El jefe del grupo paramilitar Wagner, Yevgueni Prigozhin, anunció el sábado que sus hombres, que se dirigían hacia Moscú desde el suroeste de Rusia, "vuelven" a sus campamentos para evitar un baño de sangre.
"Ahora es el momento en que la sangre puede correr. Por eso (...) nuestras columnas dan media vuelta y vuelven en la dirección opuesta para regresar a los campamentos", declaró Prigozhin en un audio publicado en Telegram.
Desde el anuncio de la rebelión el viernes, los hombres de Wagner estaban presentes en tres regiones rusas: Rostov, Voronej y Lipetsk.
El presidente ruso, Vladimir Putin, condenó la "traición" de Prigozhin y alertó del riesgo de una "guerra civil" en pleno conflicto con Ucrania.
Ante del anuncio de Prigozhin, el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, aliado de Putin, aseguró que había negociado con el líder de los paramilitares para "detener los movimientos" de sus hombres y evitar una nueva escalada y que éste aceptó la propuesta.
En las calles de Rostov del Don, en el sur de Rusia, se oyen las sirenas de las ambulancias y de los coches de policía, después de que el grupo paramilitar Wagner asegurase haber tomado varias instalaciones clave.
Esta ciudad portuaria situada a unos 100 km de la frontera ucraniana reviste una importancia estratégica porque, desde allí, el mando militar ruso del sur del país coordina las operaciones del ejército en el país vecino.
En un cruce del centro de Rostov, hay apostados un vehículo blindado equipado con una ametralladora y una docena de hombres de uniforme con brazaletes plateados, según varios periodistas.
En otros puntos de la localidad, como en las inmediaciones de una juguetería y de un circo, también hay estacionados vehículos blindados de transporte de tropas, explicaron las mismas fuentes.
Los peatones se paran ante el paso de los vehículos militares y de hombres armados con fusiles y con sus brazaletes plateados bien visibles.
El jefe de Wagner, Yevgueni Prigozhin, afirmó que sus tropas tomaron el control del principal centro de mando militar ruso para las operaciones en Ucrania y de una base aérea de la ciudad, y prometió derrocar a los principales jefes militares.
Según él, 25.000 combatientes lo secundan.
A diferencia de lo que ocurre con otras grandes ciudades rusas, más alejadas del frente, este municipio, de cerca de un millón de habitantes, ha sufrido daños colaterales del conflicto en la vecina Ucrania.
Una persona murió en marzo en el incendio de un edificio del FSB --los servicios de inteligencia rusos, encargados de la seguridad interior-- en Rostov. La región también ha sido atacada por drones en los últimos meses.
El gobernador regional, Vasily Golubev, instó a los habitantes a permanecer en sus casas salvo en caso de "absoluta necesidad", y subrayó que todas las concentraciones de personas en la vía pública fueron canceladas.
Asimismo, pidió a la población que se abstenga de utilizar la autovía M4 (principal carretera que conecta Moscú con el sur del país), pues varios tramos fueron cerrados, lo que provocó atascos.
El transporte público municipal sigue funcionando pero se modificaron algunos itinerarios para evitar el paso de vehículos por el centro de la ciudad, explicó Golubev.
"La situación que se ha creado requiere máxima concentración de esfuerzos para mantener el orden", declaró en redes sociales. "Las fuerzas de seguridad hacen todo lo necesario para garantizar la seguridad de los habitantes de nuestra región".
El jefe de la milicia Wagner, prometió "llegar hasta el final" en su cometido de apartar al mando militar ruso, al que acusó de bombardear sus bases.
Putin informado
El fiscal general ruso, Igor Krasnov, informó a Putin de que abrió "una investigación penal" contra Prigozhin por "amotinamiento armado", según el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
Aseguró que Putin se mantiene "constantemente" informado por los servicios de seguridad.
Prigozhin explicó posteriormente que no pretendía protagonizar un "golpe de Estado", sino organizar una "marcha por la justicia".
Prigozhin declaró en un mensaje de audio que las tropas rusas "han llevado a cabo bombardeos con misiles contra nuestras bases de retaguardia" en el frente ucraniano, y que muchos de sus combatientes murieron.
"El comité de comando del grupo Wagner decidió que hay que poner freno a quienes tienen responsabilidad militar en el país", prosiguió el jefe de los mercenarios, de 62 años.
El Ministerio de Defensa ruso dijo en un comunicado que "aprovechando la provocación de Prigozhin para desestabilizar la situación, el régimen de Kiev cerca del frente de Bajmut está concentrando unidades (...) para realizar acciones ofensivas".
"Somos 25.000 y vamos a determinar las causas del caos que reina en el país (...). Nuestras reservas estratégicas son todo el ejército y todo el país", proclamó el ministerio.
A su vez, el ejército ruso desmintió categóricamente las acusaciones de ataques contra Wagner.
"Los mensajes y videos difundidos en las redes sociales por Prigozhin sobre supuestos 'bombardeos del ministerio ruso de Defensa contra bases de retaguardia del grupo paramilitar Wagner' no se corresponden con la realidad y son una provocación", indicó Moscú.
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Los militares "se lavan en su sangre"
Estas tensiones se dan en plena contraofensiva de las tropas ucranianas para reconquistar territorios tomados por Rusia desde el inicio de la intervención militar en febrero de 2022.
Pocas horas antes del estallido de esta crisis, Prigozhin aseguró que el ejército ruso se estaba "retirando" en el este y el sur de Ucrania, contradiciendo las afirmaciones del Kremlin, que considera que la contraofensiva de Kiev está fracasando.
"El ejército (ruso) se retira en las zonas de Zaporiyia y Jersón (sur), las fuerzas armadas ucranianas están haciendo retroceder" a las tropas rusas, declaró en una entrevista publicada en Telegram por su servicio de prensa.
"No hay ningún control, no hay triunfos militares" de Moscú, insistió Prigozhin, agregando que los militares rusos "se lavan con su sangre", aludiendo a grandes pérdidas sufridas por las tropas regulares.
Sin embargo, autoridades en las capital ucraniana Kiev indicaron que se activaron las alertas de defensa antiaérea y se escucharon explosiones en el distrito de Solomianski.
En Járov, segunda ciudad ucraniana, también se escucharon explosiones y otras regiones reportaron lanzamientos de misiles.
Putin y su ministro de Defensa, Serguéi Shoigu, aseguran en cambio que el ejército está "repeliendo" todos los ataques ucranianos.