A partir de pasado mañana, el país comenzará formalmente y para cualquier efecto, una nueva etapa de normalidad, precedida por cinco meses y medio que, indefectiblemente, marcarán los próximos años de todas las generaciones que han soportado la pandemia.
Aunque algunos ciudadanos interpretaron las nuevas medidas como una forma de relajación, esta tercera etapa de aislamiento selectivo implica un esfuerzo individual que sigue persiguiendo el mismo objetivo de mantener a raya la propagación y la velocidad del contagio de covid-19 en el país, aunque pensando en una reactivación que millones claman a gritos.
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No obstante, independientemente de la forma en la que se haya percibido esta nueva situación en el entorno nacional, ¿cómo evitar que se disparen contagios y decesos en Colombia? La experiencia internacional del mundo ha demostrado que cuando se han abierto más generalizadamente estas dos variables se han elevado, entonces, ¿cómo evitar que eso pase en un país que no tiene ni la idiosincrasia ni la disciplina del distanciamiento social?
De acuerdo con el ministro de Salud, Fernando Ruiz, esta nueva etapa es producto de llegar a una primera meseta con tendencia a la disminución en el primer brote; por lo tanto, la pregunta debe ser reiterativa, ¿cómo podría evitarse un repunte en los indicadores de Covid-19 que tanto costó aplacar?
De acuerdo con dos epidemiólogos expertos consultados por EL NUEVO SIGLO, si bien, la disciplina y la asistencia por parte del Estado para los más vulnerables es clave para evitar un repunte, el aumento de contagios y fallecimientos es inevitable; por lo tanto, ahora más que nunca el Gobierno nacional deberá enfocarse, sobretodo, en aquellos municipios libres de covid-19 o con muy bajo contagio.
Un repunte es inevitable
Aunque el Ministro de Salud también refirió cuando se socializó la nueva normalidad que es cierto que entre los municipios con tendencia a la baja se encuentran Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga y Pasto, y “este grupo de ciudades representa la mayor contribución poblacional en este momento de la epidemia”, ¿qué pasará con los municipios que no tienen contagios o cuya tasa de los mismos es en extremo bajita?
Con la nueva normalidad, Colombia va a unir escenarios muy disímiles en cuanto a su situación epidemiológica; entonces, por ejemplo, se reconectarán la ciudad de Bogotá con municipios de Cundinamarca como La Vega, Anapoima o Girardot, todos ellos destinos turísticos y con bajos números de contagios.
Este “vínculo” -por decirlo de alguna manera- es insignificante para Bogotá epidemiológicamente hablando, dado que la proporción de contagiados comparada con la de estos municipios es muchísimo mayor. Pero, ¿qué significará para los pequeños territorios aledaños a la Capital, a Medellín, a Cali o a uno de los centros urbanos con indicadores de contagio altos?
“Permitir un flujo continuo entre estos municipios y por ejemplo Bogotá, implicará un problema no para la ciudad, sino para el municipio pequeño. Algunos verán agravada su situación y otros la van a ver comenzar. Esos municipios van a “nacer” en el contagio y muchos de estos, solo tienen un puesto de salud”, le dijo a este Diario el director de Ingeniería Biomédica de la Universidad de los Andes, Juan Manuel Cordovez, quien precisó que el Gobierno debe comenzar a pensar en dónde serán atendidas las personas que se afecten, considerando su tamaño, población y ubicación geográfica.
“Entonces a nivel país el reto es ese: se va a despertar la curva en todos esos sitios en donde están dormidas y tenemos que estar preparados, muy listos y claros a cómo se manejará la situación de cada uno de ellos”, agregó.
“Por ejemplo, Barichara pedirá prueba covid-19 para entrar pero yo entiendo a esos municipios que llevan cinco meses encerrados, tienen menos casos y ahora tendrán que abrir, cuando nadie se inmunizó encerrándose. Si un municipio ha tenido altos contagios está mejor preparado para la reapertura porque hay más gente resistente a la población. Pero en otros municipios no habrá nadie resistente y todo el mundo será susceptible. A muchos de ellos, el Covid-19 no ha llegado pero va a llegar: es inevitable que llegue”, añadió Cordovez, quien dijo que todo depende de cómo se haga esa reconexión y de ahí que viera con buenos ojos la estrategia de que se le haya dado potestad a los municipios para que controlen el ingreso a sus territorios.
Disciplina y asistencia
Ahora bien, aunque ya es claro que el contagio llegará a municipios libres de contagio, y para evitarlo tendrían que permanecer encerrados hasta que llegue una vacuna, de acuerdo con el epidemiólogo y profesor de la Universidad de los Andes, Jorge Luis Hernández, ahora más que nunca el autocuidado es clave pues, en efecto municipios no-covid presentarán brotes, “pero va a ser controlable”.
“Ya pasando el primer pico. Si hacemos una buena mitigación a través de las cuatro medidas que ya conocemos: el uso de tapabocas, higiene de manos, distanciamiento físico y limpieza de superficies, eso disminuirá la velocidad de transmisión”, le dijo a este Medio el epidemiólogo Hernández, quien también se refirió a la necesidad de que el Gobierno no baje la guardia haciendo pruebas de laboratorio, rastreo, detección y aislamiento de casos.
A este respecto, el profesor Hernández precisó que si una persona no se puede aislar por razones económicas, el Gobierno debe pagarle el alojamiento para que este aislamiento sea verdaderamente responsable como lo están haciendo Santiago de Chile y Buenos Aires.
Adicionalmente, es necesario que el Gobierno establezca la entrega de buenos tapabocas gratuitos, que haya un sistema de desecho sanitario de los mismos y lavamanos públicos, porque la cuarentena ya no sirve. “No podemos bajar la guardia y estamos observando una tendencia a bajarla en rastreo de casos y no hacer pruebas”, finalizó.