Movido por el rechazo que le despertaba la Cortina de Hierro, Víctor Orbán, en sus veintes, aprovechaba los ratos libres cuando estudiaba en la Universidad de Oxford, para reunirse con un grupo de activistas que defendían el fin de la dictadura de la Unión Soviética y la llegada de la democracia liberal al este de Europa.
Orbán, el presidente de Hungría y líder del movimiento euroescéptico (antiinstituciones europeas), organizaba marchas contra la dictadura soviética, en las que compartía filas con Timothy Garton, hoy profesor de Historia del este de Europa, en Oxford, y autor de “Mundo Libre” y “Europa, una historia personal”. Garton, quien también estudiaba en esa universidad, era un confeso liberal, como el Orbán de ese entonces.
Los tiempos fueron cambiando. Garton radicalizó su faceta liberal, mientras que Orbán mutó hacia el antiliberalismo, una posición política en ascenso en todo el mundo en la que prevalece el desapego de las instituciones liberales.
Los fondos son de Hungría
Durante esta semana, el presidente húngaro volvió a ser protagonista. De viaje en Bruselas, bloqueó un nuevo paquete de la Unión Europea (UE) para financiar a Ucrania, apoyado por el resto de los 26 países, así como ha venido dilatando la ratificación de Suecia y Finlandia como miembros de la OTAN.
Detrás de su negativa está el interés de fijar una postura que deja claro que dentro de los fondos destinados a financiar la guerra de Ucrania no existe ningún monto que comprometa a Hungría. “Los fondos de Hungría no acabarán en Ucrania”, ha dicho.
“Es un político extremadamente agudo, mucho más brillante que un gran número de otros líderes de la UE, y se habrá dado cuenta hace tiempo de que un veto continuado de los fondos de la UE a Ucrania nunca podría extraer miles de millones de Bruselas. En caso necesario, los otros 26 Estados miembros podrían proporcionar el compromiso financiero necesario a Ucrania a nivel nacional, aunque es cierto que no de una forma tan ágil”, escribe Andrew Tettenborn en “The Spectator”.
Una agenda que se acopla
Para Orbán, Europa y el mundo serán cada vez más iliberales y, por tanto, la UE necesita un enfoque distinto ante esta realidad, que le permita aproximarse de una manera más estratégica a conflictos como la guerra entre Ucrania y Rusia y lo que pasa en Medio Oriente entre Israel y Palestina.
Sobre la guerra en Ucrania, el presidente húngaro considera que la UE se debe abstener de financiar a Kiev y, en cambio, debe buscar espacios de diálogo que permitan un fin de la guerra, que ya cumple dos años.
Antes de viajar a Bruselas, Orbán concedió una entrevista en la televisión húngara en la que, con alegría, dijo que la Unión Europea pronto se alineará con su agenda antiliberal, defendida por él durante una década, lo que le ha costado numerosas sanciones impuestas por el bloque debido a sus posiciones antiliberales que han debilitado el Estado de derecho de Hungría.
Con seguridad, Orbán ha dicho que la balanza en el mundo occidental se inclina hacia proyectos euroescépticos. En Europa, este año se espera que en las elecciones para el Parlamento Europeo los dos grupos políticos que agrupan a los nacionalistas y populistas de extreme derecha crezcan bastante, superando a Verdes y Liberales. Esta posible victoria en junio viene apalancada con los triunfos de la derecha dura en Holanda y Suecia.
Según los últimos sondeos, los Nacionalistas Conservadores y Reformistas (ECR), que son liderados por Giorgia Meloni, y los del Grupo Identidad y Democracia (ID), que agrupa a la extrema derecha francesa y alemana, podrían formar una potencial coalición mayoritaria con fuerzas de centro derecha como el Partido Europeo de la Gente (EPP, en inglés).
Si Europa empieza a ver un giro hacia la derecha, Estados Unidos igualmente cada vez ve más probable el retorno de Donald Trump, que ha ganado con contundencia la fase inicial de las primarias del Partido Republicano en enero.
“En la cumbre de Bruselas se encerró muy públicamente con Georgia Meloni, de Italia, y el día anterior, según la prensa belga, habló de forma muy amistosa con los agricultores que protestaban ruidosamente en el centro de la capital belga. Todo esto es bueno para Orbán y nada reconfortante para la mimada élite de Bruselas”, escribe Andrew Tettenborn.
Antiliberalismo
A pesar de las coincidencias ideológicas con Trump y los grupos euroescépticos, lo cierto es que la mayoría está a favor de financiar a Ucrania en la guerra contra Rusia. Esta semana, Orbán quería dar una rueda de prensa conjunto con el presidente de ultraderecha de Eslovaquia, Robert Fico, en Bruselas, pero este se abstuvo, por considerar que las posiciones de su potencial aliado son equivocadas sobre la guerra de Ucrania y el Estado de derecho.
Países como Eslovaquia, que fueron aceptados hace poco en la Unión Europea, prefieren una buena relación con Bruselas que la defensa total de su agenda euroescéptica, en la que prima la independencia frente al bloque.
A propósito de independencia, se conoció hace poco que Hungría, que defiende todo el tiempo el derecho de no intervención en sus asuntos internos, hoy tiene un aparato de financiación en toda Europa, que otorga préstamos a partidos como la Agrupación Nacional de Marine Le Pen en Francia, apoya con centros de pensamiento húngaros las protestas de los agricultores en Bruselas y financia publicidad contra la inmigración en Polonia.
En el año con más elecciones de la historia moderna, donde la mitad de los ciudadanos del mundo votarán, en democracias tan grandes como la de India o Estados Unidos, Orbán como líder de los euroescépticos defiende la no intervención de Europa en Ucrania y propone una mayor autonomía de los países europeos frente a Bruselas, para manejar los fondos sin que éstos sean asignados por el nivel de cumplimiento en materia de Estado de derecho y derechos humanos.
Al final y al cabo, Orbán es un iliberal. Los estándares de las instituciones liberales europeas no concuerdan con el modelo que defiende, el antiliberalismo, que desde Estados Unidos hasta el este de Europa, pasando por India, está en ascenso.
Entender a Orbán da luces para entender el mundo de mañana.