UE: Los pesos pesados que asumen la dirección | El Nuevo Siglo
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Sábado, 6 de Julio de 2019
Pablo Uribe Ruan
El eje franco-alemán se ha salido con la suya. A mitad de semana nombró a la alemana Úrsula Von der Leyen en la presidencia de la Comisión europea y a Christine Lagarde para dirigir el Banco Central, al igual que a Borrell para hacerse cargo de la política exterior. Los tres nombres, no tanto el primero, tienen mucha experiencia para enfrentar el desafío de la deuda, la migración y el auge de los nacionalismos

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POCAS veces desde su fundación (1993) la Unión Europea había elegido personas de tanto peso para dirigir las entidades del bloque. Tras dos días y medio de negociaciones, disputas entre los principales grupos políticos y el descarte de la figura más sonada de los últimos días, Frans Timmersmans, el bloque finalmente decidió que una alemana será la Presidenta de la Comisión, al tanto que una francesa se encargará de las finanzas, algo tan germano hasta esta semana.

La elección de Úrsula Von der Leyen al mando de la Comisión Europea y de Christine Largarde en el Banco Central Europeo significa un mensaje claro para los euroescépticos: el bloque seguirá gobernado por personas que creen en el integracionismo, una forma de entender el continente como un todo a nivel económico, político y social.  Esto, además, es aún más evidente con el nombramiento de Joseph Borrell, el experimentado canciller español, quien ahora será la cabeza de la política exterior europea.

Nombrados en los puestos más determinantes del bloque, Von der Leyen, Lagarde y Borrell rompen con los rumores de que la Unión Europea iba a tener un cambio profundo, que empezaría en su dirigencia. Los tres, con algunos matices, promueven la tesis liberal que los padres fundadores defendieron en Maastrich, Holanda, cuando en 1993 le dieron comienzo a este bloque que hoy agrupa a 28 países y representa una obsesión para naciones como Ucrania, cuyo sueño es integrar este selecto grupo.

 

Eje franco-alemán

Al contrario de lo que se pensaba, la Unión Europea se ha volcado por el liderazgo de Francia y Alemania, los dos países más fuertes del continente, que han sido culpados por los nacionalistas de centralizar las decisiones del bloque en París y Berlín, vulnerando principios democráticos como la participación activa y decisoria de los demás miembros.

Sea cierto o no, ahora el bloque ha exacerbado el posicionamiento de estos dos países con la participación de delegados suyos en los puestos más importantes. Para el experto en la Unión Europa de la Universidad del Externado, Miguel Martínez, esto “demuestra el reforzamiento del eje franco-alemán porque ambos han peleado hasta conseguir la presidencia la Comisión y la presidencia del Banco Central”.

“La idea es seguir como se venía y, finalmente, sí que han conseguido derrotar en cierto sentido a los nacionalistas, porque estos no han conseguido como grupo el Parlamento Europeo”, explicó el profesor, asegurando que la elección de estas personas le apunta a “profundizar la integración”.

Y, es que no todo ha estado tan mal. Aunque durante la hegemonía de Ángela Merkel ha sido claro que en el bloque no se aprueba nada sin el visto bueno de Alemania, al final los votantes europeos han preferido optar por la continuidad del liberalismo integracionista, antes que romper las bases de la Unión Europea, como la mayoría de nacionalistas han propuesto.

 

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Esto ha quedado plenamente demostrado en las elecciones de finales de mayo, cuando los europeístas fueron los más votados, pese al embate de los partidos nacionalistas que amenazaron con acabar con las directrices de Bruselas y refundar el bloque bajo principios que se oponen al integracionismo.

No quiere decir que la amenaza haya sido clausurada. Es cierto que los euroescépticos han ganado terreno y sacaron el mayor número de escaños en su historia. Pero parece que su inexperiencia, aunado a unas propuestas muy radicales, hizo que los europeos prefirieran el herido status quo, el cual está mostrando unas variaciones en su conformación.

Dominada anteriormente por el Partido Popular Europeo (PPE), una alianza de partidos de centro-derecha liderada por la cristiano-democracia de Merkel, la Unión Europea ahora estará manejada por varias fuerzas políticas. Emmanuel Macron, un mandatario que enfrenta una crisis de popularidad por sus políticas reformistas en Francia, ha logrado quitarle la hegemonía a su homóloga, fortaleciendo un bloque de partidos liberales.

El grupo de Macron está conformado por partidos de corte reformista, calificados por algunos de centro, que tienen en cada país exponentes como Ciudadanos en España o en Marcha, la coalición que lo llevó al Palacio del Elíseo en 2017 tras derrotar en segunda vuelta a la nacionalista Marine Le Pen. 

“Partidos como el de Macron, Ciudadanos en España, están ganando espacio, porque ya la gente se va desvinculando un poco del conservadurismo del Partido Popular y se va uniendo a esa derecha liberal”, comentó el profesor Martínez.

La diferencia entre uno y otro bloque de partidos es muy poca. Aunque el PPE es más conservador, ambos priorizan el integracionismo europeo y han estado a favor de uno de los temas más controversiales en Europa los últimos años: la migración. Esta, para fortuna de los europeístas, también ha contado con el apoyo de otras dos facciones determinantes en el Parlamento Europeo, los socialdemócratas y los verdes.

De hecho, los socialdemócrata fueron determinantes en la última legislatura para sellar una coalición que le permitió a Merkel y sus aliados defender la llegada de miles de migrantes provenientes del África subsahariana, el Magreb y Medio Oriente, lo que le ha costado a la Canciller gobernabilidad en su país e incluso en su mismo partido.

A pesar de las coincidencias ideológicas de estos bloques de partidos - al menos en los temas generales-, los nombramientos de esta semana no han caído bien en todos los sectores. El saliente comisionado Jean-Claude Juncker, un socialdemócrata que ha sido uno de los mayores críticos de los nacionalistas, señaló el proceso de selección de sus sucesores calificándolo de “muy poco transparente”.

Para el Comisionado nacido en Luxemburgo, las reuniones de los líderes fueron a “puerta cerrada” y no tuvieron la suficiente exposición pública que se esperaba, alimentando las dudas de los sectores críticos del bloque.

 

Perfiles y desafíos

Emblema de la elegancia francesa, Christine Lagarde no solo es conocida por sus capacidades financieras. Tras varios años en cabeza del Fondo Monetario Internacional (FMI), esta mujer llega al Banco Central Europeo acostumbrada a lidiar con las deudas de países africanos y latinoamericanos, una experiencia que ha sido satisfactoria por su forma de ser: pausada y carismática.

Su compañero parece tener esa misma esencia. No se despeluca, no suda, no se mimetiza ante los eufemismos o improperios de los nacionalistas. Así es Joseph Borrell, el nuevo encargado de la política exterior, un catedrático, hoy canciller de España, que nunca levanta la voz para justificar una posición, a la espera de contra-argumentar con una certera frase que desnude la incapacidad intelectual o moral de sus opositores.

Pero no es claro el perfil de Úrsula Von der Leyen. ¿Es, como sus compañeros, una mujer llena de experiencia capaz de capotear los amagos de crisis en el bloque? Para The Economist, la alemana, “aunque no es deslumbrantemente carismática, es una administradora madura y moderada que habla inglés con fluidez”.

Lo cierto es que estos tres nombres parecen ser los más idóneos para dirigir a la Unión Europea, un bloque que hace agua, en parte, por falta de liderazgo, aunado a una serie de desafíos en materia económica, social y política.

De lejos el mayor desafío económico es la deuda. “Ya que todos los países han salido más o menos de la crisis económica, creo que este es el siguiente paso de la Unión Europea”, dijo el profesor del Externado. Este tema es crucial. Las deudas siguen siendo de cada país y lo que se busca en el bloque europeo es lograr que con base en el integracionismo este se haga cargo de las mismas.

Otro frente es la migración. Según la Organización Internacional de Migraciones, en un informe publicado el viernes pasado, 30.000 migrantes ilegales y refugiados llegaron al continente, mientras que 1.414 se ahogaron el mar Mediterráneo.

El desafío es enorme. Por defender su política migratoria, que le ha abierto las puertas a 1 millón de migrantes en Alemania, Ángela Merkel ha enfrentado problemas de gobernabilidad y ha visto como un partido de ultra-derecha, la Alternativa por Alemania, ha tomado fuerza en su país.

Pero todo indica que Europa mantendrá su política de puertas abiertas, aunque de manera limitada, como lo ha venido haciendo.  “Con el nombramiento de Joseph Borrel sí que va a salir adelante porque este es un hombre mucho más conocido”, explicó Martínez, quien agregó que “va a hacer de ese puesto algo mucho más importante que lo que hizo Mogherinni”.

Lejos de haberse acabado, los populistas y nacionalista siguen vigentes y gobiernan en países  como Italia, Polonia, República Checa y Hungría. Si bien a la hora de medir su fuerza electoral quedó en evidencia en las elecciones de mayo que no gozan de tanto respaldo, para enfrentar estos grupos se requiere una Unión Europea más boyante que sea capaz de demostrar que la mejor vía es el integracionismo.

En noviembre, Von der Leyen, Borrell y Lagarde asumirán sus cargos, siempre y cuando el Parlamento Europeo apruebe previamente sus nombramientos. Puede que sean rechazados, ya que la política europea por estos días es tremendamente impredecible.