CONSCIENTE de que cumplir “las normas de guerra”, priorizando la protección de los civiles, Israel comenzó incursiones terrestres localizadas en la Franja de Gaza para localizar a secuestrados por Hamás y ‘destruir su infraestructura terrorista”.
El Ejército israelí confirmó el comienzo de "incursiones localizadas" con tropas de infantería y tanques "en busca de hallazgos que puedan ayudar en los esfuerzos por localizar a los desaparecidos”, así como a encontrar a la "célula de Hamás que ha efectuado ataques con misiles guiados antitanque dirigidos contra Israel".
"Las FDI ahora están atacando objetivos militares de la organización terrorista Hamás a lo largo de la Franja de Gaza en un ataque extenso", señaló en un comunicado, horas después de que llamara a la población civil del norte de la Franja de Gaza para que se trasladaran al sur del territorio, en lo que parecía la antesala de una incursión terrestre en respuesta a la ofensiva palestina del fin de semana, que deja ya más de 1.300 israelíes muertos, en su mayoría civiles.
Los bombardeos de Israel contra el enclave han causado a su vez casi 1.900 muertos, según el ministerio de Salud palestino.
La operación terrestre entraña grandes riesgos dado Hamás tiene retenidos allí a 150 personas secuestradas durante su ataque el sábado. Ese grupo terrorista informó ayer que 13 de ellos, "incluyendo extranjeros", murieron por los bombardeos contra el enclave.
"Las Fuerzas de Defensa Israelíes (IDF) seguirán operando de forma significativa en la ciudad de Gaza y se esforzarán en evitar causar daño a los civiles", reiteró el ejército israelí, explicando que “los terroristas están escondidos en la ciudad de Gaza en túneles bajo las casas y dentro de edificios con civiles inocentes".
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, manifestó que “nuestros enemigos apenas empezaron a pagar el precio. No puedo divulgar lo que viene a continuación, pero les diré que esto sólo es el inicio".
Entre tanto, ayer miles de palestinos huyeron del norte de la Franja tras ese llamado de evacuación que provocó la advertencia de varios gobiernos y organismos internacionales, que a su vez destacaron el drama humanitario que comienza a registrarse en la zona.
El ejército israelí lanzó octavillas en árabe, urgiendo a los habitantes a abandonar "de inmediato" sus hogares por su seguridad y posteriormente admitió que dicha evacuación, que sería de al menos un millón de personas, “llevaría tiempo”.
El presidente palestino, Mahmud Abás, equiparó el desplazamiento masivo de palestinos a una segunda Nakba ("catástrofe" en árabe), el exilio de 760.000 palestinos durante la guerra de 1948, que coincidió con la creación de Israel.
Hamás, por su parte, la tildó de "amenaza de los líderes de la ocupación (israelí), la Liga Árabe estimó que sería "un crimen que supera el entendimiento" y el rey jordano Abdalá II advirtió contra "cualquier intento de desplazar" a los palestinos.
Arabia Saudita, a través de su cancillería, pidió a Israel levantar el “asedio” contra la Franja de Gaza y adherir a "las leyes y normas internacionales", puesto que entorpecer la llegada de ayuda la zona puede constituir una violación del Derecho Humanitario.
Asimismo, llamó a la comunidad internacional para que actúe con el objetivo de detener la escalada y prevenir una mayor catástrofe humanitaria en una región que ya ha presenciado suficiente "sufrimiento".
Entre tanto el responsable de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas, Martin Griffiths, aseguró que la evacuación de civiles palestinos en el norte de Gaza "desafía las leyes de la guerra y la humanidad más básica".
Destacó que "forzar a civiles traumatizados y asustados, incluyendo a mujeres y niños, a trasladarse desde una zona densamente poblada a otra, sin una pausa en los ataques y sin ayuda humanitaria, es peligroso y escandaloso…Se necesita un corredor seguro y acceso a servicios básicos".
La ministra alemana de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock, que visitó ayer Tel Aviv, denunció "el cálculo pérfido" de Hamás, que utiliza a la población de Gaza, bombardeada por Israel, como "escudo".
Según un alto responsable estadounidense, Israel estaría de acuerdo en crear "zonas seguras" para civiles palestinos en el interior del enclave.
6.000 bombas
En reacción al ataque de Hamas el 7 de octubre, en el último día de las celebraciones judías de Sucot, cuando asesinaron a un millar de civiles en la calle, en sus casas y en un festival de música, tras lanzar miles de cohetes, el ejército israelí ha lanzado contra el enclave palestino unas 6.000 bombas, o sea un total de 4.000 toneladas de explosivos.
En la noche del jueves al viernes, fueron atacadas 750 "posiciones militares", entre ellas "residencias de terroristas de alto rango utilizadas como centros de mando militar" de Hamás, indicó el ejército israelí.
Israel, además de los bombardeos masivos, ha desplegado decenas de millas de soldados cerca del enclave y en la frontera con Líbano, en el norte, país desde el cual el Hezbolá proiraní, aliado de Hamás, lanza cohetes.
Irán advirtió que Estados Unidos "debe controlar a Israel" si quiere evitar una guerra regional, en palabras del ministro de Relaciones Exteriores, Hossein Amir Abdollahian, durante una visita al Líbano.
Más de 423.000 personas se han visto obligadas a dejar sus casas en el territorio palestino, según la agencia humanitaria de la ONU, OCHA.
Ayer los milicianos de la Franja de Gaza dispararon cientos de cohetes hacia Israel, en un lapso de 15 minutos.
Atendiendo otro frente de alto riesgo, el Consejo de Seguridad Nacional de Israel elevó el nivel de amenaza a la seguridad desde Jordania y el Sinaí, en el noreste de Egipto, zonas fronterizas a las que además recomendó no viajar si no es estrictamente necesario.