Muchos lo acusan del golpista, de traicionero y sólo el 6% de los brasileños aprueba su gestión. El Presidente, sin embargo, lanzó una estrategia de seguridad en Río de Janeiro, que ha tenido el respaldo del 68% de los cariocas, lo que algunos explican como su lanzamiento de campaña
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ERA TOTALMENTE impensable hace solo unos meses, cuando los escándalos de corrupción hicieron pender su Presidencia de un hilo, pero la idea de que Michel Temer se presente como candidato a su propia sucesión empieza a sonar con fuerza en Brasil.
El mandatario conservador -que ascendió al poder en 2016 tras el impeachment a la izquierdista Dilma Rousseff, de quien era vicepresidente- siempre dijo que no se presentaría a las elecciones presidenciales de octubre de 2018.
"No seré candidato", reiteró el viernes, en medio de un mar de conjeturas sobre sus intenciones.
"No deberíamos creerle", advierte David Fleischer, profesor emérito de ciencias políticas de la universidad de Brasilia. "Todo el mundo sabe que Temer está preparando activamente su candidatura", afirma.
A menos de ocho meses de la votación, dos factores aúpan la hipótesis de que el presidente más impopular de la historia moderna de Brasil pueda apostar por un espectacular despegue.
El primero, el vacío existente entre las dos principales figuras de los sondeos: a la izquierda, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva; a la extrema derecha, el diputado Jair Bolsonaro, un nostálgico de la dictadura militar (1964-85).
Lula está considerado políticamente muerto por prácticamente todos los analistas, después de su condena a más de 12 años de prisión por corrupción. Y Bolsonaro suscita temor y topa con un techo de cristal del 20%.
Ni en el centro ni en la derecha sobresale un nombre de peso.
El gobernador de Sao Paulo Geraldo Alckim (PSDB), el presidente de la Cámara de Diputados Rodrigo Maia (DEM) o el ministro de Hacienda Henrique Meirelles (PSD) apenas tantean el terreno.
"Ya candidato"
La hipótesis Temer (MDB) entró en órbita cuando el presidente decretó a mediados de mes la intervención militar en el violento estado de Rio de Janeiro.
Al lanzar su campaña contra la "metástasis del crimen organizado", Temer -generalmente falto de carisma y elocuencia- hizo probablemente su mejor discurso y dio en el blanco al presentarse como el hombre que puede "restablecer el orden".
Su decreto tuvo la aprobación del 83% de los cariocas, según una encuesta encargada por su gobierno. Es la primera vez que este presidente, cuya aprobación nacional está hundida en un 6%, contenta a tanta gente.
"No hay nada electoral en esta decisión", se defendió Temer.
Sin embargo, el decreto es aplaudido por una población cada vez más atemorizada por los tiroteos, las balas perdidas y los robos a mano armada.
Y fue visto como la última maniobra de este animal político, ya que pudo así desviar la atención del abandono del principal programa de su gobierno -una impopular reforma del régimen de jubilaciones-, abocado al fracaso en el Congreso.
"Con la intervención militar no hablamos más de la operación anticorrupción 'Lava Jato' ni de medidas de austeridad. Cambiamos el tema", remarca Glauber Sezerino, analista del sitio web francófono especializado Autres Brésils.
El gobierno brasileño anunció la creación de un Ministerio Extraordinario de Seguridad Pública para coordinar acciones contra el crimen organizado, que desbordó la capacidad de acción de las policías en varios estados.
La iniciativa se produce diez días después de la intervención del área de seguridad del estado de Rio de Janeiro, que estará en manos de las fuerzas armadas.
"La cartera de Seguridad Pública coordinará y promoverá la integración de los servicios de seguridad pública en todo el territorio nacional en asociación con los entes federativos", dijo el portavoz de la presidencia, Alexandre Parola.
Los entes federativos son los estados y municipios, al mando de los principales cuerpos policiales del país.
"Temer está pensando en reforzarse para ser electo presidente, quiere conquistar los votos de Bolsonaro", ha denunciado Lula.
El propio Bolsonaro acusó al mandatario de querer entrar en su terreno: "Temerya robó muchas cosas, pero mi discursó no lo robará".
La Presidencia tuvo que desmentir la semana pasada a Elsinho Mouco, el publicista de Temer, quien aseguró que este "ya es candidato".
El diario O Globo afirma que Temer "construye su candidatura" pidiendo a sus ministros que lancen mensajes positivos sobre la acción gubernamental.
Entre sus argumentos: la economía, la inflación y el desempleo empezaron a mejorar después de dos años de una recesión histórica... pese a que el déficit público sigue siendo gigantesco.
¿Tendría chances?
Pero Temer, que fue retratado en el pasado carnaval de Rio como un vampiro repleto de billetes, ¿podría ganar las elecciones?
"Sería casi una misión imposible porque su gobierno es extremadamente impopular y es blanco de varias acusaciones por corrupción", estima Fleischer.
"Pero eso podría cambiar si Lula no puede ser candidato, si no aparece un candidato fuerte en el centro o si Temer obtiene buenos resultados en los próximos meses", matiza.
"No es imposible que se presente, pero yo no lo veo electo", coincide Sezerino. Además de la corrupción, el analista apunta a la "falta de carisma" de Temer y a un crecimiento económico que la población "no percibirá realmente antes del fin del año".
Y aunque los militares son una institución popular en Brasil, su percepción "puede cambiar muy rápido" si la intervención de Rio "no trae resultados positivos y si las denuncias de violaciones de derechos humanos se acumulan", advierte.
Por último, también está la cuestión de la salud del presidente, de 77 años , que ha pasado por cuatro operaciones en los últimos meses.
"En una situación normal, sus graves problemas de salud serían un factor negativo", apunta Fleischer.
Pero los precedentes ya demuestran que las próximas elecciones brasileñas serán poco ortodoxas.