Venezuela, “narcoestado” como el de Noriega | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Jueves, 29 de Noviembre de 2018
Redacción internacional
Pocas veces se le compara con la Panamá de los 80, un país parecido en muchas cosas, sobre todo en el tráfico de drogas

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EL CONSENSO, al menos en América Latina, Estados Unidos y Europa, es que Venezuela es una dictadura que se ha consolidado en los últimos años, pese a que llegó al poder por medio de elecciones, una fórmula que se ha normalizado en algunos regímenes contemporáneos.

Se le compara con Cuba, con la República Dominicana de Trujillo, incluso algunos dicen que los paralelos con el régimen de Nicolae Ceaușescu son aterradores, sin dejar de hablar de algunos detalles en los que coinciden con los regímenes del sur, que claramente estuvieron en la otra orilla ideológica.

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Pocas veces se dice, sin embargo, que Venezuela se parece a la Panamá del polémico Manuel Noriega, que -consciente de los profundos réditos del narcotráfico- se enquistó en el poder a toda costa. Pasó de ser un hombre de la CIA, al líder de la lucha “antiimperialista”, doctrina que defendió hasta que fue capturado.

Esta analogía no parece descabellada, y quizá es la más acertada para explicar el actual régimen chavista. El martes, en entrevista con la W Radio, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, no dudó en calificarlo de “una dictadura” y “un narcoestado”.

Venezuela y la Panamá de Noriega han sido “narco estados”, una categoría que según William Brownfield, se define como aquellos “cuyo gobierno es formado o dominado por representantes de la industria de la droga ilícita”, "penetrado" e "influenciado" por el tráfico de estupefacientes.

Cartel de los soles

Algunos miembros de la oposición venezolana han denunciado que en la medida en que las autoridades norteamericanas no persigan a los miembros del “Cartel de los Soles”, organización criminal cuyos líderes hacen parte del gobierno venezolano, no será posible una transición democrática.

El nombre del cartel viene de las estrellas doradas que los militares venezolanos tienen en sus charreteras, un calificativo que demuestra, como diferentes organizaciones lo han dicho, que las fuerzas armadas son las encargadas de manejar el negocio ilícito en asociación con funcionarios públicos y civiles vinculados al crimen organizado.

El caso venezolano es paradigmático, si se tiene en cuenta que el “Cartel de los Soles” está atomizado en diferentes instituciones públicas, demostrando que es una red ilícita que tiene varios tentáculos, como ha dicho la DEA.

En Panamá, Noriega manejaba –tema que aún no es claro en el caso de Venezuela- desde el istmo, todo el negocio de los embarques de droga que venían de Colombia. Su posición para ese entonces (1985) era de derecha, motivo por el cual los norteamericanos lo veían como un alfil para “detener” el comunismo en el continente, dándole la oportunidad de no ser perseguido por las autoridades estadounidenses.

Hasta que, como escribe Richard Koster en Tiempos de Tiranos, el dictador panameño llegó a un punto en el que “estaba nadando con un montón de tiburones (…) Sus actividades como representante de los carteles del narcotráfico entraron en conflicto con sus actividades como hombre de Estados Unidos”.

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En 1988, Noriega fue imputado de tráfico de estupefacientes (cocaína) y lavado de dinero, además, como está pasando con Caracas, el Congreso de EEUU le impuso una serie de sanciones económicas a Panamá, que tuvieron como respuesta un giro en las relaciones del dictador con Washington, quien optó por proclamarse como un líder nacionalista y “antiimperialista”.

Un narcoestado

La retórica “antiimperialista” siempre ha estado presente en el chavismo. Desde 1998, cuando Hugo Chávez llegó al poder, Estados Unidos siempre ha sido el antagonista por excelencia del socialismo latinoamericano. Pero no tanto como ahora. A más sanciones y procesos judiciales, Maduro y su grupo han exacerbado su retórica contra los norteamericanos, como ocurrió con Noriega.

Diosdado Cabello, el llamado a ser el sucesor de Chávez, pero a quien se le cruzó Maduro, es un frenético crítico de los Estados Unidos, país que lo investiga por ser presuntamente el líder del “Cartel de los Soles”. En mayo de 2015, The Wall Street Journal reveló que Leasmy Salazar, exjefe de seguridad del hoy Presidente de la Constituyente chavista, lo había acusado de tener un rol determinante en el paso y reparto de narcóticos por Venezuela.

A raíz de ello el Secretario del Tesoro, T. Mnuchin, en mayo de este año, le impuso sanciones por “tráfico de narcóticos, lavado de dinero, malversación de fondos estatales y otras actividades corruptas”, se lee en una nota de prensa.

Otra figura importante en la estructura del Cartel es Tareck El Aissami, exvicepresidente Ejecutivo y hoy ministro de Industria y Producción Nacional, quien también es investigado por narcotráfico en Estados Unidos. Principalmente, su influencia radica en el estado de Aragua, donde fue Gobernado y dirige todo el negocio de estupefacientes.

Además de estos dos, Néstor Reverol, ministro del Interior y Mayor General, es el brazo militar del Cartel. También ha sido imputado por tráfico de estupefacientes, como numerosos funcionarios públicos venezolanos.

Los bienes de todos los investigados por este delito han sido inmovilizados y reportados a la Oficina de Control de Activos estadounidense (OFAC), quien prohíbe realizar transacciones con aquellos que se encuentren en esta lista negra.

Este año fueron intervenidos ocho bienes a nombre de testaferros de El Aissami en Estados Unidos, por sumas muy altas, desvirtuando aquello que una vez Hugo Chávez dijo de que “ser rico es malo, es inhumano”.

Como Noriega, el régimen chavista no cree en su ideología, tampoco en la “humanidad”. Cree en sus negocios, la mayoría ilícitos.