Por Catherine Nieto Morantes
Periodista EL NUEVO SIGLO
Personajes que hacen parte de la historia de nuestro país reposan sobre diferentes puntos de la Capital de la República a modo de monumento, estatua, fuente o busto; todas ellas tienen en común algún aporte por el cual se les haya otorgado este importante espacio en la cosmopolita Bogotá, donde visitantes se detienen a tomarse una fotografía como recuerdo del emblemático héroe y representativo lugar.
Para conocerlas en su totalidad, se requiere de más de un día de recorrido debido a la distancias entre cada figura. En una travesía por la ciudad, decidí observar que tanto es admirada una estatua de Policarpa Salavarrieta, un Templete del Libertador, o las 120 mujeres que reposan en el monumento de Banderas, en lo cual paradójicamente comprobé que de 10 personas que pasan por su lado, tan sólo 2 se detienen a admirarlas, detallarlas o a sacarse una imagen junto a ellas.
Al acercarme a los curiosos que se tomaron un tiempo adicional para apreciar el arte que reposa en la ciudad, estos venían de paso por la capital colombiana, aunque los niños, un poco más curiosos se detienen y le preguntan al adulto que les acompaña, ¿de quién se trata?, ¿Por qué está ahí?, indagaciones que aprovechan para responderles, no sin antes leer la ficha técnica que determina la mini historia y nombre del personaje.
Las estatuas son víctimas de vejámenes por parte de la misma ciudadanía, pero hace algunos años se había sumado el olvido del Distrito. Entre grafitis, contaminación, el abuso del clima, sus infaltables acompañantes: las palomas y el resguardo de indigentes, y los ataques de los protestantes cuando por allí debían pasar, hacían que aunque dejadas, estas no pasaran desapercibidas por cuanto la comunidad se quejaba de su deplorable estado.
Durante mi corto recorrido, pude ver como las estatuas hoy en día tienen otra cara, una cara recuperada que demuestra la limpieza, como cuando el ser humano, se baña, viste pulcramente, se peina y se perfuma, una cara que embellece y da valor a quienes quieren detenerse y conocer sobre el personaje que hizo alguna hazaña y se ganó un lugar aquí, en esta grande ciudad.
Simón Bolívar, el mayor referente
En el centro histórico, más exactamente en el eje ambiental, sobre la Plaza de los Periodistas, está ubicado el Templete del Libertador, el cual tras ser elaborado 3 veces, desde 1884, finalmente fue fijado en 1973 en este lugar, luego de que el artista Gerardo Benítez lo elaborara en 1958. El Libertador, con gran garbo reposa allí y es visitado a diario por las palomas, quienes hacen de las suyas sobre su cabeza, por lo que cada 3 meses debe recibir una limpieza para que ese garbo de Simón Bolívar, haga juego con su entorno. El Cóndor de los Andes reposa sobre la cima del templete, dándole mayor ímpetu a uno de los más famosos monumentos de la capital. A su lado, se ubica una pequeña caseta blanca, puesto de trabajo de 3 vigilantes, quienes cumplen un horario de 12 horas para custodiar el lugar y defender este patrimonio durante 24 horas.
“Lo más complicado son los indigentes, o quienes vienen a hacer grafitis, más que todo los hinchas de Millonarios le toca a uno llamar la policía o sacarlos corriendo”, cuenta Wilson Neme, el vigilante que camina para allá y para acá custodiando al Libertador desde hace 4 meses, servicio que contrata la Alcaldía Mayor.
La base del templete que anteriormente no le cabían los graffitis, ahora está forrada por un pendón del estilo del ladrillo labrado que tiene la escultura, para proteger la piedra original de los ataques algunos graffiteros incultos y que está lavada y recuperada.
Por su parte, Sami, un graffitero inclinado por el arte dijo al respecto que “nosotros también debemos valorar los monumentos porque hacen parte de Bogotá, es bueno que nos den una galería de arte en los túneles o en paredes que se pueden recuperar y dar un mejor aspecto a la ciudad, no apoyo el daño que le hacen con los aerosoles a los monumentos o paredes y puertas, eso se ve muy maluco” afirmó.
En el corazón de la ciudad también está Simón Bolívar como protagonista, en la tradicional Plaza que lleva su nombre, estatua que vi sin un punto de pintura y bajo el sol de la tarde bogotana, brillaba más que nunca. Más hacia el norte, en la Autopista Norte con calle 80, reposa sobre un caballo el monumento llamado Bolívar Libertador, una imponente escultura dedicada a la memoria de los soldados de los diferentes ejércitos que participaron en la independencia de los países bolivarianos, una gran pieza artística que a la vez genera misterio por el contenido al interior de su puerta.
Otro acontecimiento que abanderó la ciudad, está plasmado en la Avenida las Américas con carrera 80, se trata de una obra que representa una serie de 120 mujeres que dan base a 21 pilares que terminan en las astas de las banderas de los países que participaron en 1948 de la 9ª Conferencia Panamericana y que dio lugar a la Organización de Estados Americanos – OEA, monumento que estaba en el completo olvido, pero que ahora resplandece como merece.
Según el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural – IDPC, en Bogotá existen 639 estatuas inventariadas, las cuales poco a poco han sido recuperadas para mostrar su mejor cara. Dentro de las principales funciones de esta institución justamente está la de elaborar el inventario de monumentos conmemorativos y objetos artísticos localizados en el espacio público, declarados como bienes de interés cultural, cuya labor puede ampliarse en la página www.patrimoniocultural.gov.co
La tarea aunque pausada se ha ido realizando poco a poco, pues sumado a la limpieza y cuidado de estas estatuas, también está la recuperación de piezas como la del venado hurtado en la calle 72 con calle 11, las losas robadas y las pinturas indebidas que hacen que el simbolismo de la ciudad pierdan su apariencia estética.
Aunque faltaron muchos puntos por recorrer, como el Parque Nacional, o la carrera séptima hacia el norte, es importante que no sólo la ciudadanía cuide sin violentar estas riquezas artísticas de la capital, sino también dándoles valor, detallándolas y exhibiéndolas con orgullo para que sigan siendo parte importante y vigente en Bogotá.