la Yihad Islámica es la más grave, tanto por el alto costo de vidas, la inminente crisis humanitaria y el impacto en la geopolítica de Medio Oriente y hasta mundial.
La intifada, que en árabe significa “sacudida”, “agitación” o “revuelta de las piedras” (fueron el elemento de defensa de los jóvenes palestinos en contra del ejército israelí) quedó en el olvido hace más de tres décadas y con el comienzo de este siglo se radicalizó la ideología del Hamás, armando como nunca antes a su brazo militar, mientras que su ala política logró, gracias al retiro israelí de Gaza (2005) ganar las legislativas, derrotando a Al Fatah, dirigido por Mahmud Abas.
Dos años después, tras enfrentamientos entre facciones en Gaza, derrocó a la Autoridad Palestina -dominada por Fatah- y tomó el control de la Franja de Gaza, con el beneplácito de sus 3.6 millones de habitantes, el que se fue perdiendo rápidamente por el empeoramiento de sus condiciones de vida, fruto del bloqueo de Israel como reacción a los recurrentes ataques con cohetes a su territorio.
La actual es la sexta guerra entre Israel y la Franja de Gaza en los últimos 15 años. Y cinco de ellas las ha librado el actual premier, Benjamín Netanyahu, que ahora ante el mortífero ataque de Hamás el 7 de octubre, está decidido a ‘aplastar’ con esa organización terrorista la que, con su brutal accionar, convirtió en víctimas inocentes a los gazatíes.
Este ha sido el curso de la guerra y los hechos políticos, domésticos e internacionales, en su primera semana.
1. Gobierno de emergencia. Tras la brutalidad y magnitud del ataque, que segó la vida de 260 asistentes a un festival musical, hirió a decenas más y tomó como rehenes a por lo menos un centenar, Netanyahu declaró inmediatamente la guerra a los terroristas de Hamás que se refugian en Gaza. Con el objetivo único de acabar con esa milicia islamista, el premier israelí instó a conformar un gobierno de unidad nacional, el que logró a mitad de semana con el apoyo de uno de los dos dirigentes de la oposición, el exministro de Defensa, Benny Gantz. El otro dirigente, Yair Lapid, tiene reservado un cupo en este gobierno de emergencia y gabinete de guerra que comenzó a funcionar tras el aval parlamentario. Reforzados con el ministro de Defensa, Yoav Gallant y un reducido grupo de expertos definen tácticas y estrategias para ganar la guerra, protegiendo a los civiles -tanto israelíes como palestinos-.
2. Espaldarazo de EE.UU. Si bien la comunidad internacional, con las consabidas excepciones –Irán, Rusia, Venezuela y sorpresivamente Colombia, entre otros- condenó el ataque terrorista de Hamas y se solidarizó con el pueblo israelí, la visita del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken a Tel Aviv, fue más que la reiteración del “apoyo inquebrantable” de su país a Israel. Es una ofensiva diplomática para que los países árabes presionen a Hamas para liberar los rehenes y evitar que el conflicto se propague en Oriente Medio. Así, el jefe de la diplomacia estadounidense se reunió con el rey jordano Abdulá II y el presidente palestino, Mahmud Abas, antes de dirigirse a Catar, Arabia Saudita, Egipto y Emiratos Árabes Unidos.
3. Alerta temprana a Irán. Otro mecanismo de presión para evitar el involucramiento en la guerra de Irán, que financia a la milicia chiita ligbanesa l Hezbolah y Hamás con un trasfondo geopolítico, como es impedir el creciente acercamiento entre Israel y Arabia Saudita, lo ejercieron Estados Unidos y Catar. Acordaron impedir el acceso del régimen de Teherán a los USD 6.000 millones en ayuda humanitaria que Washington había primeramente bloqueado y luego transferido a bancos de Catar. "Tenemos un control estricto de los fondos y nos reservamos el derecho de congelarlos", dijo Blinken, especificando al "cada centavo de este dinero permanece aún en un banco de Catar y que en el corto plazo no irá a ninguna parte”.
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4. Ofensiva total. Tras verificar la masacre en la zona fronteriza con Gaza donde se realizaba el festival musical, Nentayahu ordenó bombardear los sitios identificados como refugio de los terroristas que han sido respondidos con el disparo de cientos de misiles desde esa Franja. Las víctimas, de lado y lado aumentan con el paso de los días. Hasta la madrugada de ayer se informaba de 1.300 israelíes muertos (la mayoría civiles) y 3.000 heridos, mientras que del lado palestino, era 1.799 y 6.388, respectivamente. El ejército israelí inició el viernes una “operación terrestre localizada”, con tropas y tanques, para ubicar a los rehenes y destruir infraestructura de los terroristas. “Este es solo el inicio”, advirtió Nentanyahu, ratificando que “nuestros enemigos apenas empezaron a pagar el precio”.
5. Desplazamiento masivo. Como no ocurría desde la guerra de 1948, miles de miles de palestinos del norte de la Franja comenzaron a desplazarse hacia el sur, en prevención de una previsible gran incursión terrestre del ejército israelí, el que les pidió evacuar en un plazo de 24 horas pero que, posteriormente admitió que en ese tiempo era imposible. ‘Llevará tiempo” dijo en un comunicado la Fuerza de Defensa Israelí, al tiempo que alertó que los terroristas de Hamás que tienen a los rehenes en esa zona prevén utilizarlos como ‘escudos humanos’. De allí que su planeada operación casa a casa, porque sabe que los milicianos se esconden en túneles bajo las casas dentro de edificios con civiles inocentes, entraña un alto riesgo. La comunidad internacional con los países árabes a la cabeza rechazó la ‘evacuación’ inmediata de al menos un millón de civiles palestinos que esperan los israelíes porque de hacerse debe ser a través de corredores seguros, con veeduría internacional, garantizando los servicios básicos, pero sobre todo, con un lugar de destino.
6. El dilema egipcio. Egipto, que ofrece la única apertura posible de la Franja de Gaza desde que Israel inició la ofensiva contra el enclave, enfrenta un dilema: autorizar la entrada de los palestinos con el riesgo de que Israel nunca les permita volver, o dejarlos bajo los bombardeos. El exilio es una cuestión dolorosa en Gaza, donde más del 80% de sus aproximadamente 2,4 millones de habitantes son refugiados que abandonaron sus pueblos y ciudades o fueron expulsados de ellos cuando se creó Israel. Por el momento, los habitantes del enclave no están acudiendo al paso fronterizo de Rafah -cerrado por tres bombardeos israelíes-. Pedir a los palestinos que abandonen su tierra sería para Egipto romper un tabú probablemente mayor que el de haberse convertido en 1979 en el primer país árabe en reconocer a Israel. De allí que su presidente, Abdel Fatah al Sisi, dijo que los gazatíes "deben mantenerse firmes en su tierra". Egipto, junto a Jordania, se empeñan en conseguir la ayuda humanitaria necesaria para evitar que la crisis se agrave en Gaza.
7. Crisis humanitaria. Ante la grave situación que enfrentan los palestinos, el presidente estadounidense, Joe Biden, dijo que abordar la crisis humanitaria en la Franja de Gaza es una prioridad. "No podemos perder de vista el hecho de que la abrumadora mayoría de los palestinos no tuvo nada que ver con Hamás y los atroces ataques de Hamás, y que también está sufriendo como resultado de ello", dijo Biden al final de semana. Por ello, dijo, que “nuestros equipos están trabajando en la región" incluso en contacto directo con "los gobiernos de Israel, Egipto, Jordania y otras naciones árabes y Naciones Unidas para aumentar el apoyo”. También se dirigió a las familias de los rehenes, que admitió “están viviendo una agonía, algo desgarrador” y les dijo que están haciendo todo lo posible, en estrecha cooperación con Israel y “nuestros socios en la región" para lograr su liberación./Redacción internacional