La corrupción marca las elecciones en América Latina | El Nuevo Siglo
Foto Montaje El Nuevo Siglo
Domingo, 20 de Mayo de 2018
Redacción Política
Diana Rojas y Rodrigo Pombo, dos expertos en el tema, dialogaron con Andrés Molano en “En foco”, una iniciativa de EL NUEVO SIGLO y el Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga

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UNA RENOVACIÓN en los gobiernos de varios países de América  Latina se lleva a cabo desde 2017 hasta el 2019, en un verdadera maratón electoral que fue analizada por los expertos Diana Rojas, Investigadora del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia y Rodrigo Pombo, profesor universitario y abogado constitucionalista, quienes se dieron cita junto con Andrés Molano, director académico del Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga, en la tercera conversación “En Foco” organizada por ese centro de pensamiento y EL NUEVO SIGLO.

 

Democracia en la región

¿Cuál es el estado de la democracia en la región?  La “tercera ola de democratización” de los años 80 y 90 del siglo pasado permitió que, por primera vez en la historia y con la notable y aún persistente excepción de Cuba, todos los gobiernos latinoamericanos fueran elegidos democráticamente.  Esa convergencia política democrática vino acompañada de una convergencia económica cuya imagen fidedigna es la foto de familia de la I Cumbre de las Américas celebrada en Miami en 1994.  Democracia liberal y economía de libre mercado fueron las apuestas de la región para alcanzar la estabilidad política y el progreso social.

Rojas aseguró que en las dos últimas décadas los avances de la democracia en América Latina han sido tanto formales (en términos de realización de elecciones) y también sustanciales (en materia de derechos civiles y políticos).   Sin embargo, y no obstante los logros obtenidos, hoy parece haber un desencanto creciente de la ciudadanía frente a las promesas y las posibilidades de la democracia.  Eso se refleja en la confianza en las instituciones democráticas y representativas, en la credibilidad de los partidos políticos, e incluso en la participación en las elecciones.  El nivel de abstencionismo en los países latinoamericanos sigue siendo muy alto, a pesar de las medidas y los incentivos que se han establecido en varios de ellos.

Por su parte, Pombo afirmó que hay un problema conceptual sobre los alcances y la definición misma del sistema de gobierno democrático, y eso afecta las expectativas de la población.  Parece a veces que los ciudadanos esperan de la democracia algo que la democracia no puede ofrecer.  La democracia no es garantía de buen gobierno y buenas políticas: para ello, los ciudadanos deben elegir buenos gobernantes que hagan buenas políticas.  Acaso eso explica por qué mediciones como Latinobarómetro arrojan datos alarmantes: actualmente, sólo 3 de cada 10 personas cree en el sistema democrático.  Lo más preocupante es que, con mucha frecuencia, tampoco los políticos o las autoridades tienen claro qué es la democracia y para qué sirve, y sobre todo, cómo se debe relacionar la democracia con el buen gobierno. 

No menos importante es la relación entre democracia y libertades civiles y políticas.  La democracia no es un mero mecanismo electoral.  Y no todas las elecciones son verdaderamente democráticas: la región ya ha tenido varias y lamentables experiencias en ese sentido.

Maratón Electoral

El año pasado hubo elecciones en Chile, donde ganó Sebastián Piñera que reemplazó a Michelle Bachelet, quien a su vez reemplazó a Piñera. También hubo elecciones en Honduras, muy polémicas, donde la OEA pidió la repetición de los comicios, algo que finalmente no se produjo. Semanas atrás tomó posesión el nuevo mandatario de Costa Rica, Carlos Alvarado, tras un proceso electoral en el que los movimientos religiosos jugaron un papel muy importante.  Por último, y con un resultado bastante ajustado, en Paraguay ganó Mario Abdo Benítez.  Hoy 20 de marzo se realiza el “evento electoral” convocado por Nicolás Maduro en Venezuela.  Y ocho días después será la primera vuelta presidencial en Colombia.  Para completar el calendario electoral de 2018, habrá elecciones en México en junio y más tarde en Brasil, el mes de octubre.

Rojas resaltó que “el caso chileno presenta mucha estabilidad y continuidad de la clase política. Es decir que hay unos líderes que mantienen vigencia y eso refleja la cultura política del país. Contrastando mucho con otros países donde se presentan candidatos recién llegados o que son outsiders que plantean el debate en torno a la clase política tradicional y la promesa de renovación. Eso se explica por la tradición y por la historia política del país. En Chile hay una apuesta por el orden y la estabilidad, que es en parte resultado del pacto político de la salida de la dictadura de Pinochet, mientras que en los otros casos no se presenta este escenario, sino que además hay muy poca capacidad de los movimientos políticos por permanecer y plantear un proyecto político a largo plazo.”

“La inestabilidad política está también relacionada con la corrupción en el servicio público y la política. Eso lleva a mirar a los dos principales países que, según transparencia internacional, están ocupando los primeros 25 puestos son Uruguay y Chile, los cuales son los mejores al enfrentar o detener la corrupción, son políticamente más estables a nivel institucional y eso refleja unas elecciones distintas. Los que están al final de la tabla reflejan una insatisfacción popular enorme con el sistema político, con la democracia”, concluyó Pombo.

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