Por primera vez en la historia política estadounidense dos hechos inusuales enmarcaron el emblemático Discurso a la Nación: la atención se centró más en la forma que en el fondo y se convirtió en una gran vitrina electoral.
Con una desaprobación que ronda el 60% y lastrado por las dudas sobre su capacidad mental, Joe Biden hizo su última intervención como presidente ante un Congreso en pleno, enumerando como es tradicional sus logros de gestión, delineando lo que resta por hacer y, sobre todo, en plena campaña por su reelección, enfatizando que mantendrá su compromiso de “batallar por el alma de la nación” y “defender la democracia” que en sus palabras está amenazada por las propuestas de extrema derecha.
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Durante los 68 minutos de su intervención (que comenzó inusualmente con un retraso de 25 minutos), Biden con un lenguaje claro, sencillo y ciñiéndose al texto elaborado, arremetió en varias ocasiones contra “su predecesor” y la bancada republicana, responsabilizándolos de algunas situaciones actuales como la crisis migratoria por no avalar la ley de seguridad fronteriza, los billones de dólares que deja de percibir el Estado por la rebaja impositiva que se hizo tanto a las grandes corporaciones como a los multimillonarios y el que calificó como un grave recorte a las libertades, específicamente la reproductiva, al haber ‘impulsado’ que la Corte Suprema de Justicia anulara la histórica sentencia de Row vs.Wade, con la que por errónea interpretación durante medio siglo se consideró que el aborto era un derecho ‘consagrado’ en la Constitución.
Inició su discurso comparando con la intervención que en 1941 hizo el entonces presidente Franklin Roosevelt, en la que pidió abandonar las políticas aislacionistas por unas de intervención en el continente europeo, que entonces vivía la Segunda Guerra Mundial.
"La libertad y la democracia estaban siendo asaltadas en el mundo. Esta noche, vengo a esta misma cámara para dirigirme a la nación. Ahora, somos nosotros los que nos enfrentamos a un momento sin precedentes en la historia… Desde el presidente (Abraham) Lincoln y la Guerra Civil, la libertad y la democracia no han estado bajo asalto en casa como lo están hoy. Lo que hace que nuestro momento sea excepcional porque son la libertad y la democracia que están siendo atacadas tanto en casa como en el extranjero", dijo Biden para enseguida enfocarse en los dos grandes conflictos que está enfrentando el mundo: Ucrania y la legítima respuesta israelí al letal ataque de Hamás, de octubre pasado.
Al pedir al Congreso la aprobación de nuevos fondos de financiación para Ucrania aseguró que "la historia está observando" las decisiones de Washington ante la "siembra de caos" del presidente ruso, Vladimir Putin.
"Más allá del mar, Putin de Rusia está en marcha, invadiendo Ucrania y sembrando el caos en toda Europa y más allá. Si alguien en esta sala piensa que Putin se detendrá en Ucrania, les aseguro que no lo hará. Pero Ucrania puede detener a Putin si la apoyamos y le proporcionamos las armas que necesita para defenderse", sostuvo Biden desatando la primera ola de aplausos de su bancada demócrata y los invitados especiales.
A renglón seguido indicó que “tenemos que plantar cara a Putin. (...) Mi mensaje al presidente Putin es sencillo: no nos alejaremos. No nos doblegaremos", expresó el presidente para seguidamente hacer el primer ataque a ‘su predecesor’ por las sus declaraciones en las que amenazó con "dejar hacer a Putin lo que quiera" si los países miembros de la Otan no aumentaban sus presupuestos de defensa. "Eso es indignante, peligroso e inaceptable”, agregó.
Insistió en que la democracia debe ser defendida y bajo esa óptica de país sostuvo que se debe garantizar el derecho a la fertilización in vitro así como la libertad reproductiva de las mujeres. “Mi predecesor se jacta de la derogación de Roe vs. Wide…Defendiendo esa libertad reproductiva ganamos en 2020 y volveremos a ganar en 2024. Si me reeligen prometo que restableceremos esa sentencia”, expresó el líder demócrata.
Gestión económica
Como era de esperarse dedicó la mayor parte de su discurso a los logros de gestión y aseguró que bajo su presidencia el país ha registrado la mayor "recuperación" económica de su historia, después de la pandemia de covid-19.
Así hizo referencia a varios indicadores, destacando que tras heredar “una economía al borde del colapso hoy es un ejemplo para el mundo: creamos 15 millones de empleos, el desempleo está en el punto más bajo, la brecha entre ricos y pobres es más corta y la inflación de 9%, la bajamos al 3%”.
También sostuvo que a diferencia de épocas pasadas “estamos exportando productos estadounidenses”, y aquí si no se refirió a que esa política de retomar la producción, el consumo y la venta al exterior de “made in USA” la implantó e impulsó su “predecesor”.
Destacó el trabajo bipartidista para sacar avante iniciativas clave como la Ley de Infraestructura, ambicioso y millonaria iniciativa que ha ayudado a mejorar carreteras, puentes y ferrocarriles en todo el país, y ha promovido la creación de millones de empleos, al igual que la ley Chips, que dedica millones de dólares a la fabricación de semiconductores en territorio estadounidense, disminuyendo la dependencia de estos importantes componentes fabricados en lugares como Corea del Sur, Taiwán y China.
Luego aseguró que “Wall Street no construyó este país sino la clase media y los sindicatos” para justificar la política impositiva que impondrá a grandes corporaciones, farmacéuticas y multimillonarios, los que fueron beneficiados –en su concepto- por “su predecesor”. Planteó así aumentar al 21% el impuesto corporativo, que los ricos del país tributen como mínimo un 25% y que quitar las rebajas que años atrás hicieron a las grandes farmacéuticas.
También dijo que trabaja para que los bancos reduzcan del 32% al 8% los intereses que cobran a tarjetahabientes que se demoran en cancelar sus obligaciones, que seguirá reduciendo el costo de la insulina, así como de los medicamentos para tratar el cáncer y en una ayuda de USD 400 dólares mensuales, por dos años, para las familias que compren vivienda, al igual que en que se rebajen los alquileres.
“Si las grandes corporaciones y millonarios pagan al fin lo que les corresponde, rebajaremos el déficit federal”, aseguró Biden que durante toda su intervención habló pausadamente e intentó mostrarse enfático con su lenguaje corporal.
Migración ilegal y Gaza
Inevitable tema de campaña, por la grave crisis generada durante este gobierno demócrata, Biden volvió a arremeter contra Trump (aunque nunca lo nombró) y sus seguidores al señalar que la ley bipartidista de protección fronteriza iba a ser aprobada pero “la política la descarriló”, asegurando que “su predecesor” llamó a varios parlamentarios para que retiraran su apoyo.
“Con esa ley íbamos a contratar más oficiales fronterizos, a resolver en pocas semanas solicitudes de ingreso y/o asilo, a reforzar los controles para enfrentar el tráfico de fentanilo, pero los republicanos la frenaron…Ellos le deben explicar eso al país”, indicó el presidente tras invitarlos de nuevo a trabajar juntos en esa iniciativa que calificó de necesaria y urgente.
Y, de nuevo, arremetió contra ‘su predecesor’ señalando “yo jamás diría que los migrantes envenenan el país, no estoy contra la reunificación familiar y jamás voy a demonizar a los inmigrantes”.
En otro acápite se refirió a la violencia que afronta el país y aseguró que durante su gobierno se bajó la tasa de asesinatos. Criticó el apoyo republicano a la Asociación Nacional del Rifle y anticipó que luchará contra esta organización buscando que se prohíban todas las armas de asalto, así como extremando los controles para quienes deseen adquirir armas.
El último tema de su intervención fue la respuesta militar de Israel a Hamás tras los mortíferos ataques del pasado 7 de octubre. “Israel tiene derecho a ir tras de Hamás y Hamás puede acabar este conflicto entregando a los rehenes, las armas y a los responsables” de esos hechos, indicó.
Aseguró que no hay otro camino que garantice la paz para Israel, los palestinos y el vecindario que la solución de dos Estados y que “la asistencia humanitaria no puede ser una consideración secundaria ni una moneda de cambio. Proteger y salvar vidas inocentes tiene que ser una prioridad".
Finalizó su intervención expresando que a su edad (81 años) “algunas cosas se ven más claras que nunca” y, por ello, ha defendido y lo seguirá haciendo “un futuro basado en los valores fundamentales que definen a Estados Unidos: honestidad, decencia, dignidad, igualdad".
Sin ningún lapsus mental, confusión o resbalón verbal, Biden entregó su balance de gestión, delineó su agenda programática para el inmediato futuro e intentó mostrar que tiene la capacidad física y mental para estar cuatro años más en la Casa Blanca.