“Resulta que aquí había un monstruo. Eso ha producido un shock tremendo. Una vez abierta la caja de Pandora, no se puede cerrar: que salga hasta el último demonio”.
Esta frase enviada por una fuente de Sumar a El País de España resume con zozobra la crisis que atraviesa el segundo partido de la coalición del Gobierno español, luego de que su portavoz, Iñigo Errejón, renunciara a su curul de diputado tras ser acusado por la actriz Elisa Mouliaá de supuestas agresiones sexuales.
“Llevo tiempo trabajando en un proceso personal y de acompañamiento psicológico, pero lo cierto es que para avanzar en él y para cuidarme, necesito abandonar la política institucional, sus exigencias y sus ritmos”, escribió Errejón, en su carta de renuncia publicada el jueves pasado.
En un lapso de tres horas desde que se conociera la carta, la periodista Cristina Fallarás, dedicada a las denuncias de abuso sexual contra mujeres en España, anunció en su cuenta de Instagram que una docena de mujeres también aseguraban haber sido víctimas del político de izquierda.
El político de izquierda que había liderado el partido más feminista de España -Sumar- y que ha solido tratar a sus rivales políticos de “misóginos” y “machistas”, resultaba siendo un supuesto victimario que ha agredido sexualmente a las mujeres.
“El caso de Errejón nos ha introducido en tierra incógnita, porque refleja un tipo de conductas distinto a los que solían alimentar nuestros clásicos escándalos de corrupción, porque afecta a alguien cuyo grupo hizo de la virtud, en particular en lo relativo a la protección de la autonomía de la mujer, uno de los ejes de su actividad política”, concluye el escritor Fernando Villaspín, en una columna en El País titulada “los límites de la hipocresía”.
El lunes, las máximas líderes de Sumar, la vicepresidenta Yolanda Díaz y la ministra Mónica García, reconocieron que en 2021 supieron de una denuncia interna del partido contra Errejón por una presunta agresión sexual a la que no le pusieron el suficiente cuidado.
Koldo, Ábalos y Errejón
A prueba de toda crisis política, Pedro Sánchez ha recibido la noticia de Errejón como un baldado de agua fría. El jefe del Gobierno español, conocido por su enorme capacidad para manejar los desafíos políticos, esta vez es consciente de que las denuncias contra Errejón por supuestas agresiones sexuales golpean de manera particular su coalición de gobierno.
Casi al mismo tiempo en que se conoció la denuncia contra Errejón, Sánchez se comunicó con la presidenta de Sumar y vicepresidente de Gobierno, Yolanda Díaz -que asistía a la COP 16 en Cali- y le pidió que apartara a Errejón del partido ese mismo día, decisión que no fue necesaria dado que él mismo había renunciado al partido y “a la política institucional”, como lo dio a conocer en la carta del jueves pasado.
La situación en la izquierda de España hoy es compleja. Las denuncias contra Errejón vienen precedidas por el ‘Caso Koldo’, el cual involucra al exministro de gobierno socialista, José Luis Ábalos, y a su asistente, Koldo García, como supuestos artífices de un concierto para delinquir que buscaba beneficios con el suministro de tapabocas durante la pandemia en contratos con prestadores de servicios por más de 20 millones de euros, según El Español.
Hace dos semanas, el 11 de octubre, el instructor del ‘Caso Koldo’ solicitó la imputación de Ábalos (todavía diputado) ante el Tribunal Supremo, luego de que la Unidad Central Operativa (UCO) demostró que el exministro tuvo un “papel relevante” como mediador entre Koldo García y el contratista Víctor de Aldama, el presunto determinador del concierto para delinquir. La UCO dice en su informe que Koldo García recibió pagos en efectivo por parte de Víctor de Aldama, quien logró tener un acceso privilegiado al ministerio por su relación con Ábalos.
Los ojos ahora están puestos sobre el “número 1”, un seudónimo bajo el cual podría estar el mismo Pedro Sánchez, luego de que se conociera un informe de la Unidad Élite de la Guardia Civil de España en el que se habla del “número 1” en el marco de una investigación por el rescate de la compañía aérea Air Europa por parte del Gobierno español. Las investigaciones buscan determinar si Air Europa logró un rescate privilegiado durante la pandemia luego de que Ábalos fuera el intermediario entre De Aldama y el presidente de la compañía, Javier Hidalgo, con Pedro Sánchez.
Ayer, en un episodio más de la trama de corrupción del Gobierno español, un juez amplió la imputación de la mujer de Pedro Sánchez, Begoña Gómez, por los delitos de apropiación indebida e intrusismo profesional en el proceso de la adjudicación de un software para la Universidad Complutense. La mujer de Sánchez viene siendo investigada por corrupción en los negocios y tráfico de influencias en el marco de la trama de Air Europa.
¿Dimisión de Sánchez?
El gobierno de Pedro Sánchez pasa su peor momento político. En la lista de los desafíos que ha enfrentado en estos cinco años se han repetido duras derrotas electorales y críticas por polémicas leyes como la amnistía a los líderes del proceso independentista en Cataluña, pero el presidente socialista siempre ha superado estas crisis logrando acuerdos políticos con grupos minoritarios y ampliando el margen de negociación con otros, convirtiéndose en un malabarista político que la oposición española no ha sido capaz de descifrar.
Esta vez, sin embargo, el escenario es más complejo. Al duro golpe reputacional que está generando el escándalo de Errejón en el progresismo español más la imputación a Ábalos, se le suma la implosión de la izquierda y con ella la dificultad para Sánchez de sostener una mayoría simple suficiente para mantenerse en el palacio de gobierno de La Moncloa.
El primer frente de la implosión tiene lugar en los sectores más radicales de la izquierda española. La coalición que gobierna hoy España la forman diferentes partidos que apoyan al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), entre ellos Sumar, el mayor aliado de Sánchez, que pasa por un momento de crisis por el caso Errejón, quien fundó este partido junto con Yolanda Díaz, luego de romper relaciones políticas y personales con Pablo Iglesias, con quien había cofundado Podemos en 2015.
Con un Sumar débil todo apunta a que Podemos va buscar convertirse nuevamente en el segundo partido de la izquierda. El punto es que Podemos hoy no hace parte de la coalición de gobierno de Sánchez, y es posible que busque tomar más distancia del actual gobierno para reposicionarse como un partido de izquierda “sin corrupción”, sin “coimas” y “sin abusos”.
El resultado de esto es que Sánchez se empezaría a quedar cada vez más solo, presionado por minorías nacionalistas e independentistas que le exigen unas partidas presupuestales que dependen de los Presupuestos de este año, aún no ha aprobados por la reticencia del partido gobiernista Junts de Cataluña, que lidera Carles Puigdemont, que busca previamente tener una partida especial como parte de su programa independentista.
Ante la difícil situación por la que atraviesa la coalición de gobierno, el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijoo, ha exigido la dimisión de Pedro Sánchez. “Hago una petición de dimisión fundada y ponderada”, dijo el líder de este partido de centro-derecha, luego que se conociera el informe de la UCO sobre Ábalos.
Las últimas encuestas revelan que el PP junto con su potencial socio VOX lograría una mayoría absoluta con cerca de 187 escaños (11 más de la mayoría absoluta), mientras que el PSOE, aunque crecería en escaños con respectos a la última elección, perdería el apoyo de muchos partidos minoritarios que se convertirían en grupos marginales y casi inexistentes, según la última encuesta de la encuestadora GaD3 para el ABC.
A pesar de este sombrío escenario, a Sánchez nunca se le puede dar por acabado políticamente. Siempre ha logrado salirse con la suya en los momentos más difíciles. Aunque esta vez, como escribe Villaespín, la hipocresía tiene un límite, y ese límite termina siendo la corrupción, que está al parecer en la génesis de su gobierno.
* Analista y consultor. MPhil en Universidad de Oxford.