Populistas atacan política migratoria de Merkel | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Jueves, 14 de Junio de 2018
Redacción internacional
Italia -líder del bloque- Polonia, Hungría, Austria y República Checa se oponen a las medidas tomadas por la Unión Europea para enfrentar la crisis de migrantes

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FALTABA un peso pesado para que el discurso antimigrantes tomará fuerza en Europa. Italia, liderada por Giuseppe Conte, ha tomado la bandera para ponerle límite al plan migratorio defendido por Merkel y Macron.

El populismo de derecha, que toma fuerza en todo el continente desde el sur de Italia hasta el norte de Suecia, ha vuelto a poner el tema de la inmigración como la prioridad europea, cultivando una  división cada vez más difícil de manejar para los líderes del bloque, Francia y Alemania.

“Aquarius”

La semana pasada, en un viaje por el Mediterráneo de un grupo de migrantes rumbo a Italia, la crisis de los migrantes volvió a convertirse en un problema para Europa. El buque “Aquarius”, manejado por Médicos Sin Fronteras (MSF), se encontró con una difícil situación. Además de 249 migrantes que llevaba a bordo, debía abrirle espacio a otras 400 personas que estaban a bordo de la Guardia Costera italiana.

Tras ponerse en contacto con las autoridades costeras, los rescatistas de MSF se percataron de una cosa: Italia había dicho que bloqueaba la llegada de más migrantes a sus costas. La decisión fue tomada por Matteo Salvini, el líder del partido ultraderechista Forza Italia y hoy Ministro del Interior, quien negoció la llegada del poder de Conte a cambio del manejo de la política de migración de Italia bajo las directrices de su partido.

Salvini, desde 2016, cuando la crisis migratoria se volvió inmanejable para Bruselas, ha defendido que Europa no puede hacerse cargo de personas que provengan de países africanos y de Medio Oriente. Bajo el lema de “Europa para los europeos”, su discurso, visto como xenófobo por algunos y para otros como pragmático, ha contado con el apoyo de otros líderes ultraderechistas como los primeros ministros de Hungría y República Checa, Viktor Orban y Andrej Babiš, así como de la presidenta del Frente Nacional francés, Marine Le Pen, y el ultranacionalista Geert Wilders de Holanda.

Este grupo de líderes ultraderechistas defiende esta política que se contrapone a los principios bajo los cuales se forjó la Unión Europea (UE): solidaridad y libertad, cuyo valor ha sido puesto como primordial por Ángela Merkel y Emmanuel Macron.

En especial, la Canciller alemana enfrenta un difícil momento en su país. Defensora de la apertura de fronteras, ha tenido que bloquear un proyecto de ley presentado por su ministro del Interior Horst Seehofer, para reformar la política migratoria alemana, que ha permitido la llegada de más de un millón de migrantes desde 2016.

Merkel, cuyo tercer gobierno se formó luego de tres meses de negociaciones para lograr una coalición con los Conservadores de Baviera, se enfrenta a este reto de gobernar con aquellos que se oponen a su visión a favor de los migrantes. Ayer, en una sesión en el Parlamento alemán, la Canciller bloqueó el proyecto de Seehofer, desatando la furia de sus aliados.

El punto central del proyecto no es tan complejo de negociar, aparentemente. Merkel, hábil y conciliadora, podría ser capaz de aceptar la solicitud de los bávaros de que todo migrante que haya sido registrado por otro país de la UE debe ser expulsado del país.

Al aceptar este plan, la Canciller estaría yendo en contra de lo que ha defendido por dos años: aceptar migrantes sin ninguna restricción. Además, invertiría la política en la que ha venido trabajando estos últimos años para redistribuir el número de migrantes en los países miembros.

Llegó el tiempo del diálogo

La política migratoria que hasta entonces venía  defendiendo Bruselas –sede de la UE- parece que tendrá que ser modificada. Un bloque cada vez más grande se viene consolidando y ahora es liderado por Italia, que tuvo un duro cruce de acusaciones con Francia tras el problema con el buque “Aquarius”, cuyo tránsito se desvió hacia España.

Luego de que Emmanuel Macron acusara al gobierno italiano de “cinismo” e “irresponsabilidad” por no permitir el desembarco del buque, Matteo Salvini le respondió a París con un contundente “no tiene nada que aprender de nadie sobre la generosidad, el voluntarismo, la acogida y la solidaridad” y exigió una disculpa formal.

Francia pidió disculpa e invitó este viernes a Conte, quien, antes de recibir la invitación, había dicho que “Italia no puede aceptar lecciones hipócritas de países que prefirieron mirar hacia otro lado en materia de inmigración”. “El presidente afirmó que no hizo ningún comentario con el objetivo de ofender a Italia y al pueblo italiano”, dice un comunicado de la presidencia francesa.

Para Roma el principio de solidaridad que defiende París y Berlín es inaplicable ante el poco compromiso de algunos países.  Más de 700.000 migrantes han llegado a las costas italianas, una cifra que es muy inferior a la de Francia cuyos números no sobrepasan los 50.000.

El panorama en Europa tras dos años de un manejo polémico de los migrantes es complejo. Merkel, Macron y, quizá, Pedro Sánchez, el entrante jefe de Gobierno español, se enfrentan al cada vez más popular discurso antimigrantes, que ya ha tenido éxito en Italia, Hungría, República Checa, Austria y Polonia.

La necesidad de una redistribución en el reparto de migrantes es perentoria en el bloque. Sin ella, la posibilidad de mantener la unidad de Europa, hoy amenazada por los populistas de derecha, será cada vez más difícil.